A la memoria de Juan Abusaid Rodríguez
Ha dado inicio un nuevo año. Es costumbre por estas fechas fijarse metas personales a alcanzar en los siguientes doce meses. Los propósitos suelen ser de diverso tipo. Van desde retomar o concluir proyectos personales de importancia que a lo largo de los años han quedado pendientes, hasta otros en apariencia triviales. Como ponerse a dieta o hacer ejercicio físico tantas más cuantas horas a la semana.
Se sugiere al amable lector incorporar como meta personal de este 2024 que inicia, leer, o si es el caso releer, el libro El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Es increíblemente alta la proporción de mexicanos, aun profesionistas o con estudios de grado, que reconoce no haber leído jamás esta obra cumbre de la literatura española. En contraste, un más alto porcentaje está al tanto o dice haber leído las novedades de éxito, de éxito muchas veces sólo comercial, los llamados best seller, muchos de éstos verdadera basura que al cabo de una o dos décadas nadie recordará.
El Quijote, del que aún se habla y se escribe después de casi 420 años de haberse publicado, ha superado la más dura de todas las pruebas: la del tiempo. Pero además, según afirman conocedores del tema, se trata de una obra literaria inagotable, que por serlo jamás pasará al olvido. Adicionalmente, quienes somos del mundo hispano tenemos una gran ventaja: fue escrita en nuestro idioma materno, que es el castellano.
Se dice que Freud se dio a la tarea de aprender el español, sólo para poder leer El Quijote en su texto original.
Para motivar su lectura, vale la pena mencionar que Fiódor Dostoyevski, el gran novelista ruso, escribió a propósito de El Quijote lo siguiente: «No hay en todo el mundo una obra literaria más profunda y magnífica. Ésta es, hasta ahora, la última y más grande expresión del pensamiento humano…y si el mundo llegara a su fin y si se preguntara entonces a la gente: ¿habéis entendido vuestra vida en la Tierra, y a qué conclusión habéis llegado? El hombre podría señalar, en silencio: El Quijote».
Bien vale la pena pues, como propósito y tarea del año, leer esta magnífica obra de Miguel de Cervantes. Por fortuna, en nuestro país casi no hay librería que no la tenga disponible y al alcance de cualquier presupuesto familiar. Hay ediciones desde ochenta, hasta de miles de pesos.
Frecuentemente se oye decir que cuesta mucho iniciar la lectura de El Quijote, sólo de observar lo voluminoso del libro. No hay razón para temerle. Empezada la tarea, como se comprobará, se verá que su texto es muy amigable. También puede plantearse como un ejercicio de perseverancia. Según la edición que se consiga, el libro comprende en promedio alrededor de mil páginas. Si se fija como propósito de año nuevo leerlo a través de sus doce meses, será suficiente la lectura de menos de tres páginas en promedio por día. O bien de veinte cada fin de semana, que no es mucho.
Cualquiera que sea la edad que se tenga, nunca es tarde. Sirva de estímulo la siguiente expresión de Martín de Riquer, fallecido en 2013 casi a la edad de cien años, quien fuera presidente de la Real Academia Española: «¡Qué suerte, no haber leído nunca El Quijote y poder leerlo por primera vez!»