Sobre la esencia del rey de los deportes

El beisbol es un deporte exacto, perfecto y bello. En cuanto a deportes, es la creación superior del ingenio humano. En esta línea, pongamos al efecto un par de ejemplos: si la distancia entre el home y la primera base no fuera, como es, de 90 pies sino de 89 ó 91, el deporte rey probablemente no funcionaría. Quienes conozcan esta disciplina piensen un momento en lo anterior y seguramente estarán de acuerdo en lo dicho.

Lo mismo ocurriría si la distancia ente primera y segunda base fuera de 89 pies y no de 90. Habría numerosos robos de la intermedia.

Pero el beisbol no se creó de la noche a la mañana. Juan Vené, conocido y erudito escritor beisbolero, afirma que su origen data de tres mil años en Egipto. Otros encuentran su antecedente más probable en un juego de la Edad Media al que llamaban «stool ball». Sin embargo, el antecedente más cercano parece ser el «rounders», practicado en Inglaterra en el siglo XVIII.

Lo anterior significa que cualquiera que haya sido su origen, el beisbol es el resultado de una larga evolución, a través del método de prueba y error, diseñado «por aproximaciones» a través del tiempo hasta llegar a ser el juego exacto que es hoy.

Por lo que hace a su evolución, va un ejemplo: Los aficionados al beisbol saben que si un bateador recibe cuatro bolas malas obtiene boleto para ir caminando a la primera base. Pero no siempre fue así.

Hacia 1876 eran necesarias nueve bolas fuera de la zona de strike, bolas malas, para que el bateador recibiera pasaporte a la inicial, y en caso de ser golpeado por un lanzamiento se consideraba a éste como una sola bola mala. Cuatro años después, en 1880, se requerían ya únicamente ocho lanzamientos malos para llegar a la primera colchoneta. Dos años después, en 1882, el número se redujo a siete y luego en 1884 a seis. En 1886 el número volvió a ser de siete, el año siguiente, 1887, se fijó en cinco bolas, hasta que en 1889 quedó en cuatro lanzamientos malos para recibir pasaporte a la inicial, número que subsiste hasta hoy y después de más de 130 años así debe permanecer para siempre.

Hace casi medio siglo, en 1973, por razones ajenas al beisbol en sí, se adoptó por la Liga Americana, aunque no por la Liga Nacional de Grandes Ligas, la regla del bateador designado (BD). Ésta consiste en que un jugador del equipo no forma parte de la defensiva sino sólo de la ofensiva. Es el que batea en lugar del pitcher, sin tomar posición en el terreno de juego.

Bueno, pues este cambio, que vino a alterar la esencia del beisbol, se implantará a partir de 2022 también en la Liga Nacional. Inicialmente su introducción fue por razones mercadológicas de parte de quienes creen que el beisbol es un espectáculo de batazos. Su generalización ahora es por presiones del sindicato de peloteros. Ojalá que con el tiempo esta «conquista sindical» no venga a terminar algún día con lo que es el verdadero espectáculo beisbolero.

Cuánta razón tenía don Pedro «El Mago» Septién al decir del beisbol: «es mucho deporte para ser negocio, y mucho negocio para ser deporte».

La esencia del beisbol es de naturaleza superior. En su diseño se consideran diferentes factores, elementos, cuestiones, que han de encuadrar y armonizarse. Por eso su práctica exige preparación y condición física —pues sus lances son por lo general centelleantes—, talento deportivo, destreza, ingenio, estrategia (cuya elaboración requiere esfuerzo intelectual y echar mano de abundante información estadística, en la que ciertamente se ha exagerado con la llamada «sabermetría», posible gracias a las nuevas tecnologías), entre otros requerimientos.

El beisbol no es como (casi) todos los demás deportes —desde el billar hasta el soccer— que básicamente consisten en meter alguna cosa esférica en un agujero, o en burlar algún cierto obstáculo. El rey de los deportes es, como bien se sabe, algo mucho más elaborado.

Además, y no es cosa menor, en este deporte el factor tiempo no cuenta. Lo mismo un juego de beisbol puede durar escasamente una hora, que los ha habido, hasta seis o siete horas, que también los ha habido. Porque en el beisbol, salvo causas de fuerza mayor, no hay empates. Uno de los dos contendientes ha de ganar. Como debe ser.

Torreón, 1945. Ha sido diputado local, senador y diputado federal en tres ocasiones, por el Partido Acción Nacional. En 1999, fue candidato a gobernador de Coahuila por la alianza PAN-PRD- PVEM-PT, pero fue derrotado por el priista Enrique Martínez y Martínez. De 2003 a 2004, fue subsecretario de la Secretaría de Economía. En 2004, intentó se nuevamente candidato a gobernador de Coahuila, pero fue derrotado en la elección interna del PAN por Jorge Zermeño Infante. De 2006 a 2008, fue director de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS). Entre otros medios, ha escrito para El Financiero, El Sol de México y Espacio 4.

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