Silencio presidencial

La política es el mejor lugar para amasar fortunas, ostentarlas y caer siempre de pie. Rubén Blades, cantautor, activista y excandidato a la presidencia de Panamá, afirma, con conocimiento de causa: «El poder no corrompe; el poder desenmascara». No todo el mundo entra a la política para enriquecerse. El comportamiento lo determinan la cuna y los principios. Hay quienes ven el servicio público como la oportunidad para superar penurias o abultar aún más su hacienda. Tampoco es cuestión de origen social, sino de valores. Una frase explica la codicia de la clase gobernante: «Un político pobre es un pobre político» (Carlos Hank González, exgobernador de Estado de México, dixit).

En Coahuila, el moreirazo (el sufijo se utiliza para señalar una base derivativa; en este caso, de los autores de la megadeuda) fabricó nuevos ricos en perjuicio de los más pobres. A otros, como al empresario Armando Guadiana, el escándalo les dio reflectores y los rescató de las catacumbas. Mientras en los medios de comunicación y en el sector privado a los Moreira se les aplaudía y se les festejaba todo, los desplegados de Guadiana en la prensa capitalina, para denunciar el endeudamiento de 36 mil millones de pesos y su oscuro destino; demandar castigo para los responsables y exigir la renuncia de Humberto Moreira a la presidencia del PRI, fueron un mentís a quienes acusaban a Coahuila de ser tierra de descastados.

El despido de Moreira como líder del PRI no se debió a Guadiana, pero sí contribuyó, pues ayudó a visibilizar la enorme y manifiesta corrupción en el estado. El empresario minero y criador de toros de lidia terminó por renunciar al PRI y unirse a la campaña de Andrés Manuel López Obrador en 2012. Lo demás es historia. Guadiana dilapidó su capital político. En el Senado abandonó las causas contra los Moreira (por la megadeuda y las masacres en Allende y Piedras Negras) para privilegiar sus intereses. Igual que otros elementos cercanos al presidente López Obrador, aunque él ya no lo es, ha debido responder las reiteradas acusaciones de tráfico de influencias, conflicto de interés y, más recientemente, por figurar en la indagación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación sobre las sociedades offshore de políticos y millonetis en paraísos fiscales, denominada Papeles de Pandora.

Si en un momento dado Humberto Moreira le fue útil a Peña Nieto, y Guadiana a AMLO, los escándalos de corrupción los volvieron tóxicos y al poco tiempo fueron desechados. Ambos lo tiraron todo por la borda. Moreira llegó a la presidencia del PRI lastrado por la megadeuda. Guadiana, al contrario, regresó a la política como cruzado contra la venalidad. Una persona de su edad, cuya fortuna y aspiración de ser gobernador son ostensibles, debía ser comedida, pero sobre todo congruente con la doctrina moral de López Obrador y de la Cuarta Transformación.

AMLO ha defendido a su exconsejero jurídico, Julio Scherer, y al secretario de Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganis, involucrados en los Papeles de Pandora. También ha descalificado las acusaciones contra un funcionario íntegro, Santiago Nieto, extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, por la compra, supuestamente irregular, de propiedades. ¿Las hubiera registrado en su declaración patrimonial si fuera ilegítimo su origen? En el caso de Guadiana, el silencio presidencial implica condena. AMLO se comprometió en su toma de posesión a «no robar» ni a permitir que «nadie se aproveche de su cargo o posición para sustraer bienes del erario o hacer negocios al amparo del poder público. Esto aplica para amigos (…), compañeros de lucha y familiares». [Este texto lo motiva la columna «Linotipia», de Peniley Ramírez, titulada «Los 79 investigados de la UIF» (Reforma/Zócalo Saltillo, 04.12.21).

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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