En su brillante libro Sapiens: una breve historia de la humanidad, Yuval Noah Harari argumenta la razón por la cual el neandertal se extinguió y el Homo sapiens sobrevivió, a pesar de que el primero era físicamente más fuerte y contaba con un cerebro más grande. El sapiens tuvo la habilidad de generar mayor cooperación entre su especie. La facultad de colaborar entre pares es lo que nos tiene sobre la faz de la Tierra. Concertar acuerdos para el futuro implica creer en los otros y cumplir las promesas. Sin las posibilidades que da el lenguaje, esto no sucedería. Somos creadores y consumidores de narrativas.
No solamente hacemos crónica de lo que consideramos es la realidad, también inventamos el sentido de la realidad, creamos ficciones para explicar el mundo. Antes de saber que el fuego es el conjunto de partículas o moléculas incandescentes de materia combustible, capaces de emitir calor y luz visible, producto de una reacción química de oxidación acelerada, el hombre creó un dios del fuego. Lo mismo hizo con otros fenómenos sin explicación científica. La capacidad narrativa del sapiens abre puertas insospechadas para todo tipo de creencias.
A diferencia de los animales, los humanos somos proclives a creer historias con débil o nulo sustento. Esta facultad lúdica ha dado cabida, entre otras cosas, a las teorías conspiracionistas, dentro de las cuales la reina es la de los terraplanistas, personas que afirman que la Tierra es plana y que nos han estado ocultando la verdad.
Aunque vivimos la era de mayor difusión de información en la historia, el gran flujo de datos ha servido para fortalecer el sesgo de confirmación, un proceso cognitivo que reafirma nuestras creencias previas y descarta la evidencia contraria. Tendemos a ver aquello que esperamos ver, favorecemos ciertas opiniones, descalificamos a priori otras.
Una firma especializada en antropología digital hizo un estudio y confirmó la tesis de la socióloga Zeynep Tufekci: «A medida que hacemos clics y clics, nos dejamos llevar por la emocionante sensación de descubrir más secretos y más “verdades” profundas. YouTube lleva a los espectadores a un “rabbit hole” de extremismo, mientras que Google acumula ventas de anuncios». El experimento mostró que el algoritmo te sugiere más de lo que quieres ver y que hay una relación directa entre los temas ligados a «la Tierra es plana» con aquellos relacionados a «antivacunas», de modo que las creencias de ambos se ligan en asuntos que caen dentro de la misma categoría.
Esta circunstancia es especialmente útil cuando pensamos en que la red se pretende ver como un canal de influencia para ciertos fines, desde comerciales hasta políticos. Explica por qué las diferentes ideologías políticas se alimentan de más de lo que quieren oír y ven sólo aquello que creen, es como nuestro eco dentro de la cueva. El asunto implica un dilema mayúsculo, la red crea realidades a la medida de las creencias de los espectadores y de los objetivos comerciales de las empresas —como YouTube—. Un Estado manipulador puede aprovechar esto para sus fines.
Debemos al astrónomo francés Camille Flammarion una de las grandes revelaciones científicas en su L’Atmosphere. Météorologie Populaire (París, 1888), donde aparece una bella imagen en materia de astronomía. Se trata de un grabado que muestra a un explorador medieval saliendo de la atmósfera terrestre para explorar la bóveda celestial. Representa al observador que es capaz de ver allende su horizonte, profundiza, trasciende, es un ser inconforme, incrédulo. Ésa es la habilidad que requerimos ante tanta información falsa y tendenciosa —como los «otros datos», que se convierten en los datos de muchos—.
Ser críticos y escépticos es hoy una habilidad fundamental. No basta una imagen. Un video editado hace maravillas para simular e inventar realidades. Mientras nuestros antepasados nada más tenían que haber sido testigos de algo, para creerlo, la postverdad demanda otro tipo de comprobaciones.
Cuando te extrañe que haya personas que votan por alguien a quien nunca le darías tu voto, individuos que creen narrativas ideologizadas y manipuladoras, piensa que existen los terraplanistas. Así de frágil es la condición humana.
Y es que todo mal es neoliberal y el hombre nunca llegó a la Luna, ¿vedad?
Fuente: Reforma