Mutilando a la democracia

Si no desarrollas una cultura democrática, constante y viva, capaz de implicar a los candidatos, ellos no van hacer las cosas por las que los votaste. Apretar un botón y luego marcharse a casita no va cambiar las cosas

Noam Chomsky

Desde finales del año pasado, prevalece en nuestro país un ambiente de polarización permanente, generada a todas luces, por la afrenta agresiva del Gobierno federal que tiene como consigna el debilitamiento de las instituciones y del Estado de derecho. Con todas las variantes y probabilidades, el poder Ejecutivo federal impulsa ocurrencias, restricciones y decisiones incendiarias que son aprobadas por políticos que hace no mucho tiempo, desde otra trinchera confrontaban y arremetían con seguridad y sabiduría absurda.

José Woldenberg Karakowsky, exconsejero presidente del Instituto Federal Electoral, ahora INE, ha expresado en diferentes espacios y foros la defensa de la institucionalidad e integridad democrática, pero, sobre todo, la preservación de la autonomía de las autoridades electorales. No se puede cincelar con un solo golpe, ni tampoco borrar con un brusco trazo, el sistema electoral mexicano que varias generaciones de mexicanos construyeron y que ha permitido una convivencia y competencia de la pluralidad; se ha edificado una estabilidad política que ha logrado, la transmisión pacífica de los poderes públicos y por supuesto, la ampliación de los derechos y libertades.

México logró erigir una democracia que dejó atrás el país de un solo partido, el presidencialismo, las elecciones sin competencia y las oposiciones a modo. Gracias a la lucha de ideas, se dejó de lado que las autoridades electorales funcionaran como apéndices del Ejecutivo.

Ocho reformas se han llevado entre 1977 y 2014 y gracias a ello contamos con autoridades electorales autónomas, tribunales para dirimir conflictos y una competencia en mejores condiciones. La diversidad política, se dio de manera paulatina, pero sistémica; hemos aprehendido de la diversidad, de la alternancia, de los congresos plurales, del diálogo, la negociación y acuerdo que antes se añoraban y que ya tenemos.

Hoy, el titular del Ejecutivo federal arremete contra el INE, pretende cambiar las reglas electorales. El primer asalto consistió en pretender reformar la Constitución para qué en términos llanos, se destruyera nuestra democracia. El pueblo quita, el pueblo pone… el rechazo popular de la iniciativa fue evidente y se orquestó el denominado «Plan B» que de una manera secundaria y diametral se propone un paquete de reformas a más de 450 artículos de seis leyes, cinco de ellas generales, contenidas en un fiasco de documento plagado de ilegalidades que solo pretenden fracturar la democracia mexicana. Esto solo revela un asalto institucional y un desdén por la integridad republicana.

México no puede volver a una institución electoral alineada con el Gobierno, incompetente de garantizar la justa imparcialidad en todo proceso electoral. No podemos regresar al pasado; es cierto, no estamos en una estación final, ciertamente estamos en una germinal democracia pero que nos ha dado valores tan importantes como la pluralidad política. Nuestro país no merece regresar al pasado.

Aguascalientes, 1982. Cursó sus estudios de Licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Coahuila, posteriormente hizo sus estudios de maestría en Gobierno y Gestión Pública en la Universidad Complutense de Madrid. Labora en la administración pública estatal desde el año 2005. Es maestro de Teoría Política en la Facultad de Economía de la UA de C desde el año 2009. Ha sido observador electoral de la Organización de los Estados Americanos en misiones para Sudamérica, en la que participa como miembro de observadores para temas electorales.

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