Tres tristes tigres

Los empresarios devienen políticos para acrecentar su riqueza y los políticos utilizan el poder para fabricar fortunas, volverse capitalistas y asegurar el futuro propio y el de su prole dispersa. Para no ser «pobres políticos», siguen a pie juntillas la doctrina hankiana. La fórmula casi nunca falla. Solo quien ha sido educado en los valores, el respeto a los demás y al apellido, no participa en ese juego abyecto. El poder económico ha subordinado históricamente al poder emanado del pueblo. Esto explica la impunidad, la injusticia social, la brecha entre ricos y pobres, el desprecio por el otro y la cultura del descarte. El papa Francisco describe este modo de vida como la preferencia por la comodidad y el placer instantáneo «potenciado por la publicidad y la industria de la obsolescencia programada».

«El dinero —advierte Jacinto Benavente— pasa al correr por muchos lodazales». La oligarquía siempre le ha hecho la cruz a Andrés Manuel López Obrador y lo ha presentado como «un peligro para México». Sin embargo, el tabasqueño atrajo a representantes del sector privado como el regiomontano Alfonso Romo, el lagunero Alejandro Gurza, quien me presentó a AMLO en su segunda campaña presidencial, y otros que antes lo habían combatido. Tres empresarios afiliados a Morena fueron candidatos a gobernador: Armando Guadiana (Coahuila/2017), Carlos Lomelí (Jalisco/2018) y Jaime Bonilla (Baja California/2019).

Sin AMLO en las boletas, Guadiana obtuvo 151 mil votos, muy por debajo de Miguel Riquelme (482 mil) y Guillermo Anaya (452 mil). En 2018, el empresario minero se hizo con un escaño senatorial de mayoría impulsado por López Obrador, quien, ya en las papeletas, facilitó el triunfo de los candidatos de Morena al Congreso y a la Cámara Alta. Guadiana compitió en 2021 por la alcaldía de Saltillo sin el paraguas del presidente y culpó a la estructura del partido guinda de haberlo abandonado. La derrota frente al priista José María Fraustro significó un golpe decisivo en sus aspiraciones de ser gobernador. El verdadero enemigo del también criador de toros de lidia no es Ricardo Mejía, sino él mismo.

Carlos Lomelí fue vencido en Jalisco por Enrique Alfaro, de Movimiento Ciudadano (MC), por una diferencia de 15 puntos porcentuales. López Obrador lo rescató y lo puso al frente de la delegación del Gobierno Federal en el estado. Empero, una investigación de la Secretaría de la Función Pública sobre un supuesto conflicto de interés como proveedor de medicamentos de la 4T, lo obligó a renunciar. Morena volvió a postular a Lomelí en 2021, esta vez para la presidencia municipal de Guadalajara, desde donde volvería a buscar la candidatura al Gobierno (como Guadiana en Saltillo). Sin embargo, perdió con Pablo Lemus, de MC, quien obtuvo el 45% de los votos. Lomelí es actualmente regidor del ayuntamiento tapatío.

Jaime Bonilla ganó una senaduría por Baja California en las elecciones de 2018, y un año después Morena lo postuló para gobernador. El empresario derrotó a Óscar Vega y terminó con 30 años de Gobiernos panistas. Bonilla fue elegido para un periodo de dos años, pero, quizá atenido a su amistad con el presidente López Obrador, reformó la Constitución para extender a cinco años su mandato. El 11 de mayo de 2020, la Suprema Corte de Justicia declaró inconstitucional la «Ley Bonilla». Morena retuvo el poder en 2022 con Marina Ávila. Lupita Jones, de la coalición PAN-PRI-PRD, ocupó el tercer lugar. Moraleja: AMLO no pone las manos en el fuego por quienes han faltado a su confianza.

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