¿Qué andan leyendo? ¿Qué libro les acompaña en su buró? ¿Ninguno? O tal vez ya perdió su interés y de tanto polvo o cosas encima de él ya se mimetizó con el mueble. Esto pasa más seguido de lo que quisiéramos aceptar, el libro se ve muy coqueto a lado de la cama en el buró o en la sala en la mesa del centro, pero nos pide a gritos que lo hojeemos, que naveguemos entre sus letras.
Cuando niño, nos ayudaba en la casa un chico delgado, con facciones muy exquisitas, una cabellera que de verdad le andaba haciendo la competencia a Daniela Romo en sus mejores años. Era sin caer en clichés la alegría del hogar, al cocinar riquísimo y tener la casa impecable. Después se ausentó un tiempo regresó a trabajar a la casa, con el mismo sazón y pasión por su trabajo, solamente había una diferencia. Ya no le decíamos Beto, era Bety. Solo eso.
Los libros tienen una gran aliada, Évolet Aceves, una joven que muy apenas le coqueta a los 30 años, una artista multifacética que escribe cuento, poesía, ensayo, crónica, mostrando una agudeza en su pluma bastante interesante; también es fotógrafa, columnista en Pie de Página y colaboradora en Nexos.
Su obra narrativa gira en torno al misterio, la historia, la fantasía, el erotismo (leí unas cosas que Dios Santo), el horror, el desamor y la moda. Esteta y transfeminista, se ha definido a sí misma como una mujer transgénero, agénero y no binaria. Aquí es donde sí le surgió alguna duda va y consulta, para después seguir leyendo… aquí lo esperamos… ¿Ya?… Seguimos.
Dentro de sus publicaciones, forma parte de la antología Monstrua (2022), coordinada por Gabriela Jauregui y Brenda Lozano, psicóloga con estudios en México, Varsovia y Estado Unidos. Su más reciente obra Tapizado corazón de orquídeas negras te va a atrapar como unas medias.
Entre las páginas del reciente libro de Aceves nos presenta a Cayetana de la Cruz Schneider. Sabremos de Cayetana por sus diarios —una serie de estampas dramáticas e intensas— y por las entrevistas que concede a un joven periodista en el marco de los años 20, donde había un México con una revolución terminada a medias tintas.
También conoceremos a Leonardo, un niño observador, hambriento de mundo y de ser quién realmente quiere ser, sin temor a la bofetada o al rechazo. Enamorado de la vida, gustoso de los payasos, de estar con su abuela y de las medias.
No se confundan, no es un libro cursi, ni un drama LGBTTTIQ. Es un viaje en el tiempo, una reflexión para poner atención a los detalles. Observar nuestro alrededor, disfrutar los momentos y nunca dejar de ser quienes somos, además de un encuentro poético que es sin duda una bocanada de pasión por la vida que hace falta.
Bety tenía una doble vida, no por ella. Al contrario, ella era sinónimo de alegría y felicidad. El detalle era que su novio le pedía que se escondieran, que su relación debería estar en las sombras, al igual tal vez que la sociedad se lo pedía a Cayetana la protagonista de Tapizado Corazón de Orquídeas Negras, tal vez a 100 años de Cayetana, y dos décadas de Bety, hoy quizá sea un mundo mejor para todo lo que consideran algunos diferente o fuera de su mente corta.