La deformación electoral

«No existe bestia en el mundo más peligrosa que un ignorante con poder».

Ronald Reagan

Ha presentado el Ejecutivo de este país su iniciativa en materia electoral, con la que según su dicho se instaurará una democracia limpia de la que se erradicarán los fraudes. Y para esto el primer gran cambio será la desaparición de Instituto Nacional Electoral (INE) y se le substituirá por el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC), asimismo la eliminación del financiamiento público para las actividades ordinarias de los partidos políticos y la eliminación de los legisladores plurinominales. Serán 18 modificaciones a la Carta Magna y a siete artículos transitorios. Por supuesto que para que esto pase los morenos tendrán que convencer a los legisladores de oposición o no tendrán la mayoría calificada que se requiere por mandato de ley para una reforma de carácter constitucional.

Aduce también que la democracia debe abaratarse y que de prosperar su Iniciativa habrá un ahorro de 20 mil millones de pesos. ¿Por qué no manda a su rancho el tren maya y Dos bocas? En su reforma propone que el INEC sea el único órgano electoral encargado de organizar todas las elecciones a nivel municipal, estatal y federal, manteniendo su independencia y garantizando los principios rectores de su función electoral. Propone la disminución de consejeros de 11 a 7 y que sean las Cámaras de Diputados y Senadores, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el presidente de la República quienes propongan a los integrantes y que estos se elijan por el voto popular, igual procedimiento para los magistrados del Tribunal del Poder Electoral Judicial de la Federación (TEPJF)

Es de no creerse la propuesta. Cuando uno no conoce la materia debe asesorarse, es lo más inteligente y sensato, sin embargo dado el perfil del proponente, eso es pedirles peras al olmo. Quien o quienes la elaboraron, si es que son abogados, no me cabe duda que han renunciado a lo aprendido en la facultad y se han puesto de tapete para darle gusto al que se las mandó a hacer.

Empecemos por su obsesiva desaparición del INE. Haberle sustraído al Gobierno la facultad de ser juez y parte en la organización de las elecciones, costó, parafraseando a Churchill, sangre, sudor y lágrimas. Fue una odisea ganarle al sistema de las siete décadas. Ciudadanizar fue por largo tiempo un sueño guajiro de la oposición. El IFE, antecedente del INE, se convirtió en un símbolo del tránsito hacia una democracia que a gritos teníamos que fortalecer. Y ahora borrón, porque el preciso detesta a la institución que organizó y vigiló la elección que lo convirtió en 2018 en titular del Ejecutivo. Y para acabarla de ribetear, quienes integrarán el Consejo General van a ser propuestos por legisladores, ministros y el presidente y serán electos por el pueblo. Populismo en grado superlativo. Si de verdad le importara aunque sea un poquito la imparcialidad del órgano electoral hubiera revisado para mejorar el proceso de elección de los Consejeros. Hoy día los eligen los diputados federales, la mayoría. Y eso no es equitativo. ¿Por qué no someter a todos los que quieran convertirse en Consejeros a un examen elaborado por una universidad pública y una privada? Sería la manera más objetiva de evaluar sus conocimientos en la materia, más la presentación de un ensayo de su puño y letra y la comparecencia ante la Comisión de Gobernación de la Cámara Baja. Colmados estos requisitos que se sometan a una insaculación en el pleno, y ahí se rompen sellos partidistas y favoritismos y serán sus conocimiento y el azar los que determinen quienes son propietarios y suplentes. Fue mi propuesta cuando fui diputada federal, obviamente no pasó ni a comisión, y sé por qué, atentaba contra el control partidista. Eso es lo que debería cambiar. No la chiflazón populista que propone el que hoy desgobierna México.

Si quiere que se abarate el dinero público que se destina a la operación del sistema político mexicano, que invierta pero en serio, en educación. Que aprendan las nuevas generaciones a ver a los gobernantes como lo que son, sus empleados a sueldo y temporales y que como a tales les exijan el cumplimiento de sus obligaciones, por supuesto que para esto, primero tienen que enseñarles cuáles son sus derechos y obligaciones como mexicanos y como ciudadanos y por supuesto las funciones y facultades de sus servidores. Ya verían cómo se iban a la baja la corrupción y la impunidad.

Otra barbaridad que propone es la desaparición de los diputados plurinominales. ¿Sabrá por qué existen en la legislación? En 1977, durante el Gobierno de López Portillo, siendo el titular de la Secretaría de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, se promovió una reforma electoral que les diera mayor representatividad a los partidos políticos de oposición en el Congreso. Eran tiempos en los que el PRI ganaba todas las elecciones y tenía mayoría absoluta en el Congreso, de ahí que se planteara que las minorías también tenían derecho a representación. Esto derivó en la inclusión de la fórmula de representación proporcional.

Alemania, que es una de las democracias modelo a nivel internacional, mantiene los dos tipos de representación, es decir el de mayoría relativa y la proporcional. Para la elección de los miembros de la cámara baja del parlamento alemán (Bundestag), el elector puede emitir dos votos. El primer voto (Erststimme) o voto por persona, de representación directa, y el segundo voto (Zweitstimme) o voto por lista, de representación proporcional. Los escaños se distribuyen entre los partidos que alcanzaron al menos un cinco por ciento del segundo voto. El Bundestag alemán se compone de 598 escaños, 299 de mayoría relativa y 299 de representación proporcional.

En nuestro país, cuando hay elecciones y marcas la candidatura de tu preferencia, también estas votando por la lista de representación proporcional del partido que elegiste; y si tu candidato no gana, tu voto sigue contando para elegir a quienes integrarán la Cámara por representación proporcional. En la actualidad, se eligen a 300 diputados por mayoría relativa (voto directo) y 200 plurinominales. Mientras que en el Senado son 64 de mayoría relativa; 32 de primera minoría—es decir, hicieron campaña y no ganaron, pero obtuvieron un segundo lugar en su entidad— y 32 plurinominales.

En mi opinión, y el partido en el que milito, lo que hemos planteado, es la disminución del número de diputados, para que quedaran 200 de mayoría relativa y 100 de representación proporcional. En la LXII Legislatura a la que yo pertenecí y en otras, no prosperó porque el partido mayoritario, el PRI, no apoyó. Por cuanto a los senadores, si deben desaparecer los 32 plurinominales. Los senadores representan entidades federativas, no personas, de tal suerte, que no tienen razón de ser, a más de que es una aberración jurídica.

Por otro lado la Iniciativa plantea la eliminación del financiamiento público para las actividades ordinarias de los partidos políticos. Con esto se lleva por delante la razón de esa asignación. Me explico. Transcribo el artículo 41 constitucional, segundo párrafo: «Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, fomentar el principio de paridad de género, contribuir a la integración de los órganos de representación política, y como organizaciones ciudadanas, hacer posible su acceso al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo, así como con las reglas que marque la ley electoral para la paridad de género, en las candidaturas a los distintos cargos de elección popular…» ¿Cómo van a hacer todo esto? Hace tiempo que esta servidora suya, estimado, estimada leyente, dejó de chuparse el dedo. El Gobierno en turno tiene a su disposición todo el aparato gubernamental y la «legalización» de partidas para fines electoreros, a más de los programas sociales, y otros recursos de dudosa procedencia. El piso tiene que ser parejo. Pero está visto que al promovente esto le vale una pura y dos con sal. Hago votos, lo reitero, para que no pase la propuesta, toda vez que una reforma constitucional requiere para su aprobación mayoría calificada. Los morenos no la tienen, salvo que la compren entres los «vulnerables», como ya lo han hecho en otras ocasiones.

Se me acaba el espacio para compartirle mis reflexiones al respecto de esta reforma electoral presentada por alguien que sigue empeñado en destruir a este país, y tratar a los mexicanos sin el más mínimo respeto a su dignidad ni a su inteligencia. Seguiré escribiendo al respecto y ojalá que usted haga favor de seguir leyéndome.

Licenciada en Derecho, egresada de la UNAM. Posee varios diplomados, entre los que destacan Análisis Político, en la UIA; El debate nacional, en UANL; Formación de educadores para la democracia, en el IFE; Psicología de género y procuración de justicia. Colabora en Espacio 4, Vanguardia y en otros medios de comunicación.

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