Tres años del Brexit

El primer minuto del primero de febrero del año 2020, se consumó el hoy trágico resultado que hace unos años decidió el Brexit, en donde los británicos decidieron abandonar la Unión Europea, irónicamente, la unión que fue construida como la solución para enterrar los impulsos atávicos nacionalistas del siglo XX. Ese nacionalismo que llevó a Gavrilo Princip a asesinar al archiduque Francisco Fernando, y con ello al estallido de la Primera Guerra Mundial.

El mismo nacionalismo que provocó la Guerra Civil Española y que perduró hasta la muerte de Franco. El nacionalismo que enarboló Hitler, un hombre que difundía sus ideas con campañas y discursos de odio que describían la forma en que Alemania debería ser, la forma en que estaba destinada a ser. Su idea era librar a Alemania de todos los comunistas, judíos, y cualquier otro enemigo que se interpusiera en su camino. El resultado lo sabemos todos, la Segunda Guerra Mundial.

El nacionalismo que jugó un factor importante en la lucha por la independencia de Vietnam, bajo el liderazgo del movimiento encabezado por Ho Chi Minh. El mismo nacionalismo impulsado por Slobodan Milosevic, el serbio que se encargó de disolver con su pensamiento enfermizo a Yugoslavia y que impulsó a matarse a todos contra todos de una forma tan sistemática que quienes antes fueron pueblos hermanos se dividieron, como fue en el caso de Bosnia-Herzegovina, Serbia, Croacia, Eslovenia, Macedonia y Albania, y además todos a favor y en contra de los musulmanes.

Y es que el nacionalismo tiene muy poco de racional, más bien promueve un sentimiento de superioridad de raza. Esta política fue muy bien aprovechada por dictadores que apelaban al genio de los pueblos y a la sensación de que solos podían más. De que su cultura o raza es mejor que otra y por lo tanto los otros son inferiores.

Y sí, fue el rechazo a ese nacionalismo el que impulsó la creación de la Unión Europea que inició como un mercado común europeo, creció hasta adoptar una moneda única —no en Inglaterra— hasta avanzar en la integración en materia de justicia, asuntos del interior, política macroeconómica y migración.

Pero hace unas horas todo acabó. De nuevo un nacionalismo exacerbado tiene hoy fuera a Gran Bretaña de la Unión Europea en ese deseo engorroso que significaba que todo un continente avanzara hacia la igualdad y con eso la paz futura.

Pero el nacionalismo está ganando la batalla de la opinión pública. La crisis económica, el miedo a la inmigración y un sentido más general de que ellos deciden muy poco en su vida diaria y que todo se decidía entre todos los países de la Unión, además de un sentimiento de superioridad los estaba afectando en lugar de beneficiando, fue el alimento en los sentimientos negativos de los ingleses para finalmente decidir dejar esta Unión que, como tal, recibió su primera y muy sensible baja.

Pero más allá de eso, existe la sensación del resurgimiento de estos movimientos nacionalistas en gran parte de Europa, empujados por una sensación común de desesperación y frustración de muchos adultos que han perdido su empleo y de miles de jóvenes que se sienten sin oportunidades y quienes provocan el recrudecimiento de una forma robusta del nacionalismo populista. Hay un amplio sector de la población que está decepcionada de la democracia y ven en el populismo una opción viable.

El nacionalismo mal entendido empieza por pequeños cambios. Ahí está como ejemplo la iniciativa del entonces senador por Morena Martí Batres, esa que impulsa el que todas las películas extranjeras que se estrenen en México tendrán que estar dobladas al español.

Las razones para salir de la Unión Europea por parte del Reino Unido se tropiezan con la realidad económica que jamás llegó y el Brexit ha introducido nuevos impedimentos para esa ansiada prosperidad, al tiempo que ha agravado los problemas preexistentes. Pero no podemos olvidar las lecciones de la historia. El populismo y el nacionalismo son dos caras de una misma moneda, y las guerras y crisis económicas del pasado están ahí como una muestra de lo que esa opción significa. El Premio Nobel de Literatura, Albert Camus, lo denunciaba en su obra Cartas a un Amigo Alemán, un libro del año 1943 en donde dice: «Amo demasiado a mi país para ser nacionalista».

Es editorialista de diversos medios de comunicación, entre ellos Espacio 4, Vanguardia y las revistas Metrópoli y Proyección Empresarial, donde escribe sobres temas culturales, religiosos y de ciencia, tecnología e innovación. Es comentarista del noticiero “Al 100” de la estación de Radio La Reina de FM en Saltillo.

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