¿Qué México quiere usted?

Somos un México con muchos Méxicos, diverso en muchos aspectos, no solo por la geografía, por el clima, sino por nuestra manera de ser y de actuar, todo esto por un sinfín de circunstancias en las que mucho tienen que ver la educación, la alimentación, el acceso a los servicios públicos de salud, no obstante que compartimos historia y tradiciones nacionales, cada rincón de este inmenso país guarda también la suya propia. Hay un México olvidado, uno sin presencia, sin poder, el del profundo sur, que se debate entre una riqueza natural que debiera darle bienestar y la bofetada omnipresente de la pobreza, como si no fueran también mexicanos los que viven ahí. Y también el norte tiene sus zonas «invisibles», en ellas el tiempo parece haberse detenido; el desarrollo y la bonanza, si pasaron, fue de noche, se refleja en sus calles polvorientas y en sus comunidades semivacías en las que solo habitan ancianos, mujeres y niños… y ahora ni eso… los han echado fuera los «malos», y cada día el avance y enseñoramiento de estos es más endemoniadamente grande.

La disparidad nunca ha dado frutos buenos, siempre son amargos y veneno puro para quienes la cargan a cuestas, con puras migajas no se puede subir al Nirvana de los prósperos. Se clausura su ascenso, el sistema los ha sobajado a tal grado, que están convencidos de que así les tocó su suerte. Y aceptan su cosificación.

En México tenemos millones de pobres y hoy han aumentado, porque muchos que estaban en la clase media han descendido a la clase baja. Y el Gobierno en turno no tiene empacho en acicatear con odio esta división que él mismo alimenta por así convenir a sus intereses. Porque fuera de repartir dinero del erario entre los más vulnerables, sin reglas y sin seguimiento, como se ha hecho desde hace un siglo en nuestro país, No ha levantado un dedo para cambiar su destino. Y es que si los libera de semejante yugo ya no los puede controlar. Y de eso se trata, de mantenerlos bajo su dominio electorero. México en 2018 cambió de amo, pero no de prácticas con los más necesitados.

El país no puede cambiar si los gobernantes no se ocupan de tomar medidas que conlleven a sacar al país de ese marasmo. De ahí deriva la desconfianza de los mexicanos en sus autoridades. Se ha perdido el mínimo de decencia y vocación de servicio que debieran tener. Esta administración, tiene entre sus prioridades, estúpidamente, ahorcar a sus adversarios, quitárselos de encima a como dé lugar. Se ha apoderado de cuanto le estorba, ha inutilizado instituciones en su beneficio. Nunca ha hablado de concordia y de diálogo con los otros actores políticos, impulsa el divisionismo entre los connacionales con singular necedad, a mañana, tarde y noche, además de pasarse la ley por debajo de las patas cuantas veces le da su gana.

Eso está deteriorando al país, sus fijaciones mezquinas le impiden pensar, debatir y gobernar a México. Todos los días escupe inquina, desprecio, burla, descalificación hacia quienes no están de acuerdo con su política que no es política. Su monserga nacionalista es insufrible. Está empeñado, además, en convertirnos en una ínsula. La política exterior de México también es un fiasco. Y el nacionalismo que quiere imponer es más gris que un día de lluvia londinense, opaco, sin energía. No quiero ser pesimista, pero al paso que vamos no solo se está cargando el presente, sino el futuro. Sus proclamas de que todo va viento en popa, de que el país está mejor que nunca a partir de que él llegó suenan a vacío, a réquiem por el desm… que se nos viene.

Estamos ya viviendo una tiranía administrativa y legal. El debate está proscrito en la sede del Congreso, ahí solo se van a escuchar burradas o leperadas por parte de su mayoría tombolera, hacen tiritas los fundamentos constitucionales de la nación. Sus propuestas son de ocurrencias de su amo o de motu proprio. Con sus decisiones tomadas con los intestinos vulnera una y otra vez normas aprobadas legal y legítimamente y le vale una pura y dos con sal la división de poderes. Incumple la Constitución de manera reiterada, consciente y deliberada, siendo la norma de más jerarquía. Socava a ojos vistas la armonía y la convivencia entre connacionales. Quiere vernos enfrentados y fracturados. .

¿Qué pretende este individuo? ¿Hacer pedazos la unidad de nuestro país y la soberanía nacional, que no es más que el derecho de todos los mexicanos a decidir democráticamente cómo queremos vivir? Me horroriza pensar entregarle a México a un tipo que está acostumbrado –lea sobre su pasado– a hacer las cosas a la mala, a la destrucción del orden constitucional y a la demolición de cuanto somos nomás por la fuerza de sus caprichos y perversiones, que al final del día no son más que sus obsesiones: su permanencia en el poder y hacer polvo el pluralismo político, valiéndole un cacahuate que esto se traduzca en borrarnos como nación y mandar al carajo el estado de derecho.

Tenemos el deber de oponernos y defender lo más preciado que tenemos, nuestra casa grande: México. De verdad esto es un ataque contra nuestra patria. Y si tiene usted, que tan gentilmente me lee alguna duda, repase los acontecimientos desde que han venido ocurriendo: el uso grosero de los programas sociales con fines electoreros, sus ataques sin pudor alguno hacia libertades garantizadas en la Constitución de la República, como son la de expresión, la de prensa, la independencia del poder judicial, un presupuesto hecho a modo de sus prioridades y de sus vendetas personales con las entidades federativas que no le rinden vasallaje, valiéndole sorbete que a quien castiga es a su población, su intromisión desvergonzada en asuntos electorales, el estado de caída libre a que ha condenado a clínicas del ISSSTE y del IMSS, su imposición de libros de texto que no tienen nada que ver con la educación, con enseñar a pensar y a discernir a niños y jóvenes, sino en llevarlos como marionetas a ser parte del circo infame que quiere montar, sus ataques reiterados a organismos creados precisamente para ser contrapeso del enorme poder que tiene el Ejecutivo, su manejo de cuarta de la epidemia del Covid en sus peores momentos, su abrazo a las fuerzas armadas otorgándoles funciones y facultades que no les corresponden, su capricho de una Guardia Nacional con exmilitares y jefatura militar, de la que se burlan y se carcajean los capos de las drogas, de la trata, y de todo lo que ha ido envileciendo y arruinando la vida de millones de mexicanos que caen en sus garras, su política errática de abrazos y no balazos que los fortalece día tras día y avanza sin obstáculo alguno instalándose en varias entidades federativas sembrando terror y destrucción, su incapacidad para solventar el ingreso de los migrantes… y aquí podría seguirle. Su incompetencia como gobernante se da un quien vive con su ego arrogante, típico del dictador que es y que exhibe como chivo en cristalería.

Su conducta conculca la moral democrática, esa que rechaza la aplicación arbitraria de la ley o su inobservancia, siendo el primer obligado a cumplirla y hacerla cumplir en el ámbito de su competencia, esa que vulnera la seguridad jurídica y destruye el consentimiento de los ciudadanos, es decir la soberanía, que es la piedra angular del poder político.

Ahora bien ¿y qué vamos a hacer nosotros, los que no estamos de acuerdo con sus procederes? Tenemos que salir a la calle, casa por casa, a convencer a la gente de que vote en conciencia, planteemos esta realidad con peras y manzanas para que a todo mundo le quede claro lo que nos jugamos en 2024. Convoquemos en cada plaza a los vecinos y expresemos con toda claridad que tenemos que defender nuestra libertad y nuestra patria, porque si nos quedamos de brazos cruzados a México le tocará vivir su tercera dictadura. Sí, así de plano.

Con puros mensajes en las redes no va a ser suficiente, por supuesto que tienen que concurrir ambos, tierra y redes. La sociedad civil está ya organizada y es ella la que ha convocado a los partidos políticos a hacer un frente común. Hoy eso ya es un avance muy importante, pero no basta, tenemos que sumar, sumar, sumar y sumar, a más compatriotas. Solo así tendremos la fuerza suficiente para enfrentar hasta lo inimaginable. Es un tipo que no tiene ni principios ni valores, lo demuestra todos los días. Va a hacer cuanto esté a su alcance, y su alcance es enorme por su posición, mecenas los tiene, hombres de empresa que solo ven signos de pesos y se cargan al sol que alumbra importándoles un carajo todo lo demás.

También cuenta con las fuerzas armadas, es su comandante en jefe, no piense que nomás porque si les ha dado a los jerarcas tantas canonjías. Ah… y me faltaba el partido mayoritario: el abstencionismo. Y no olvidemos a los incondicionales del régimen, a los dominados con la contundencia de la dádiva, y a toda la ristra de acomodados en la burocracia.

De modo que no va a ser simple derrotarlo. Me inspira David que venció a Goliat, con inteligencia y con precisión. Y además tengo una esperanza que es imbatible. Va por México, va por México.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

Deja un comentario