México romperá el techo de cristal antes que Estados Unidos y Canadá

El escenario está dispuesto para la alternancia de género. Las mujeres son mayoría en el padrón electoral, gobiernan nueve estados, presiden los órganos autónomos y el Congreso es paritario. De acuerdo con las encuestas, la mayoría prefiere dar continuidad a la 4T que regresar a los Gobiernos del PRI y el PAN

¿Se repetirá en México el efecto Bukele el 2 de junio?

Campañas: vientos a favor y mareas en contra

El adjetivo «histórico» ha perdido prestigio por el abuso de su empleo, pues con él se califican incluso los hechos triviales e irrelevantes como la disputa por un título deportivo, la final de un festival, un concurso de belleza o el concierto del cantante de moda. Lo mismo sucede con la palabra «era», la cual se aplica a políticos, directores técnicos… Histórico es lo que trasciende el tiempo y cambia el devenir del mundo. Los escritores argentinos José Luis Borges y Ernesto Sábato coincidieron en una charla de café que los diarios (entonces los medios electrónicos y el Internet no se habían apoderado de la conversación) deberían publicarse cada año o cada siglo. Por ejemplo: «El señor Cristóbal Colón acaba de descubrir América». Uno más, de mi cosecha: «El hombre pisa la Luna». El bombardeo actual de noticias —particularmente rojas— es inclemente. Informar de todo y de nada las 24 horas tiene al país crispado. El estrés se ha vuelto crónico y la congoja, permanente.

Las hazañas del navegante genovés y del estadounidense Neil Armstrong transformaron el cosmos. Históricas, en lo político, fueron las presidencias de Nelson Mandela y de Barack Obama por la raíz racista de sus respectivos países. Las elecciones del 2 de junio son históricas porque México será gobernado por primera vez por una mujer: Claudia Sheinbaum (científica) o Xóchitl Gálvez (ingeniera en computación). México será el primer país de América del Norte en romper el techo de cristal. Hillary Clinton lo intentó en 2016, pero la atropelló un troglodita: Donald Trump. El republicano obtuvo 3 millones de votos menos, pero ganó la presidencia gracias al veleidoso sistema electoral de Estados Unidos.

América Latina ha tenido presidentas desde Tegucigalpa hasta Santiago. En la actualidad el cargo lo ocupan solo Xiomara Castro (Honduras) y Dina Boluarte (Perú) impuesta en medio de una crisis política. Hasta no hace mucho tiempo también lo ejercieron Dilma Rousseff (Brasil), Cristina Fernández (Argentina) y Michelle Bachelet (Chile), las tres de izquierda. En Europa destacan Margaret Thatcher (Reino Unido, donde Theresa May resultaría después un fiasco), la Dama de Hierro, y Angela Merkel (Alemania); en Oriente, Golda Meir (Israel) e Indira Gandhi (India) y en Asia, Benazir Bhutto (Pakistán, asesinada en su segunda campaña). Entre las primeras ministras en funciones figuran Giorgia Meloni (Italia, conservadora), Sheikh Hasina (Bangladés, centroizquierda) y Mette Frederiksen (Dinamarca, socialdemócrata). A escala global, sin embargo, la mujer sigue rezagada en los puestos de mayor responsabilidad.

En una visita del presidente José López Portillo a La Laguna, a finales de los 70, pregunté a los gobernadores de Coahuila, Durango, Chihuahua y Zacatecas, por separado, si México podría ser gobernado en el futuro próximo por una mujer. Me vieron como quien mira a un bicho raro, respondieron cualquier cosa y siguieron su camino. Quizá no por lo descabellado de la idea, sino por ser un asunto exclusivo del caudillo de turno. Años más tarde, una mujer le colocó al gobernador Eliseo Mendoza una banda presidencial, la cual se retiró en un dos por tres.

La pregunta de si México está preparado para tener presidenta cae por su peso. Lo está y así lo veremos cuando tome las riendas. Máxime después de tantos y tan malos presidentes. Si es por preparación y capacidad, las hay superiores; si por conocimiento del mundo y del país, ni que decir tiene. Las mujeres son mayoría en la lista nominal, gobiernan un tercio de los estados, el Congreso es paritario por primera vez y en el Senado representan el 51%. También ocupan los cargos más relevantes en el Poder Judicial, en los órganos constitucionales autónomos (Banco de México, Inegi, CNDH e INE) y en el gabinete. La alternancia de género en el poder está en puertas.

Un presidente acorazado

El antioficialismo se escandaliza de que la candidata del partido gobernante, Claudia Sheinbaum, se disponga a continuar el programa de Gobierno de Morena (puesto en marcha por el presidente Andrés Manuel López Obrador bajo el paraguas de la Cuarta Transformación), en caso de ganar las elecciones del 2 de junio. Si no es el proyecto social del Movimiento de Regeneración Nacional, ¿cuál debería seguir entonces? Xóchitl Gálvez plantea lo mismo: seguir la doctrina del PAN y retomar la estrategia de guerra de Felipe Calderón contra el crimen organizado que introdujo al país en una dinámica de sangre y destrucción. También adoptaría, acaso contra su voluntad, las políticas del PRI causantes de crisis sucesivas y de su propia ruina. Y peor aun, se sometería a los grupos de poder detrás de su candidatura.

La presidencia imperial fue exitosa porque se contrapesaba a sí misma. Desfogar presiones internas y acomodarse a las circunstancias políticas del mundo le permitió sobrevivir más de 70 años. En aras de la preservación, el presidente de turno se inmolaba al momento de nombrar sucesor. Perdía poder, pero ganaba seguridad económica e impunidad. A ninguno se le defenestró o se le puso entre rejas como ha ocurrido en Estados Unidos, Argentina, Brasil, Perú y otros países de América y Europa. En México las sucesiones perdieron su carácter pendular cuando la tecnocracia tomó el control. El modelo económico implantado por Carlos Salinas de Gortari lo aplicaron a pie juntillas sus sucesores del PRI y el PAN en el cuarto de siglo siguiente.

La libertad económica, la apertura comercial, las privatizaciones y la desregulación favorecieron a algunos sectores, sobre todo al exportador, pero aumentaron el poder de la oligarquía y ensancharon la brecha social. Al mismo tiempo debilitaron al Estado y mermaron su capacidad para responder a las demandas de las mayorías. La desigualdad y la pobreza polarizaron al país. Cuando el neoliberalismo dejó de verse como la panacea universal y las trampas del progreso salieron a la luz, las sociedades empezaron a buscar otras opciones. Los nacionalismos y los populismos de izquierda y derecha volvieron a ganar terreno incluso en las naciones más desarrolladas.

La corrupción de las élites políticas y económicas, detentadoras del poder, y el repudio por la partidocracia tradicional han incitado al cambio de Gobiernos y de regímenes alrededor del mundo. Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia después de tres campañas (las mismas que Lula da Silva en Brasil y Gustavo Petro en Colombia), lo cual le permitió conocer las demandas y aspiraciones de los sectores desfavorecidos. Denunciar los abusos de los poderosos le granjeó la animadversión de las élites. Sin embargo, las campañas negras terminaron por acorazarlo.

El Gobierno de AMLO está muy lejos de cumplir las metas prometidas, pero no será peor que los precedentes del PRI y el PAN. La seguridad y los sistemas de salud, justicia y educación, ejes de su propuesta transformadora, son los flancos por donde el frente opositor, la oligarquía y sus adláteres del país y el extranjero atacan para incidir en la intención de los votantes. Empero, las encuestas prefiguran un resultado favorable a Claudia Sheinbaum. El mayor obstáculo de Xóchitl Gálvez son las siglas del PAN, PRI y PRD, partidos con el mayor rechazo entre los ciudadanos. La candidata de Morena tiene suficientes asideros; la del bloque contrario está prendida de alfileres.

Profecías apocalípticas

Lo primero que Xóchitl Gálvez necesita para despuntar en la carrera presidencial consiste en remontar la percepción de una derrota inminente; de lo contrario no podrá acortar distancias con Claudia Sheinbaum. Las semanas iniciales de las campañas han puesto de relieve las dificultades de la candidata del PAN, PRI y PRD para ser vista con posibilidades reales de ganar el 2 de junio. El entusiasmo de la senadora hidalguense con licencia no contagia ni basta para afrontar a la maquinaria del partido oficial, convertido en la nueva aplanadora electoral. Morena, como en los tiempos del PRI, domina la escena política.

Candidata improvisada, Gálvez rivaliza con una política que se preparó desde la jefatura de Gobierno de Ciudad de México para ser presidenta y continuar el proyecto de la 4T. Se trata de una competencia desigual por donde se le vea. Gobernar la mayoría de los estados (23) le brinda a Morena una ventaja estratégica. También juegan en favor de Sheinbaum los programas sociales que entre 2020 y 2022 permitieron rescatar de la pobreza a casi 9 millones de personas (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, 2023).

Gálvez explota los fracasos de la 4T (inseguridad, violencia, déficit de servicios sanitarios, desabasto de medicamentos) para captar el voto del hartazgo, de la insatisfacción ciudadana y del miedo. Sheinbaum tiene de su lado la estructura territorial y política de Morena y el respaldo de un presidente aún popular, no obstante sus desaciertos y desbarres. Gálvez suma a su causa a los poderes fácticos, a las élites económicas, a la «comentocracia» antiobradorista y a un sector de la prensa extranjera contraria a las reformas del presidente López Obrador en materia eléctrica y petrolera. Los reportajes sobre el supuesto financiamiento de barones de la droga a las campañas de AMLO de 2006 y 2018, con datos filtrados por la DEA y desestimados por el Gobierno de Estados Unidos, reflejan desesperación ante el avance de Sheinbaum.

Algunos analistas critican a los sectores de la prensa y de la iniciativa privada que dan por sentado el triunfo de la candidata de la coalición Morena-PT-Verde. «Los medios le hacen vacío a la oposición. Los empresarios se trepan al camión oficialista haciendo cálculo de las ventajas que les ofrece el vasallaje. Los derrotados se humillan para aparecer en la foto. Los intelectuales ofrecen razones para distanciarse del Gobierno agonizante al tiempo que brincan a elogiar a quien sí hará realidad el gran proyecto traicionado. El mensaje del poder en su renovación, más que triunfal, es soberbio: la historia les pertenece» (Jesús Silva Herzog-Márquez, Reforma 22.01.24).

El dinero se orienta por el olfato más que por un sexto sentido. Para los detractores de López Obrador, la declaración de que su autoridad moral está por encima de la ley, lo confirma como un déspota. La Constitución y la democracia, para ellos, han sido suplantadas por la voluntad del «tirano». Sin embargo, el discurso se contradice a sí mismo. La comentocracia se expresa sin restricción alguna. Los empresarios nacionales y extranjeros tampoco han dejado de invertir y de obtener utilidades. El mito según el cual elevar el salario mínimo en términos reales provocaría una escalada de precios, cayó por su peso. Si el capital tomó asiento en el tren de la 4T puede deberse a que las profecías apocalípticas no se cumplieron. El país, a pesar de los problemas exacerbados en el sexenio feneciente, no es el que pintan (de rojo) los medios que han convertido a Gálvez en heroína o en una especie de campeona sin corona. E4

Jefas de Estado que abrieron el camino

América

  • Xiomara Castro. (Honduras, 2022)
  • Dina Boluarte. (Perú, 2022)
  • Dilma Rousseff. (Brasil, 2011-16)
  • Cristina Fernández. (Argentina, 2007-15)
  • Michelle Bachelet. (Chile, 2006-18)

Europa

  • Giorgia Meloni. (Italia, 2022)
  • Mette Frederiksen. (Dinamarca, 2019)
  • Erna Solberg. (Noruega, 2013-21)
  • Angela Merkel. (Alemania, 2005-21)
  • Margaret Thatcher. (UK, 1979-90)

Asia

  • Sheikh Hasina. (Bangladés, 2009)
  • Benazir Bhutto. (Pakistán, 1988-90)
  • Corazón Aquino. (Filipinas, 1986-92)
  • Indira Gandhi. (India, 1980-84)
  • Golda Meir. (Israel, 1969-74)

África

  • Samia Hassan. (Tanzania, 2021)
  • Sahle Zewde. (Etiopía, 2018)
  • Ellen Johnson. (Liberia, 2006-17)

Oceanía

  • Naomi Mata’afa. (Samoa, 2021)
  • Julia Gillard. (Australia, 2011-15)
  • Jenny Shipley. (NZ, 1997-99)

¿Se repetirá en México el efecto Bukele el 2 de junio?

El partido Nuevas Ideas obtiene el 84.6% de los votos, retiene la presidencia y arrasa en las elecciones legislativas y de alcaldes de febrero

El político y empresario Nayib Bukele es un ejemplo de cómo las ideologías y las posiciones de los partidos influyen cada vez menos entre los electores, y cuentan más los resultados de cualquier tipo de Gobierno. En contextos así puede ocurrir incluso que importantes segmentos de la población prefieran el autoritarismo a la democracia, y a otros le dé lo mismo. Si de algo deben arrepentirse y pagar los costos, lo harán después. Bukele, cuya popularidad se basa en la lucha contra las pandillas y en una reducción drástica de la tasa de homicidios, reformó la Constitución de El Salvador para reelegirse. El partido Nuevas Ideas (NI), fundado hace apenas siete años por este político de ascendencia libanesa, obtuvo «un aplastante triunfo en las elecciones presidenciales (…) y consolida su poder total», tituló BBC News Mundo el 5 de febrero pasado, un día después de los comicios.

Bukele, quien contaba 38 años cuando ganó por primera vez la presidencia, captó casi el doble de los votos obtenidos en 2019, al pasar de 1.4 a 2.7 millones y subir del 53 al 84.6% en las preferencias. El abstencionismo rondó el 50% en ambos procesos. NI y sus aliados se hicieron también con 54 de los 60 asientos de la Asamblea Legislativa y con 43 de las 44 alcaldías. El bipartidismo formado por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMNL), por el cual Bukele había sido alcalde de la capital en 2015, y Alianza Republicana Nacionalista (Arena) prácticamente desaparecieron de la escena. Pues sus candidatos no alcanzaron, juntos, ni el 12% de la votación.

La ideología de NI es un amasijo de populismo, bukelismo y atrapatodo, según se designa a los partidos enfocados al voto de ciudadanos de doctrinas divergentes. El sincretismo y la tercera posición (entre la derecha y la derecha extrema) de NI reflejan el carácter de su líder, quien es equiparado a su homólogo argentino Javier Milei. Bukele construyó una prisión gigantesca (Centro de Confinamiento del Terrorismo), no para tenerla de adorno, sino para llenarla con hasta 12 mil internos. Sin embargo, la detención aleatoria de civiles, las políticas de seguridad draconianas, que a unos entusiasman y a otros les ponen los pelos de punta, la falta de sentencia firme en la mayoría de los casos y la disminución de los homicidios, por encima de los derechos humanos, son el caldo de cultivo para una crisis mayor.

En México el presidente Andrés Manuel López Obrador mantuvo a todo trance la estrategia pacifista contra la delincuencia organizada. Frente a uno de los fracasos más notables de la 4T, el dilema de los candidatos a sucederle es cuál ruta seguir en el próximo sexenio. Xóchitl Gálvez, del bloque PAN-PRI-PRD, no está de acuerdo con los «abrazos», pero tampoco se atreve a proponer una vuelta a los balazos de la guerra calderonista. Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, ha sugerido aplicar el «Modelo Bukele». En consonancia con la visión de AMLO, Claudia Sheinbaum (Morena-PT-Verde) tiene claro que apagar el fuego con aceite solo agravaría el problema. En vez de mano dura, propone «impunidad cero», variación del programa «cero tolerancia» del exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani.

También falta ver si el partido de AMLO (Morena), como el de Bukele (NI), logra el 2 de junio un triunfo arrollador. Más de 100 millones de mexicanos acudirán a las urnas ese día para elegir presidente de la república, 500 diputados, 128 senadores, nueve gobernadores, 31 congresos locales y mil 383 presidentes municipales. O bien si hay un cambio de rumbo. Las encuestas apuntan a un victoria de la 4T y el obradorismo. Si es rotunda como en El Salvador, el caudillo habrá clavado al PAN, PRI y PRD la última estocada. E4


Campañas: vientos a favor y mareas en contra

El golpe efectista de la candidata del frente opositor (firmar un pacto con sangre) se apaga pronto. Sheinbaum se afianza en la intención de voto

A tono con «Fuerza y Corazón por México», como se denomina a la alianza PAN-PRI-PRD que la postula, Xóchitl Gálvez firmó con sangre un pacto mediante el cual se compromete no solo a conservar la pensión para adultos mayores —y los apoyos para otros segmentos de la población—, sino a elevar su monto y reducir la edad para ampliar su cobertura. Ante un notario público, la política hidalguense retrocedió al pasado: «Por mis hijos y el recuerdo de mis ancestros, hago este juramento ante las leyes de mi país. Doy fe pública de (que) cuando asuma el cargo de presidenta de los Estados Unidos Mexicanos no se eliminarán los programas sociales, que son un derecho de los mexicanos, y como estoy convencida de que (…) merecen más, los voy a incrementar».

«Como alumna de la Política de Bienestar vigente (Xóchitl), firma con tinta sangre más dinero para bonos sociales aunque no aclara cómo obtendrá los recursos».

(Roberto Zamarripa, Reforma, 04.03.24)

La crítica apagó el golpe de efecto. «Como alumna de la Política de Bienestar vigente (Xóchitl), firma con tinta sangre más dinero para bonos sociales aunque no aclara cómo obtendrá los recursos. El resquicio encontrado es “Morena es más narco, más muerte y más miedo”. El miedo como divisa. Tiene efecto. Pero regresar al 2006 ya no asusta» (Roberto Zamarripa, «El arranque». Reforma, 04.03.24). Para el autor de Tolvanera, el ganador de la etapa inicial de la competencia es el presidente. «AMLO marca la agenda. Arrancaron las campañas de la reparación, de la disputa por quién es la mejor restauradora del modelo obradorista».

Antes de las campañas, el escritor Jorge Volpi anticipaba: «El discurso de Gálvez se vuelve cada vez con mayor frecuencia un oxímoron: es una progresista conservadora o una reaccionara de izquierdas; una defensora del derecho a decidir de las mujeres que prefiere callar para no incomodar a sus aliados católicos; una feroz crítica del papel que López Obrador le ha dado al Ejército que alaba la política de seguridad de Calderón, el cual por primera vez sacó a los militares de sus cuarteles para colocarlos en tareas de seguridad pública; una severa crítica de la corrupción y el nepostismo de la 4T aunque está rodeada de priistas con un largo historial a cuestas; alguien que ha conformado su equipo con calderonistas solo para apresurarse a desestimar a Calderón en caso extremo.

»Y es que la Alianza —o Fuerza y Corazón por México: un nombre que nadie retiene— es, por sí misma, un oxímoron: un batiburrillo de partidos cuyo único punto en común es su oposición a la 4T y un conglomerado de figuras que representan lo peor de nuestra historia reciente: una explosiva mezcla de corrupción, falta de escrúpulos y ausencia de principios que difícilmente podrá ayudarla en su campaña. Ella es, sin duda, fresca e ingeniosa, pero —al igual que ocurre con Claudia Sheinbaum, su némesis— resulta imposible conocer su propio programa frente al alud de contrasentidos que acarrea» («Xóchitl oxímoron», Reforma, 17.02.24).

Volpi advierte que «ante la debacle militarista y autoritaria de los últimos meses de López Obrador», el país requiere «un proyecto claro y coherente —sobre todo en términos de justicia y combate a la desigualdad—, no un oxímoron tras otro». En las primeras semanas de campaña presidencial nada ha cambiado. La candidata de la 4T navega con el viento a favor y una ventaja holgada y sostenida en las encuestas. En la balanza electoral pesa más el apoyo de AMLO que los déficits de su Gobierno. La abanderada del bloque opositor, en cambio, está a merced de las mareas. El pacto de sangre quedará para el anecdotario. E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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