¿Qué vale más, el arte o la vida?

¿Lanzar una lata de sopa sobre una pintura de valor incalculable puede ser poderosa una declaración valiente sobre un tema crítico, o puede volverse en su contra? Usted probablemente se enteró, cuando dos jóvenes manifestantes del grupo Just Stop Oil, que busca detener la producción de combustibles fósiles, arrojaron dos latas de sopa de tomate sobre «Los girasoles» de Vincent Van Gogh en la Galería Nacional de Arte de Londres. «¿Qué vale más, el arte o la vida?» protestaba una de las manifestantes, mientras que su pareja se pegaba a la pared, y los restos de sopa goteaban la obra maestra del pintor holandés que debió atormentarse aún más muerto de lo que lo hizo en vida.

«¿Vale más que la comida? ¿Vale más que la justicia? ¿Están más preocupados por la protección de una pintura o la protección de nuestro planeta y la gente?» Aquí aclaro de inmediato lo que pienso: Vale más el planeta y su gente. Pero las protestas no pueden hacerse así y estoy seguro que están equivocándose en sus objetivos y en especial en sus métodos.

El óleo de Van Gogh, realizada en Arles, Francia, en 1888, es una obra maestra de color y composición. También tiene una gran historia detrás. Originalmente fue hecha para agradar al pintor francés Paul Gauguin, que lo visitaría y el cuadro serviría de decoración de la habitación de invitados. Su compañero postimpresionista viajaba a Arles para quedarse con Van Gogh, a instancias del hermano del pintor holandés, Theo.

Tengo el gusto de haber visto esta pintura y les puedo asegurar que aun y luego de más de 130 años de muerto, Van Gogh logra comunicar su belleza. La pintura con solo unos pocos pétalos, podría ser un símbolo perfecto para el movimiento climático, no contra él. Pero según un portavoz de Just Stop Oil, la pintura no fue elegida por ninguna razón simbólica, sino simplemente porque es icónica y el grupo quería generar publicidad. Lo cual ciertamente hizo. 

El grupo asegura haber verificado que la sopa no dañaría la pintura. Y, de hecho, la obra de arte, protegida por vidrio, no sufrió daños, salvo cosas menores en su marco. Ahora vuelve a estar en exhibición. Simpatizo completamente con la causa de los manifestantes. Estas jóvenes están desesperadas, todos deberíamos de estarlo. La situación es desesperante. Al otro lado del océano y desde otro continente, escribo desde un país y un estado que apuesta todo a los combustibles fósiles, donde el aire en realidad huele a humo y donde los récords de temperaturas altas suben más rápido de lo que han caído las hojas de otoño.

He pensado mucho en el papel del arte en la crisis climática. Esta protesta no pretendía ser un llamado a las armas, sin embargo, eso es algo a considerar, porque el arte puede ser una herramienta poderosa para el cambio. Aun así, el problema debe abordarse de una manera que no eclipsar la causa con acciones dramáticas y condenables.

Gran parte de la respuesta generada por esta protesta ha sido muy crítica por las tácticas de Just Stop Oil y, por ende, del movimiento ambientalista en su conjunto. Entre los sentimientos que he visto: ¿Qué hizo Van Gogh para dañar el clima? ¿Por qué atacar a un artista? ¿Por qué dañar una hermosa obra de arte?

Pero los manifestantes lograron que la gente hablara. Cierto, pero ¿de qué habla la gente? ¿Ha llevado esto a una conversación profunda sobre la crisis climática? ¿O simplemente hemos señalado a estos activistas sin respeto por las bellas artes y las instituciones que las preservan?

Reconozco que puedo estar demostrando que estoy equivocado al escribir sobre esto, dando cierta validez a la protesta de la pintura. Pero tiene que haber una mejor manera de hacerlo y ojalá supiera cómo. Pero lo que sí sé, es que la desesperanza no nos llevará a ninguna parte. Tampoco lo es el vandalismo indiscriminado. Podemos y debemos ser alimentados por la ira, pero debemos elegir el camino a seguir de otra forma. Entonces vuelvo a preguntar: ¿Qué vale más, el arte o la vida? La respuesta la podríamos encontrar del propio Van Gogh cuando dijo «No es el lenguaje de los pintores sino el lenguaje de la naturaleza lo que hay que escuchar, el sentimiento de las cosas mismas, porque la realidad es más importante que el sentimiento de los cuadros».

Es editorialista de diversos medios de comunicación, entre ellos Espacio 4, Vanguardia y las revistas Metrópoli y Proyección Empresarial, donde escribe sobres temas culturales, religiosos y de ciencia, tecnología e innovación. Es comentarista del noticiero “Al 100” de la estación de Radio La Reina de FM en Saltillo.

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