Misoginia y hostigamiento en redes sociales exhiben algoritmos ad hoc

El experimento de una periodista de la BBC revela cómo las mujeres son el blanco favorito del hostigamiento en Internet. Amenazas, memes perturbadores sobre actos sexuales, contenido que acepta la violación, el acoso y la violencia de género, a la carta

Los papeles de Facebook, el arte de lucrar con la desinformación

Los notables triunfos que las mujeres han logrado en su lucha por la equidad de género en el ámbito político, económico y social —sin que esto implique que su tarea haya concluido— distan mucho de verse reflejados en el mundo virtual. Las principales redes sociales son caldo de cultivo para la misoginia y los mensajes de odio, potencialmente más agresivos si la víctima, además de ser mujer, es negra, asiática o millennial.

Aunque plataformas como Facebook, Instagram, Twitter y TikTok se han comprometido en reiteradas ocasiones a mejorar los sistemas para denunciar abusos, filtrar lo que ven los usuarios y ser más selectivo en las interacciones que se establecen en línea, sus discursos no se reflejan en la práctica y siguen apegadas a la línea dura de ingresos, donde resulta más importante maximizar las ganancias que proteger a la comunidad.

Algoritmos cómplices

Los algoritmos de conexión que utilizan las plataformas digitales se basan en establecer vínculos a partir de patrones de comportamiento o gustos comunes. El objetivo es mantener a los usuarios el mayor tiempo posible conectados a la red porque ese tiempo se traduce en venta de publicidad. Es decir, en dinero. Por lo tanto, no resulta nada extraño que individuos misóginos reciban contenido sexista emitidos por la propia red que debía combatirlos.

Así lo demuestra un experimento llevado a cabo por Marianna Spring, reportera de la BBC, especializada en desinformación. Ella, junto a un equipo de trabajo, crearon una cuenta falsa en las cinco redes más populares y diseñaron un trol —usuario dedicado a publicar contenidos provocadores—, que utilizaron para interactuar, pero sin enviar mensajes de odio.

Al poco tiempo descubrieron que Facebook e Instagram le recomendaban cada vez más a su cuenta falsa contenido antimujeres, que a veces involucraban violencia sexual.

«Las compañías de redes sociales dicen tomarse en serio el odio contra las mujeres en Internet, y tienen reglas para proteger a los usuarios del abuso. Las medidas que toman al respecto incluyen suspender, restringir o incluso cerrar cuentas que envían mensajes de odio. Pero mi experiencia muestra que a menudo no lo hacen. Informé a Facebook de algunos de los peores mensajes que he recibido, incluidos aquellos en los que se me amenaza con ir a mi casa a violarme y cometer actos sexuales horribles. Meses después, la cuenta permanecía activa en Facebook, junto con decenas de otras cuentas de Instagram y Twitter desde las que me enviaron mensajes abusivos», asevera Spring (BBC, 22.10.21).

El objetivo de estos algoritmos es explotar los nichos que resulten atractivos para los cibernautas. Ponerlos a su disposición, potenciarlos y establecer enlaces dentro de la comunidad virtual para que sientan la necesidad de mantenerse conectados. Chloe Colliver, experta en redes del Instituto de Diálogo Estratégico, advierte que a los responsables de las redes sociales no les importa qué tipo de material se promueva con tal de alcanzar este fin. «Están mejorando sus resultados (económicos) manteniendo el interés de usuarios en contenido horrible, violento, a menudo misógino», dice (BBC, 22.10.21).

En este ámbito, amenazas, memes perturbadores, contenido que condona la violación, el acoso y la violencia de género, suelen ser las publicaciones más frecuentes.

Edad y raza: detonantes

Un estudio elaborado en 2020 por The Economist Intelligence Unit, consultó a 4 mil mujeres adultas de 51 países y estableció que el 38% de ellas había sufrido una experiencia directa de intimidación en Internet. La cifra aumenta al 45% si las mujeres son millennials o pertenecen a la generación Z —nacidas después de 1981 y 1996, respectivamente—.

Por su parte, el proyecto Troll Patrol, desarrollado por Amnistía Internacional con base en mensajes misóginos de Twitter a lo largo de 2017, descubrió que las mujeres de color —negras, asiáticas, latinas y mestizas— tienen un 34% más probabilidades de ser mencionadas en tweets abusivos que las blancas. Y en el caso específico de las negras, se dispara hasta 84%.

«Es realmente importante que reconozcamos que el abuso y el acoso contra las mujeres en las plataformas de redes sociales está generalizado y que es una de las mayores barreras para la igualdad de género», indica Azmina Dhrodia, gerente senior de políticas de la World Wide Web Foundation. E4


Los papeles de Facebook, el arte de lucrar con la desinformación

La publicación, el 25 de octubre, de los Papeles de Facebook —analogía de los Papeles de Panamá, los Papeles del Paraíso y, más recientemente, los Papeles de Pandora— vuelve a poner contra las cuerdas a Mark Zuckerberg, consejero delegado (CEO) del gigante tecnológico, quien ahora debe responder por qué hizo la vista gorda ante las campañas de desinformación que se multiplicaron en su plataforma y sobre las cuales la compañía sí tenía conocimiento.

Según los documentos publicados por un consorcio de 17 medios que incluye a CNN, el New York Times y el Washington Post, trabajadores de la red social llamaron la atención sobre la difusión de teorías de conspiración y contenido inflamatorio antes y después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Asimismo, revela que los investigadores de la empresa estaban al tanto del flujo de fake news que sugería que los votos habían sido manipulados en contra de Trump.

Los papeles de Facebook no aclaran si el emporio de las telecomunicaciones tuvo dificultades para controlar la velocidad con la que se propagó la información falsa o le preocupaba perder interacción con sus usuarios si tomaba medidas al respecto.

No obstante, las sospechas sobre un manejo tendencioso de las publicaciones para obtener dividendos ganan mayor notoriedad en el tema de la pandemia y las campañas de salubridad para enfrentarla. Facebook investigó cuidadosamente cómo su plataforma difundía información errónea sobre los procesos de inmunización e hizo caso omiso a las posibles soluciones que presentaron sus empleados para contrarrestar el contenido antivacunas en el sitio.

Como válvula de escape, Zuckerberg anunció el 15 de marzo que Facebook comenzaría a etiquetar de «seguras» aquellas publicaciones que contaran con sustento informativo. Sin embargo, el plan ya venía con maña porque, a la par que ofrecía un paliativo para las demandas de las organizaciones de la salud, le permitía a su compañía seguir generando ganancias con los comentarios contra las vacunas.

A pesar de los archivos presentados por el consorcio periodístico, el CEO de la red social asegura ser víctima de una campaña difamatoria. «Estamos viendo un esfuerzo coordinado para utilizar selectivamente documentos filtrados para pintar una imagen falsa de nuestra empresa», expresó (Forbes, 26.10.21).

A lo que no responde Zuckerberg es a cuántas personas dañó Facebook por no ponerle freno a la desinformación. E4

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

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