Autoridades electorales mexicanas denominaron a las elecciones de este año 2021 como las más grandes y ambiciosas en la historia de la política mexicana por el número de puestos de elección popular en juego y en consecuencia establecieron 41.5 millones de comerciales de publicidad electoral desde el primero de febrero y hasta el 5 de junio del año en curso para convertirse en los comicios también más publicitados en radio y televisión de la historia nacional.
En términos reales los mexicanos que acceden a la programación de 2 mil 60 estaciones de radio y mil 371 canales de televisión del país, estarán expuestos a 96 mensajes diarios en cada medio de comunicación que se repartirán entre partidos políticos y sus candidatos además de autoridades electorales federales y estatales con sus respectivos tribunales y fiscalías especializadas.
La cantidad de mensajes se antoja única en comparación con países del mundo donde no se privilegia la repetición desmedida y donde se prioriza el hecho de no fastidiar, hartar y molestar a los ciudadanos con campañas sin creatividad y constantes ataques entre políticos, aspirantes y gobernantes.
Para algunos analistas la cantidad es correcta y la distribución para partidos y autoridades electorales es justa y equitativa de acuerdo a los resultados de los últimos comicios federales y estatales.
Además para las autoridades y los partidos que participan en los comicios, según su aprobación a la última ley electoral que regulará las elecciones de este año, son estrategias que convienen para los participantes y que motivan la participación ciudadana.
En los análisis y evaluaciones de la ley, poco o nada se toma en cuenta a los medios de comunicación y a quienes miden el impacto que se registra en la audiencia con cada mensaje publicitario y con el posicionamiento de horarios y barras de los mismos en las programaciones diarias.
Más allá de la cantidad desmedida para el humilde escribiente, hay algunos aspectos a cuestionar en la estrategia que lejos de enriquecer la democracia nacional, alejan cada vez más a los votantes y los inundan de un sentimiento de reprobación y rechazo a campañas que en la mayoría de los casos, al menos en los impactos electrónicos, no cumplen con el objetivo de presentar propuestas, de compromisos de gobernanza y de conocimiento de candidatos que cada vez más decepcionan a los electores.
El primer punto cuestionable es la falta de creatividad y originalidad de campañas que busquen verdaderamente posicionar y dejar en la mente de los electores que un partido o candidato pueden ser la mejor opción para los electores.
La segunda, es una programación deficiente que proyecta spots de candidatos y partidos que en ocasiones no corresponden a la zona demográfica de los participantes en el proceso; es fácil ver en la programación de un canal de televisión o una radiodifusora, por ejemplo en Saltillo, spots de candidatos de la comarca lagunera o el norte del estado.
El tercero es la cantidad de candidatos que participan, en el caso de Coahuila, por alcaldías y diputaciones federales, son demasiados como para conocerlos por lo menos, a través de un spot publicitario, mucho menos sus propuestas y compromisos.
El humilde escribiente entiende bien, que la estrategia de los comerciales electorales en radio y televisión, no es la campaña completa de partidos y candidatos, pero también comprende, que es una estrategia deficiente y no concuerda, pues se apuesta a la desmedida repetición sin una programación adecuada, con poca efectividad, que termina por provocar que los televidentes y radioescuchas cambien de estación o apaguen los transmisores para no seguir escuchando más de lo mismo.
A prepararse y «aguantar vara» como dicen en el Tunal, porque serán 96 diarios durante los próximos 180 días para medios como la radio y la televisión serán junto a los ciudadanos para elegir a más de 3 mil funcionarios que aún no se sabe si responderán a las expectativas de cambio verdadero que requiere nuestro país.