La próxima legislatura estatal volverá a tener mayoría femenil: 15-10, una más que la actual (14-11). Sin embargo, es poco gratificante que la presencia de las mujeres en el Congreso se destaque por su número y no por sus resultados. Las políticas en favor del género mayoritario son insuficientes y poco efectivas. El mando lo ejercen los hombres. Se acabaron las «Juanitas» postuladas por los partidos para simular equidad, pues tan pronto rendían protesta cedían su lugar a un varón, pero en la mayoría de los casos persiste el sometimiento al gobierno y a la partitocracia.
Si la LXII legislatura sigue los pasos de la actual, así tuviera 20 diputadas, las cosas para las víctimas de violencia física y otras formas de abuso seguirán igual o peor. De acuerdo con el Secretariado Nacional de Seguridad Pública (SNSP), entre enero y septiembre de este año se cometieron 2 mil 150 homicidios dolosos de mujeres y 724 feminicidios. Estado de México, con una población de 16 millones de habitantes, lidera —desde la época de Peña Nieto como gobernador— la estadística muertes violentas por razones de género. En los primeros nueve meses del año ocurrieron 106.
En el lapso analizado por el SNSP, Coahuila, cuya población roza los tres millones de habitantes, registró 20 feminicidios; y dos más en los primeros días de octubre. Justo durante las campañas para diputados, Alondra y Claudia fueron asesinadas en Saltillo, y Bertha en Piedras Negras. Los casos provocaron indignación y protestas frente al Palacio de Gobierno para demandar la renuncia de autoridades estatales y municipales. La captura de los supuestos feminicidas ocurrió en medio una fuerte presión social.
Era el momento para que las 138 candidatas a diputadas formaran un frente único en demanda de justicia y para comprometerse a elaborar, cualquiera que fuera el resultado de las elecciones, una agenda clara y contundente en favor de las mujeres. Por respeto y en solidaridad con las víctimas y sus familias, las aspirantes al Congreso debieron suspender sus campañas. La respuesta a la insensibilidad política fue un abstencionismo del 60 por ciento. La señal es clara, las feministas mantendrán su movimiento al margen de partidos que las ignoran y de un Congreso en el cual no se sienten representadas.
Los congresos federal y locales necesitan ejemplos de mujeres que inspiren, no solo que ocupen escaños para perderse en el inmenso mar de la mediocridad o para votar cualquier iniciativa del presidente o de los gobernadores. Es el caso de Alexandria Ocasio-Cortez, conocida por sus iniciales AOC, la integrante más joven (31 años) de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. La activista de ascendencia puertorriqueña se ha convertido en un fenómeno político. Después de la Convención Nacional Demócrata en la cual fue derrotado su mentor Bernie Sanders, El País calificó su participación como «una nota discordante “en el espíritu del pueblo”».
AOC coordinó la campaña presidencial de Sanders en las primarias de 2016. Antes de ser elegida dos años más tarde, esta extrabajadora de un bar y de una taquería recorrió en coche Estados Unidos. Defensora de los derechos humanos y voz de la izquierda que «llegó para quedarse», AOC dijo en una entrevista: «antes sentía que la única forma efectiva de presentar una candidatura política era disponiendo de riqueza, influencia social y poder». Sin embargo, en Dakota del Norte, al ver a otros «poniendo todas sus vidas y todo lo que tenían en juego para proteger a su comunidad», encontró la inspiración para trabajar por los demás (Wikipedia).
Una sola AOC bastaría para que un Congreso con mayoría de mujeres valiera la pena.