Oler para creer

El sentido de la vista define mucho de la condición humana. Nuestro lenguaje está lleno de metáforas que aluden a la acción de ver. Una invitación a cambiar de opinión implica «ver las cosas de otra manera». Para explicar la forma en que alguien «ve el mundo», hay una palabra: cosmovisión. Si evaluamos una petición, decimos «déjame ver». Hay quienes «ven la tempestad y no se hincan». Algunas personas necesitan fotos de los platillos en una carta para «ver qué se les antoja». Cuando uno llega al doctor y es momento de una revisión (sí «re-visión») se escucha un «vamos a ver». En el mundo del marketing, la joya de la corona es un insight. No hay duda, dependemos mucho de nuestros ojos. Quizá excesivamente, aunque para los incrédulos no hay como «ver para creer», y para quien quiere enfatizar que es un testigo confiable un «lo vi con mis propios ojos» equivale a un juramento, de ahí que en inglés se dice eyewitness, o sea «testigo ocular».

¿Acaso nuestra alta dependencia y confianza en el sentido de la vista nos priva de encontrar mejores soluciones para problemas donde otros sentidos harían un mejor papel? Sentidos no necesariamente nuestros, por cierto. El olfato canino ha demostrado ser una extraordinaria herramienta para aquello que necesitamos detectar y no podemos ver. Los humanos percibimos el mundo a través de la vista, los perros lo hacen por su desarrollado sentido olfativo. Los científicos estiman que la capacidad de los canes es cientos de miles de veces más fuerte que la nuestra. Imagina por un momento si tu poder olfativo aumentara miles de veces, serías capaz de percibir cosas que hoy pasan desapercibidas. Tu doctor te diría, «vamos a oler» y tu pareja sabría de dónde vienes al pegar su nariz a tu ropa (bueno, eso ya sucede).

Nuestra mente está programada para depender de lo que ve. No es casual que buscamos soluciones visibles, como escanear equipaje y rastrear evidencias bajo el microscopio. Los perros lo están haciendo mejor. Luego de gastar 19 mil millones de dólares, el Pentágono tiene su mejor detector de explosivos: un perro. Ni los drones, ni los detectores de metal, ni los rastreadores de químicos ni las cámaras espías superan la nariz de un sabueso. En México, la Administración General de Aduanas lucha contra el trasiego de drogas usando perros entrenados para detectar narcóticos, explosivos y dinero en efectivo, escondidos en forma inaudita e «in-visible» para el ojo humano, no para la nariz con cuatro patas.

En diversas partes del mundo, la humanidad enfrenta el COVID-19 usando al mejor amigo del ser humano, los perros entrenados pueden detectar la enfermedad en una persona con solo pasarle su nariz brevemente. El récord de precisión de los animales es extraordinario, además de que pueden revisar grandes grupos de personas en menos tiempo y costo que los métodos actuales. También se han registrado notables avances en la detección de cáncer de próstata. Mucho de estos avances aún está en proceso de perfeccionamiento, menos por la habilidad de los perros que por la impericia humana, que apenas está abriendo su mente a nuevas posibilidades. Mediante procesos de síntesis enzimática será posible crear olores de diversos padecimientos que luego los perros podrán detectar. Sin duda esto amenazará la industria médica y de tecnología que hoy tiene precios muy altos para acceder a sus soluciones.

«Todo es imposible, hasta que deja de serlo», dijo Jean Luc Picard (Star Trek, The Next Generation). Aceptar nuevas creencias no es fácil para nuestra especie, máxime si imperan la ideología y los intereses particulares. Copérnico vivió bajo el descrédito y la burla por sostener su teoría heliocéntrica, que retaba el geocentrismo y el statu quo religioso y científico de la época. Dame una certeza y te plantearé una duda, es la piedra angular de la ciencia y el progreso. En la China comunista, Mao Zedong ordenó el exterminio de gorriones, bajo el supuesto de que se comían los granos de las cosechas. La desaparición de las aves dio paso a plagas inéditas, como la langosta, que causaron pérdidas millonarias y una gran hambruna (justo lo contrario de lo que se perseguía). ¿Cuántas creencias de hoy se derrumbarán mañana?

«Eppur si muove». Los dogmas cierran puertas, las dudas las abren.

Fuente:Reforma

Columnista.

Deja un comentario