Las relaciones prensa-gobierno han tenido altas y bajas y varían a través de los años. La prensa surge como una necesidad de informar a la población, intercomunicarla y señalar las tareas de los gobernantes, que cuando no responden a las demandas populares, la prensa es mecanismo de crítica y señalamientos que hostigan al gobernante. Desde que se inventó la escritura y la imprenta, las palabras son combustible de cambios sociales bajo el binomio prensa crítica-movimiento social. La Iglesia católica, cuando era poder omnímodo junto con soberanos como Isabel la Católica, revisaba todo libro o publicación antes de hacerlo público.
Los gobiernos mexicanos del siglo XX negociaron pagos a la prensa hasta corromperla. Canalizaron a los periodistas dinero en efectivo y a los dueños de periódicos subvenciones onerosas para que «cambiaran» la realidad, ignoraran errores y destacaran aciertos. Don Porfirio destinó a eso 101 mil 820 pesos de su tiempo. Un error, visto desde la distancia, de don Panchito Madero cuando llega al poder, fue suspender esa erogación. Queda como símbolo de esa época de represión la tarea que lleva a cabo en contra de la dictadura el periódico de Don Germán Venegas, El hijo del Ahuizote, que con los grabados de Posada y textos de los Flores Magón y de Nicolás T. Bernal, incendiaron al país en 1910.
Aunque siempre hubo periodistas no corruptos, otros llegaron a niveles inauditos, como Carlos Denegrí en una época de abierta y pública corrupción de editores y periodistas que hicieron de la prensa uno de los más grandes negocios. En nuestros días sobresale Joaquín López-Dóriga, que industrializó la información en los últimos treinta años y amazó una de las más grandes fortunas individuales a base de «información». En las principales ciudades de los estados proliferaron empresas periodísticas que prosperaron más que cualquier industria o negocio comercial y forman parte de la pequeña elite de poderes locales.
Con Andrés Manuel López Obrador, lo primero que cambió fue la relación con la prensa. Se redujo el gasto en publicidad de 12 mil millones de pesos a 2 mil millones, y se acabó el vínculo económico turbio o secreto con los reporteros, y no solo eso, también reveló cuánto se pagaba anualmente a periodistas en anteriores gobiernos. Se confirmaron contratos millonarios con al menos 36 periodistas. Destaca López-Dóriga, quien a través de Ankla Comunicación, Astron Publicidad, Plataforma Digital Joaquín López-Dóriga y Premium Digital Group cobró al gobierno federal, de 2012 a 2018, 290 millones de pesos; también a Óscar Mario Beteta, quien a través de Comentaristas y Asociados SC, vendió cada mención por 15 mil pesos más IVA; el total de acuerdos fue 74.6 millones de pesos. La empresa de Martha Debayle cobró 8 millones 243 mil 761 pesos. Otros beneficiados fueron el periódico digital Sendero, de Federico Arreola (152 millones); o Editorial Clío, de Enrique Krauze (61.6 millones).
Exhibirlos causó serios enfrentamientos con la nueva administración. Los cuestionamientos han subido para «doblar» al presidente y a su proceso anticorrupción. «Apriétale la tuerca a ver si afloja», dicen los dueños de medios. En este primer trimestre vivimos otra confrontación de medios contra López Obrador, pero él, en sus «mañaneras», ejerce su derecho de réplica y tunde a quienes lo critican.
Un momento significativo de respuesta de la 4T fue al recordar el sacrificio de don Francisco I Madero. La única oradora, la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente, leyó algunos fragmentos del libro del historiador Federico González Garza (1936), sobre el vergonzoso papel de la prensa de principios de siglo XX, desde la caída del porfirismo hasta el asesinato del «apóstol de la democracia». González Garza afirma que «Madero no tuvo enemigo más cruel, más despiadado, más perverso, más vil, más infame que el grupo de periodistas que antes habían sido admiradores y miserables lacayos de la dictadura». Los periodistas de esa época, leyó Gutiérrez Müller, que fueron débiles, cobardes y serviles con quien los humillaba, se tornaron altaneros e insolentes con quien respetaba su vida y los dignificaba. Como corolario de esta etapa, el viernes pasado el presidente en la «mañanera» manifestó: «Hago un llamado a los dueños de los medios de información, a los dueños de las televisoras, con todo respeto, para que se ponga por delante la ética y no se engañe, no se manipule, no se tergiverse la realidad y que se le tenga respeto al pueblo».
López Obrador solicitó fortalecer una prensa alternativa y subrayar la importancia de que los medios de comunicación se mantengan distantes de los poderes económicos y políticos. «Que no trafiquen con la libertad de expresión, porque no la ejercen para causas justas, utilizan la libertad de expresión como mecanismos para mantener privilegios».
Antes había señalado la distorsión de noticias por periodistas defensores del neoliberalismo, que ahora orienta sus columnas a deformar la realidad. El presidente señaló la necesidad de una prensa ética que informe con honestidad y objetividad a la nación.
Los gobiernos estatales no se han pronunciado al respecto, mantienen es status quo para llevar la fiesta en paz. La prensa tiene ahora libertad absoluta para publicar lo que quiera, pero tal parece no le interesa, parecen estar dispuestos a sacrificar parte de su libertad en beneficio de sus negocios. Fin.