Mitos en medicina moderna

«El corazón tiene razones que la razón desconoce» es sin duda el más conocido aforismo, místico, de Blaise Pascal, y digo místico puesto que la razón reside en la inteligencia cerebral, no en el corazón. Recordemos que Blas Pascal, matemático físico y filósofo era teólogo creyente. De acuerdo con Blaise Pascal, el filósofo detrás de esta cita, el hombre dotado de razón es susceptible a abrir su corazón, es esta capacidad que él llama «pensamiento» que hace su humanidad. Sin embargo, el corazón es a menudo más fuerte que la razón. Cuando amamos, somos poco razonables, no analizamos las cosas de la misma manera. Las razones del corazón no son siempre racionales, las ganas y el deseo, la razón las ignora. En otras palabras, las reacciones de los humanos, y más si se hacen movidos por el afecto o la pasión amorosa, no superan el examen racional. Según Pascal, lo verdaderamente esencial en el hombre no es la razón natural sino la voluntad y capacidad de fe, es decir, el corazón.

Un ejemplo de lo anterior es la frase de fe, impresa en el verde dólar del imperio capitalista: «in God we trust», en Dios confiamos. Es un lema del corazón, para hacer dólares, es la finalidad, si importar los medios, de ahí las guerras comerciales, las guerras armadas y la industria farmacéutica que acuñó carretonadas de dólares con el COVID-19 y las enfermedades más frecuentes

Mediante la propaganda comercial en los medios de comunicación, la sociedad sana que dice sentirse bien, está «programada» para creer ciegamente en los resultados mínimamente alterados, de laboratorio y gabinete, como si fuese la verdad absoluta y, si esos resultados los avalan diversos especialistas, a quienes se les atribuye también una perfección inmaculada, se complica aún más convencer a una persona amedrentada de que esas alteraciones insignificantes no tienen repercusión clínica, puesto que ellos se sienten bien.

Un médico general o un médico internista debe contar con una competencia profesional capaz de cuestionar o corroborar, sin descalificar, los puntos de vista de tal o cual especialista, tal como afirma Pascal: lo anterior solo lo puede hacer un médico general o médico internista que sabe un poco de todos los órganos y sus enfermedades.

O, dicho de otra manera, en el contexto de medicina, que la obsesión por saber todo sobre un órgano como el corazón, no nos impida ver que ese posible enfermo del corazón tiene otros órganos vitales que funcionan en forma sistémica, es decir, que dependen unos de otros y que una alteración en un órgano específico, puede manifestarse alterando la función de otros órganos. Aquí es donde, cuestionando a Pascal, el hombre en cualquier actividad humana ha de actuar con lo que nos dicta la razón, con veracidad y con justicia y secundariamente con el corazón y la fe. Bien dice un apotegma: la fe es ciega. La fe afirma categóricamente, la razón duda constantemente, de la duda surge el conocimiento, de la duda surge confirmar o nulificar una hipótesis diagnóstica.

Un 80% de los problemas médicos los puede resolver un buen médico general, la enfermedad renal crónica o aguda, la hipertensión arterial, la diabetes, el cáncer, el síndrome de intestino irritable, las infecciones urinarias, las enfermedades agudas respiratorias o digestivas, por mencionar las causas más frecuentes de consulta médica ya en adultos, niños, hombres o mujeres, son de la competencia del médico general que en un 20% es posible que requiera la necesidad del apoyo de los diversos especialistas.

No obstante lo anterior, el corazón y la fe en el dios dólar, ha programado a la sociedad y a los médicos generales para afirmar que solo los especialistas deben tratar las enfermedades citadas.

Por ejemplo, para un tipo que llega quejándose de no haber dormido desde hace días y caerse de sueño, el tratamiento médico es evidente: análisis inmediatos para asegurarse de que el insomnio no ha generado otros trastornos. El abanico de posibilidades autoriza examen de la vista, electrocardiograma, tomas de sangre, radiografías, escáneres, en suma, todo un repertorio de medidas que obligan al pobre insomne a mantenerse de pie cayéndose de sueño. En 24 horas ha de liquidar una cuenta de 25 mil pesos, nomás por no dormir bien una noche, y esa cuenta seguramente le quitará el sueño por otras tantas noches. Por supuesto con el «in God we trust», en el nombre del dios dólar. Y seguramente ni le aclararon la causa del insomnio, que con frecuencia se debe a preocupaciones económicas o familiares.

Esta es la medicina moderna, con tecnología de punta, como se comenta en el siguiente enlace: https://www.jornada.com.mx/2023/12/10/opinion/a05a1cul

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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