Tommy John

En los tiempos que vivimos, los ojos del hombre se alternan constantemente entre ver el pasado y el futuro, porque a veces el presente es una verdadera pesadilla. Por ello la gente del beisbol cuyo sentimiento favorece a los Yankees han pasado una semana de mil dudas por la lesión de su astro Gerrit Cole (33) que estará fuera por lo menos seis semanas. Siendo el caballo del montículo de los Mulos, las especulaciones sumergen la esperanza como al capitán Nemo.

Evitó la operación Tommy John, maravilla ortopédica que ha salvado la carrera de muchos grandes lanzadores de la MLB. El iniciador de esta generación fue Thomas Edward John Jr. (80) que inició en 1963 con Cleveland (3 temporadas), luego con Medias Blancas (7) y al plano estelar con Dodgers donde en 1974 sufrió una dura lesión en el codo en Montreal el 17 de junio. «Sentí que mi brazo tronó», dijo el pitcher zurdo. Después de hielo y otras terapias fallidas, se puso en manos del doctor Frank Jobe, médico del equipo que le convenció de hacer una cirugía que le dio resultado durante la guerra, pues fue sargento médico en el desembarco a Normandía y en la batalla de Bastogne. Fue prisionero de los nazis, de los que escapó y se retiró con honores militares.

Para reparar el ligamento del codo desgarrado, Jobe utilizó el tendón del antebrazo derecho y luego de una larga etapa de yeso y terapias hubo otra operación de reajuste. Luego de un año volvió en ligas menores y el 26 de abril de 1976 lo hizo en la MLB y tuvo números de 10-10 esa temporada, pero habían regresado la fuerza y la confianza a su látigo zurdo, para beneplácito de los Dodgers con un par de etapas muy exitosas 20-7 en 1977 y 17-10 en 1978.

Pasó a los Yankees y fue mejor que en su época juvenil. 21-9 en 1979; 22-9 en 1980; 9-8 en 1981; 14-12 en 1982; 11-13 en 1983; 7-13 en 1984; 4-10 en 1985 y 5-3 en 1986. Después han desfilado muchos otros lanzadores para salvar su brazo y su carrera con la fórmula del doctor Jobe, que fue uno de los grandes maestros de cirugía ortopédica en el hospital de la UCLA. El nació en Greensboro, Carolina del Norte y vivió 89 años, se fue con todo el reconocimiento de la gente de beisbol, porque inició toda una era para salvar a grandes estrellas. En Dodgers también recompuso al famoso Orel Hershiser, otra gran leyenda del equipo de Los Angeles.

Los poetas siempre terminan siendo aquellos que en sus pensamientos van luchando contra sus propios demonios pues se desgastan en forcejeo de ideas entre amores, víctimas y héroes. Así es el aficionado del beisbol, que intenta solamente poseer ilusiones, pero analiza a sus tropas y siente lo que le hace falta. Esas ideas no son vagas, porque conoce el deporte, porque tiene larga experiencia y porque el mundo de este deporte, está hecho de colores, figuras, nombres y sucesos que se identifican a la infancia, a la juventud como igual con el arte, las letras y la misma poesía.

En Yankees deberán aguantar por Cole y rifarse con Stroman, Rodón, Cortés, Schmidt, Kanhle, Weaver, con Losisiga y Marinaccio para relevo intermedio y Clay Holmes como cerrador. Pero todos temen que no sea suficiente, que hacen falta un par de brazos de alto nivel que se esperaba pudiera capturar entre los agentes libres y no se hizo. También sonríen con la fórmula de Juan Soto y Aaron Judge pero dudan de Stanton que ha tenido temporadas medianas y con lesiones varias. Si Giancarlo se enracha y está sano, si Gleyber se afina y DJ LeMahieu regresa veremos el sol.

El beisbol es así. Los astros son irregulares como la fortuna y los fans siempre serán fieles.

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