Esto es una verdadera cacería humana cuando vemos que los sicarios descienden de sus camionetas blindadas y con bombas molotov atacan por sorpresa el oxxo de la colonia Infonavit, Juárez Nuevo, un barrio pobre en la frontera, y con toda la alevosía y ventaja de la acción más cobarde y ruin, queman vivas a dos jóvenes mujeres que luchaban por la vida de manera valiente y honrada, una de ellas empleada de la tienda, la otra, que había acudido a solicitar empleo respondiendo a la convocatoria afuera de la tienda, «Vacantes de empleo aquí», mujeres inocentes, indefensas, ajenas al conflicto, encontraron una muerte similar a la que padecieron las brujas de Salem, las brujas de la Santa Inquisición, la bruja Juana de Arco, sólo que estas mujeres de Juárez en realidad no eran brujas, ni herejes, ni blasfemas, eran simplemente mujeres como nuestra madre, nuestra hermana, nuestra hija, mujeres nada más.
Y estos engendros del mal, con el supremo poder de arrebatar la vida a discreción, a capricho y hasta con placer, las han quemado vivas en un hecho inaudito que no podemos llamar bestial porque sería ofender a los animales salvajes, y esto nos hace recordar a Gracián con su ingenio, pero aquí vamos a parafrasear al ilustre aragonés: «No hay lobo, no hay león, no hay tigre y no hay serpiente que haga tanto daño porque a todos, sin excepción, excede con fiereza el hombre mismo». Y el mejor ejemplo es el sicario del narco, diríamos nosotros, esos que son seres humanos y que también tienen derechos humanos como dice López Obrador, a todos esos que el presidente apapacha con abrazos, no con balazos.
Y el terror de ser quemado vivo se acrecienta por hechos reciente a lo largo de este México en llamas donde se quema viva a la gente y donde no aplica la premonición de Heine descrita en su obra teatral Almanzor, estrenada en 1820 en Alemania, obra ambientada en el siglo XVI, con la Santa Inquisición, y donde dos árabes miran arder los libros del Corán en una hoguera y, horrorizado, uno de los moriscos le dice al otro: «Esto no es más que el principio, ahí donde se queman libros se acaba por quemar también a seres humanos». Y cien años después les llegó el Holocausto.
Pero en este país no aplica la profecía de Heine porque aquí no se queman libros y mucho menos se leen, ya ven como la maestra Delfina Gómez, piorrea de la educación, ya vomitó de la vocación magisterial en aras de su ambición personal de gobernar el Estado de México, porque ella es una chingona de la Cuarta Transformación y así les tocará a los mexiquenses en caso de que la maestra llegue al poder.
Este país es un incendio: Jalisco, Guanajuato, Chihuahua, Guerrero, Zacatecas, Sonora, Baja California, Michoacán, Colima, Tamaulipas, etcétera. La política de seguridad de AMLO es un fracaso que arrastrará a Ricardo Mejía Berdeja a fracasar en Coahuila, que hoy es el estado más seguro de México, mientras que en gran parte de este país los sicarios del narco están de cacería humana: periodistas, locutores, mujeres, hombres, niños, adultos mayores, empresarios. Y no son bestias porque sería insultar a los animales. La «racionalidad» animal supera por mucho la animalidad de estos sicarios.