De manera corriente y con alto contenido político, es como calificaría la atención y los dimes y diretes de políticos mexicanos. Creo —todavía— en la política como virtud y en un camino como profesión. Mofándose de algunos políticos que no tienen mal actuar, los denostan algunos medios de comunicación, que no sirven para lo que es, sino como veleta al mejor postor. Es así, en muchos aspectos que el periodismo dejó de ser en una fuente de contraparte y dique contra otros poderes, y se conminó a ser un arlequín de los que en cierto momento fueron fuerza.
Muchos se han congratulado por distintos medios con júbilo y hacen leña del árbol caído. Una vez un hombre sabio me dijo que la enfermedad de México es la envidia, y que su deporte nacional es hablar de lo que uno no sabe, pero lo que muchas veces han pasado por alto son los juicios de valor y, a manera de burla, celebran la caída de unas personas. Es cierto, unos llevan razón, pero no saben que directamente demeritan un oficio tan noble.
Los politólogos afirman que el origen de mofas en el extranjero no son de ahí, y que los extranjeros sólo han sido mensajeros de los yankees para lanzar un mensaje de molestia contra México. En política internacional se oye como arribista y carente de personalidad a los países que se prestan, y como burla a la diplomacia mexicana. Existe una delgada línea de errores políticos y de la comisión de delitos; pero a la cárcel se va cuando se le comprueba a alguien la comisión de un delito, y no por arrebatos y latidos.
La autoridad tiene que probar su dicho —en estos casos—, y muchos países que colaboran, estados manchados por casos graves de corrupción, toman a políticos mexicanos para lavarse la cara y decir que en otros lados existe una impunidad que ellos no tienen, al contrario, corrigen. Por mal que nos pudieran caer los políticos —supuestos— acusados, los juicios tienen que ser apegados a la Ley y muchas veces rompen las formas y el fondo.
En las hojas de un viejo libro que muchos suelen leer y otros suelen creer, dice: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os serás medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano». (Mateo 7:1-5).
De ahí nace la famosa expresión que condena la manera de juzgar que tienen muchas personas, pero que no pueden o no quieren ver los propios.
La política es una buena forma para tratar de cambiar las desiguales en una sociedad dentro del algoritmo y raciocinio.