Rita es una antropóloga social que nació en Buenos Aires, Argentina en 1951, sus principales actividades de investigación han estado centradas en cuestiones de género de los pueblos originarios, la violencia de género y las relaciones entre género, racismo y colonialismo, tras graduarse como antropóloga se especializó en etnomusicología y entonces se dedicó al estudio de la música latinoamericana, realizó su doctorado en antropología social en la Universidad Queen’s de Belfast donde estudió Antropología de la Música, posteriormente se dedicó a la docencia en las materias de bioética y derechos humanos en la Universidad de Basilea.
Segato se interesó en los estudios de la violencia en contra de las mujeres y permanece como investigadora de las violencias machistas de los que surgieron libros como: Las estructuras elementales de la violencia (2003), La nación y sus otros (2007) y Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres (2014). Expone en sus estudios que las relaciones de género son un campo de poder y que los mal llamados crímenes sexuales, son realmente crímenes de poder.
Estando en México, realizó una investigación sobre los crímenes de Ciudad Juárez, feminicidios sobre los que propone pensar la violencia contra las mujeres como un sistema de comunicación que muestra la fuerza y la impunidad de aquellos que desde el estado y lo paraestatal reinan en la frontera y afirma que, cuando se instala un sistema de comunicación con un alfabeto violento, es muy difícil desinstalarlo o eliminarlo, de su investigación surgió su texto, La estructura de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez.
Rita propone ejercitar el, «Derecho a la desobediencia», en su texto, «Contra pedagogías de la crueldad», para hablar sobre la libertad y atrevernos a cuestionar el orden establecido que convierte a las personas y su trabajo en mercancías por el carácter precario del empleo, apropiándose del territorio y los recursos de las comunidades bajo la lógica de un paradigma de explotación que supone variadas formas de precariedad de la vida.
En México podemos dar cuenta de la crisis humanitaria en la que el país se encuentra inmerso, un ejemplo espeluznante es el de las personas desaparecidas, entre ellas las mujeres que en su mayoría tienen entre 14 y 16 años, lo que induce a pensar en el tema del comercio sexual y la trata de personas, hechos a los que Rita incluye en lo que significa la Pedagogía de la Crueldad, el ataque y la dominación sexual de las mujeres son actos de rapiña, que constituyen el lenguaje más preciso de la «cosificación de la vida», afirma la investigadora feminista. En este país existe también una grave crisis forense, ya que se han encontrado más de 54 mil cuerpos y segmentos de cuerpos sin identificar, las fosas clandestinas, más de 2 mil hasta ahora, son muestras del horror.
Respecto a los feminicidios, lo hemos expuesto en incontables ocasiones, cada día al menos 10 mujeres son víctimas de feminicidio y es el país número uno de embarazos infantiles sobre todo en numerosas comunidades rurales en las que persisten formas de matrimonio forzado para las niñas y adolescentes, y además es el país de mayor difusión de pornografía infantil. La lista de violaciones a derechos humanos y formas de violencia no se agota en estos hechos, la muerte de 49 niños en el incendio de la guardería ABC en Sonora y la masacre de San Fernando, Tamaulipas, la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa, son hechos que siguen en la impunidad.
¿Qué hacer para construir contra pedagogías de la crueldad ante violencias sistémicas, estructurales y culturales? La antropóloga Segato propone que nada de lo humano nos sea ajeno, ese es el reto para una sociedad que apele a la reciprocidad que produce comunidad y que ponga límites a la cosificación de la vida humana. Rita Segato estuvo en México en diciembre del 2021.
2021, un año nefasto para las mujeres
El año pasado la violencia machista una vez más mostró su ferocidad en contra de las mujeres y los gobiernos no pueden con ella, violaciones, homicidios, trata de personas. Fueron 3 mil 462 mujeres asesinadas, tan solo de enero a noviembre, un promedio de 10 diarias de las que 922 perecieron por feminicidios, el país se desangra, en tres años, entre enero de 2019 y noviembre de 2021, el feminicidio aumentó 4.11%, la violencia contra las mujeres se incrementa y muestra su gravedad, así que en el país 10 mujeres son asesinadas cada día, son multitud.
Al menos en 22 de las 32 entidades de la federación se han proclamado 25 alertas de género, por ello las organizaciones civiles contra la violencia de género solicitaron al Gobierno federal declarar una Alerta de Violencia de Género a nivel nacional. Sin embargo, la petición no fue aceptada.
En Coahuila los datos no son halagüeños, ya que Acuña, Torreón y Saltillo están entre las 100 ciudades con mayor incidencia de feminicidios, además la violencia familiar aumenta continuamente por lo que el estado mantiene los primeros lugares en ese rubro.
Una muestra de cómo esta violencia aumenta en el país es que en 2017 había siete asesinatos de mujeres al día, la cifra se incrementó en tres años, porque en 2020 el número subió a 10 por lo que las organizaciones civiles hablan de la falta de atención a este problema de violencia, la omisión cunde por parte de los Gobiernos estatales, municipales y el federal, de ahí el hartazgo de las organizaciones civiles.
La desigualdad de género que propicia la violencia hacia las mujeres como algo cotidiano es, ya se sabe, el sistema patriarcal que detenta un dominio articulado de privilegios a veces inadvertidos e invisibles que afectan a multitud de mujeres en el mundo, de todas las clases sociales, razas y orígenes. Por ello se enfrenta ahora a una masculinidad ofendida y reactiva ante la pérdida de privilegios, enojados por las victorias de las mujeres algunos atacan con crímenes feminicidas, es la reacción de la violencia patriarcal cuya pretensión es no cambiar nada para bien, para ellos la democracia es un mal al que hay que poner un alto.
De ahí que se requieran programas integrales que los atiendan, por ello el Gobierno federal emitió el propio como una política pública que se desarrolla sobre cuatro ejes, Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, que tiene como finalidad garantizar su seguridad y contribuir a mejorar su calidad de vida y bienestar, conforme a los principios de igualdad, no discriminación y respeto por su dignidad y libertad.
El programa enumera la violencia de pareja, la violencia comunitaria; entre los incidentes más frecuentes y señala además la intimidación, la violencia laboral, sobre Violencia de Género en la Educación Básica en México presentado por la SEP, establece que desde la infancia se refuerza la asignación de las actividades en función del sexo de la persona, y los estereotipos están más arraigados en los niños que en las niñas, son algunos de los tipos de violencia mayormente arraigados.
Sobre la violencia feminicida el programa arguye que existe una invisibilización de las agresiones lo que induce a datos no concluyentes por falta de registros oficiales, lo cual no sólo resulta extraño, sino también evidencia la omisión de los aparatos de «justica».
Lo anterior puede explicar que las manifestaciones de las mujeres sean cada vez con más rabia, porque justamente reclaman seguridad y justicia con el: «Nos queremos vivas». En las mujeres jóvenes la rabia ha resultado ser una válvula de escape de la indignación y el dolor ante la impunidad, este es el país de las mujeres rotas, somos miles y miles las que nos sentimos heridas y furiosas (Martha Lamas).