Demasiado pronto diría cualquiera, para salir de la obscuridad a apreciar la luminosa naturaleza, esos pequeños detalles que muy pocas veces nos detenemos a mirar.
Hoy, no encuentro razón para permanecer sin una gota de luz, cuando alrededor de mí hay un sinfín de enchufes eléctricos para obtener el más grande resplandor que podría dejar a medio mundo ciego.
La hora de deslumbrar tocó a mi puerta, tras el constante miedo y luego de haber perdido la cabeza. La viveza del crepúsculo en coordinación con el infierno, me obligaron a arder entre demonios desquiciados, hasta que ninguno de ellos pudo volver a quemarme.
Hoy se descama mi dolor y rompo las cadenas que aprisionaban a mi salvaje corazón.