Terrorismo en hipertensión arterial

Mi inquietud en cotejar mis experiencias clínicas con las de otros colegas, con el fin de orientar a mis pacientes, me condujo a un reportaje relacionado con el tratamiento de la hipertensión arterial, y me ayuda a confirmar lo que he escrito en esta columna de opinión, en La Opinión:

1. Que más del 50% de los pacientes que en el momento actual están tomando medicamentos para la hipertensión alta, no lo necesitan.

2. Que se está exagerando en el diagnóstico de hipertensión arterial al no confirmar si la presión se mantiene elevada por encima de las cifras máximas aceptables, lo que conduce al tratamiento innecesario de personas cuya presión elevada retornaría a lo normal sin medicamento alguno.

3. Se ignora que la presión alta no es una enfermedad en sí, sino un signo alterado, en un 90% de los casos por estados de ansiedad propias de la vida cotidiana, lo que conduce a:

4. Que más del 50% de los pacientes con tratamiento para la presión viven días, meses y años de terror por información médica por demás exagerada, pensando que en cualquier momento pueden sufrir un infarto cardiaco o una hemorragia cerebral si no cumplen con el tratamiento «a pie juntillas», o que lo mismo sucedería si suspenden el tratamiento cuando su presión se mantiene normal, sucesos con los que no concuerdo. De ser así, ya estaría en la cárcel, porque en mis 50 años de ejercicio clínico solamente tres enfermos han muerto directamente en mi consultorio por insuficiencia cardiaca senil con edema pulmonar agudo.

Ninguno de los tres padecía de hipertensión arterial, y he visto, en ese mismo lapso, no uno, sino cientos de pacientes que llegan al consultorio con cifras muy por encima de los 150/110, incluso algunos casos con cifras de hasta 240/140 sin haber certificado muerte alguna con esas cifras verificadas en mi área de trabajo cotidiano, y estos pacientes han salido con la presión normal sin prescribir tableta sublinguales, son personas que al tranquilizarlas de su ansiedad con orientación médica, la presión retorna a lo normal, midiendo la presión arterial hasta en diez ocasiones durante la misma consulta, para verificar si se mantiene o no elevada.

Del siguiente enlace de la revista Discovery Dsalud, cuyo título es aterrador, sintetizo algunos datos que coinciden con mi experiencia personal.

«Un reciente estudio dirigido por el Dr. Alejandro de la Sierra ha comprobado que el 37.5% de 8,295 personas con “hipertensión resistente” que estaban siendo tratadas con al menos tres fármacos, en realidad padecían “hipertensión de bata blanca”, es decir, que la presión arterial les subió debido simplemente al nerviosismo que les provoca estar ante un médico; y, por tanto, no sufrían hipertensión sostenida.

»Y como quiera que en España hay unos 488 mil “hipertensos resistentes” controlados por los médicos, puede concluirse que unos 183 mil padecen “hipertensión de bata blanca”. Un panorama aterrador, porque ello indica que en nuestro país se estaría medicando con fármacos iatrogénicos de claros efectos secundarios a numerosas personas sanas o, al menos, no hipertensas. Y lo mismo estaría pasando con cientos de miles de personas en todo el mundo».

Y aquí en Poza Rica. Coincido por completo con el texto anterior.

«Es imprescindible por tanto descartar los casos de hipertensión de bata blanca para evitar la medicación de quienes en realidad no la necesitan, sobre todo teniendo en cuenta que cada vez más médicos consideran la hipertensión una “enfermedad” en sí misma a tratar farmacológicamente, además de un factor de riesgo cardiovascular, en lugar de lo que realmente es: un mero síntoma reflejo de un desorden orgánico por detectar».

Mas que desorden orgánico, es un desequilibrio funcional del sistema nervioso: ansiedad, estrés, o como quiera llamársele.

«Claro que la hipertensión, además de un problema de salud, es un negocio para la industria farmacéutica y un enorme agujero para la sanidad pública. por el incremento del precio previsto de las herramientas diagnósticas y de los medicamentos, explica el Dr. Antonio Coca, jefe de la Unidad de Hipertensión del Hospital Clínico de Barcelona».

Continúa el texto del artículo en cuestión.

«¿Podría cambiar esta situación? Probablemente sí; y no sólo eliminando el fenómeno de la “hipertensión de bata blanca”, sino también con un cambio en la mentalidad de médicos y pacientes. Porque tratar la hipertensión requiere por parte del médico tiempo e interés en buscar las causas reales del síntoma —la subida de la presión arterial—, en lugar de limitarse a utilizar en los enfermos los protocolos sugeridos por la gran industria farmacéutica, que suele básicamente sugerir la ingesta de fármacos meramente sintomáticos, que acaban convirtiendo a los enfermos en “clientes” crónicos consumidores de medicinas de por vida, pues la estrategia farmacológica pasa ahora por convencer a médicos y pacientes de que lo mejor es ingerir combinaciones de dos o tres medicamentos comercializados en un solo comprimido. Más negocio para el futuro».

¡Lo veo y lo creo! Lo anterior refleja un claro conflicto de interés entre la industria farmacéutica y el gremio médico mundial.

Obviamente reducir la medicación, disminuir el consumo de fármacos, no es negocio para la industria farmacéutica ni para el gremio médico, está sobradamente constatado que basta seguir una dieta normal en sal, sin exceso, adelgazar cuando proceda, y hacer algo de ejercicio físico de forma regular —basta caminar a diario a buen paso media hora— para que la hipertensión reactiva a la ansiedad se estabilice y generalmente desaparezca, sin ingerir fármacos peligrosos y iatrogénicos. El problema es que los enfermos, incitados por los médicos y otras ignorando sus consejos, prefieren tomar fármacos porque es mucho más «cómodo» ¿El resultado? Muchas personas intoxicadas.

Finalmente, debo informar que hay pacientes tan aterrorizados que viven para tomarse la presión arterial y estar pendientes del horario de las tomas de medicamentos con el bip-bip del celular programado, para avisar del horario exacto, y muchas de estas personas viven en verdaderos estados demenciales. midiéndose la presión arterial obsesiva y compulsivamente, tres, seis y hasta diez veces al día, viviendo con una neurosis familiar y pésima calidad de vida emocional. De hecho, uno de mis pacientes se divorció de su pareja, que vivía solo, para medirse la presión arterial y obsesionada con el bip-bip del celular. ¡Aunque usted no lo crea!

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

Deja un comentario