A vueltas con el problema del mal

Para Andrés Navarro, promotor incansable del humanismo.

En estos días falleció, después de una larga enfermedad, nuestro buen amigo Andrés Navarro Zamora. Dejó huella. Andrés dedicó su vida a promover el humanismo en una universidad de inspiración cristiana. Además de ser un apasionado de la docencia, coordinó algunos libros sobre los problemas que más laceran la conciencia de la humanidad: el mal, la muerte, la sexualidad… En dichos libros dio a conocer sus ideas en torno a estas temáticas.

Yo conté con la fortuna de presentar uno de sus textos, el intitulado El problema del mal. Un desafío para la persona humana. Ese libro contiene un prólogo de mi autoría bautizado como «Nuevas notas sobre el mal». En el prólogo hago alusión al escrito de Andrés «El problema del mal en el hombre». Vuelvo ahora de nueva cuenta a reflexionar sobre esta preocupación compartida.

La hermenéutica que hago del ensayo de Andrés me lleva a distanciarme tanto de la postura clásica de San Agustín del mal como privación del bien como de la tesis mazdeísta que le concede realidad al mal. Andrés y yo hacemos nuestra la tesis zubiriana del mal comprendido como «condición de realidad», que no es lo mismo que «mera y nuda realidad». Aunque a veces, considerando la magnitud de la maldad en el mundo actual, nos den ganas de concederle realidad a secas. Gaza y Ucrania se erigen como símbolos coyunturales de esta desgracia.

¿En qué consiste esta «condición de realidad»? Tal concepto se presta a multitud de interpretaciones. Una de ellas tiene que ver con lo que expongo en mi libro Temperatura propia, es decir, con la llamada «apropiación de posibilidades». En la medida en que me apropio de posibilidades que van en contra de mí y de nuestro proyecto felicitante, en esa medida quedo en «mala condición». Adquiero ciertas propiedades «por apropiación» que van derruyendo mi «opción fundamental» por la justicia y el bien. No olvidemos que estamos hablando exclusivamente del mal moral. Sin embargo, estas «propiedades» son hasta cierto punto reales. Por eso decimos que son «condición de realidad». Queda uno en «mala condición», como el boxeador que ha recibido un uppercut letal. Adquiere uno una segunda naturaleza, la del Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson.

Hay quien observa, Francesco Alberoni, por ejemplo, que el mal es el dilema. No suscribo esta posición. ¿Es el mal el dilema? Más bien pienso que el mal tiene que ver con la elección ante el dilema, con la apropiación de una posibilidad sobre otra. Ello nos lleva a alcanzar lo que yo llamo una «temperatura impropia».

El teorema de la parte maldita de Baudrillard asegura que «todo aquello que expulsa su parte maldita perece en el instante». Éste es el problema del mal, que si queremos extirparlo podemos arrancar también el trigo como en la parábola de Mateo sobre el trigo y la cizaña. Hay que tener paciencia. Patientia vincit omnia.

Hace años escuché por primera vez, en una cinta sobre el Holocausto, que el mal es «la falta de empatía». La frase fue proferida por el psicólogo Gustave Gilbert durante los «Juicios de Nuremberg». Nunca mejor dicho. La falta de empatía nos conduce de la indiferencia al egoísmo y de aquí a la franca destrucción del otro.

Andrés fue un apasionado del «séptimo arte». En sus libros solía incorporar, además de las reflexiones teóricas sobre el problema, apuntes para profundizar en el tema con ayuda del cine. Yo también fui víctima de su generosidad: me donó varias películas del llamado «cine de culto». Con agradecimiento y hasta el cielo, un abrazo para quien fue, como señala con humor nuestro cuate común, el Kiro, «valiente, noble y leal» (cfr. Corrido de Chihuahua).

Referencia:

Navarro Zamora, Andrés (comp.), El problema del mal. Un desafío para la persona humana, Universidad Iberoamericana, México, 2011.

Un comentario en “A vueltas con el problema del mal

  1. Gran reflexión doctor: «La falta de empatía nos conduce de la indiferencia al egoísmo y de aquí a la franca destrucción del otro» Bravo.

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