Lo que no se puede decir

Se puede decir… que la clase política carece de «credibilidad»

Pero no se puede decir… que han perdido la palabra de «honor». Cuando andan en campaña hacen una y mil promesas, pero una vez que obtienen el objetivo, para nada se acuerdan de la kilométrica lista de lo que prometieron, llevándose el viento sus palabras, que siempre estuvieron llenas de falsedades y adornadas de demagogia, con la que siempre se han distinguido estos personajes y jamás les ha importado perder prestigio, honestidad y reputación, lo que todos ellos buscan es acumular riqueza que alcance para dos o tres generaciones, y después «tener» poder.

Se puede decir… que el presente año es netamente «electoral»

Pero no se puede decir… que eso implica un millonario «despilfarro». Para afrontar el movimiento político que se avecina para elegir a ediles municipales, así mismo gubernaturas, diputaciones, senadurías y para acabarla de amolar, habrá elecciones para escoger al nuevo Ejecutivo federal, que según datos fehacientes son las más despilfarradoras, incluyendo al aspirino masculino, siendo lo más asombroso que el río de millones que se están gastando en las actuales campañas no tiene nombre, y si se le suma el año de Hidalgo, quedarán las arcas nacionales «totalmente» vacías.

Se puede decir… que Arturo Zaldívar traicionó a la «Constitución»

Pero no se puede decir… que se refugió en la «4T». Al verse acosado por un cúmulo de denuncias anónimas en su contra, de cuando fue Ministro de la Corte, no le quedó de otra que renunciar al envidiable hueso, donde gozaba de un jugoso sueldo cercano a los trescientos mil pesos cada mes, sin contar todas las canonjías a que tenía derecho, y una vez que se hizo efectiva su renuncia, ipso facto se sumó al equipo de campaña de la corcholata de oro, enseñando el cobre al despreciar a la Constitución e irse al lado de Morena, y seguir ganando «más» que AMLO.

Se puede decir… que el peso sube y «baja»

Pero no se puede decir… que sigue siendo flor de un «día». Por buen tiempo AMLO estuvo presumiendo a la divisa mexicana, por rondar en 16 pesos por dólar, pero de repente se fue a 17 hasta llegar por unas horas a más de 18 pesos por uno de la moneda verde, haciendo que los sacadólares brincaran de alegría, dicha y felicidad, desconociéndose a ciencia cierta a qué se debió, o que sucedió, o motivó tan sorpresiva devaluación, que quiérase o no, fue un golpe fuerte a la economía mexicana, que siempre ha estado «prendida» por alfileres.

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