«Dicen que ningún adiós duele tanto como el que dices cuando no te quieres ir»
Lo comprobé al momento de decir adiós.
Decirte adiós…
Me partió el corazón no poder quedarme.
Pero te tuve que dejar.
Te solté porque los dos sabíamos que no me ibas a escoger.
Pero no importa qué haga, todo siempre me lleva a ti.
Me lleva a todo lo que alguna vez fuimos y todo lo que concluimos.
Te dejé…
A veces pienso en ti y me pregunto si alguna vez yo fui suficiente para ti…
Tú lo fuiste para mí.
Yo sé que el dejarte ir ahora fue mi culpa desde el principio.
Yo no fui lo que esperabas, pero como se suponía que lo hiciera si lo que esperabas no era yo.
Te amaba… te amo y creo que siempre lo haré.
Por eso es que te dejo ir ahora, aun sabiendo que yo quiero que te quedes.
Y tal vez sea un poco egoísta de mi parte, pero me haces feliz… por eso te dejo ir.
Sé que hay una sonrisa que ilumina tu día y me duele saber que no es la mía.
Pero, aunque me duela…
Sé que es lo mejor para ti.
Entonces te digo adiós.
Te digo adiós aunque me quiera quedar.
Te digo adiós.
Porque te amo.
Te digo adiós porque sé que no te hago feliz y probablemente nunca lo haré.
No lo esperaba y no sé porque pensé que lo lograría.
Ahora sé que no fui, no soy, ni seré quien provoque mariposas en tu estómago ni quien te haga tartamudear al hablar.
Mucho menos quien te haga reír tanto como para que te duela el estómago.
Pero sé que es algo que no puedo esperar si no soy yo quien quieras que lo haga.
No fuimos, no somos, ni seremos.
Me dueles.
Me dueles tanto que te dejo ir.
Me dueles tanto que te amo y no lo digo por decir.
Me dueles tanto que te dejo… para que seas feliz y no tengas que sufrir por mí.