La voz fuerte del teatro saltillense

Saltillo ha dado a la escena una gran cantidad de artistas, pero sin duda es de puntualizar la presencia de María Guadalupe Treviño Morales, mejor conocida como Lupina Soto, nacida en Nuevo León en 1918, quien se trasladó a tierras coahuilenses empezando sus labores como enfermera en las comunidades rurales, cuyo oficio dejó para iniciar su carrera artística en 1965, a sus 47 años.

Las facetas de Lupina Soto no se encuadran sólo a la actuación, también incursionó en la producción, dirección y dramaturgia. Desde pequeña, su ilusión era ser bailarina, sueño que nunca concretó, pero el histrionismo escénico lo deja en el teatro, legado que hereda a sus hijos y nietos.

La legendaria artista nunca escatimó participar con la comunidad teatral de Saltillo. Inició sus estudios en el Instituto Nacional de Bellas Artes y, bajo la directriz de Lourdes Valdés, participó en la comedia musical «La novicia rebelde», así como en las obras «La vida privada de mamá», «Mordaza» y «Señoritas a disgusto», en la que estuvo acompañada por la misma Lourdes, Omar Sánchez, Carmela García y Fernando Gómez, siendo este último el director de la Compañía del Centro Regional de Iniciación Artística de dicha dependencia cultural.

Doña Carmen Aguirre de Fuentes, destacada directora de teatro y madre del cronista de la Ciudad de Saltillo, dirigió en la Escuela Normal Superior las obras «Damas retiradas» y «La Casa de Bernarda Alba», y es en esta última donde interpretó a Poncia, cuya actuación se mantuvo como una mujer potente en el escenario. Con «Medio Pelo», de Antonio González Caballero, Lupina dio vida a Chayo Pérez, con el icónico grupo «La Estufa», agrupación fundada y dirigida por Jesús Valdés.

En el teatro clásico griego, Lupina Soto estuvo presente como actriz en «Medea», de Eurípides, bajo la dirección de Alfonso González. Y con el maestro Eduardo Arizpe participó en la zarzuela «La Dolorosa», de Serrano y Llorente, del grupo de teatro del entonces Instituto Tecnológico Regional de Saltillo. En la pastorela «Diablos y pastores», de Armando Fuentes Aguirre, interpretó a Bartola, bajo la batuta de Antonio Rocamontes en el Grupo Independiente de Teatro, mientras que con la compañía Candilejas, de Nati Molina, su presencia actoral fue en las obras «Señoritas a disgusto» y «Te juro Juana que tengo ganas».

Su labor como productora y directora fue con la fundación de su agrupación teatral «Terra Fénix», donde llevó a la escena los montajes «El empadronamiento» y «Violeta y el cazador» (de su autoría), entre otras.

En los últimos años, Lupina Soto concretizó las virtudes literarias que la acompañaron desde el inicio de su carrera artística, al presentar el libro de cuentos infantiles Lo que mi abuelita me enseñaba, así como la novela El hombre de Soto, preparando también sus experiencias como enfermera en una memoria a publicarse.

El Centro Mexicano de Teatro de la UNESCO y el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo se unieron el pasado 2021 para ofrecer un reconocimiento a su trayectoria. Asimismo, el grupo teatral de Gabriel Neaves llevó al escenario del Teatro de la Ciudad un montaje de la autoría de doña Lupina llamado «Noche Azul», celebrando con ello un aniversario más de su fructífera vida. Una de sus últimas apariciones fue en el cortometraje de Rafael Hernández Universidad Universo, dando una espléndida cátedra de actuación como la madre del personaje saltillense Adrián Rodríguez. Se cierra el telón terrenal para Lupina Soto. Se abren las páginas de la leyenda saltillense. E4

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