Tropezones de la sociedad civil

Se supone que la sociedad civil está conformada por ciudadanos independientes que actúan en el campo de lo público buscando el bien común, sin ánimo de lucro, ni ambiciones personales. La sociedad civil suele legitimar al estado y a los diferentes niveles y ámbitos de Gobierno. La sociedad civil deseable es aquella que de manera altruista, filantrópica y casi heroica complementa al estado en acciones que el poder público omite por carencia, ineficiencia o corrupción. Algo positivo de la sociedad civil es que en ella pueden convivir la opulencia y las clases populares unidas por un noble fin.

Y no podemos negar que la caridad es el sustituto misericordioso de la justicia social, porque cierto es que el Gobierno no tiene los recursos suficientes para satisfacer las necesidades más apremiantes de los grupos marginados y vulnerables de la sociedad.

Resulta muy alentador que la mayoría de los organismos de la sociedad civil (OSC) y de los órganos no gubernamentales (ONG) estén conformados por hombres y mujeres de bien. Aunque hay excepciones infames cuando supuestos «hombres o mujeres de bien» se nos presentan y de inmediato el instinto nos mueve a palpar nuestra cartera porque, ya ve usted, nunca falta.

La sociedad civil en Saltillo y sus ONG son ejemplo de altruismo, dedicación desinteresada y de servicio social hacia los grupos más desprotegidos con gran sentido comunitario. Este columnista ha sido voluntario (y no es ostentación, sino reconocimiento a esa ONG) en el Banco de Alimentos de Saltillo, y es muy admirable la vocación en su diario esfuerzo dedicado a captar y distribuir alimentos a los más pobres de nuestra sociedad. Es loable la cantidad de jóvenes que trabajan diariamente empacando comida y despensas con el firme propósito de servir, y más que eso, superarse personalmente y ser útiles a los más necesitados. El Banco de Alimentos de Saltillo es el mejor ejemplo del «Welfare society» que aporta de manera significativa lo mejor de la sociedad civil al Estado de bienestar (welfare state), programas que también ejercen con recursos fiscales el estado y los Gobiernos.

De igual forma en este espacio hemos criticado con virulencia a sectores de la sociedad civil que han corrompido la base ética de las ONG por avaricia personal, lucro y ambición de poder. María Elena Morera, de «Causa en Común», e Isabel Miranda de Wallace, de «Alto al Secuestro», son dos mujeres que prostituyeron la vocación de servicio. Asimismo, aquí en Coahuila, la sociedad civil ha fallado al ser omisa y no involucrarse en el Sistema Estatal Anticorrupción. Asimismo, tampoco procuraron que al Instituto Electoral de Coahuila (IEC) llegara un ciudadano en vez de un burócrata electoral como Rodrigo Paredes, impuesto por el INE, que lo hizo presidente del IEC de manera antidemocrática. Otro caso es el de la presidenta del ICAI, a donde debió llegar una ciudadana y no una burócrata. Ciudadanos que devienen burócratas, el cáncer de los Órganos Constitucionales Autónomos.

Y conste que aquí no vamos a abonar al último escándalo de la sociedad civil en Saltillo. Realmente esperamos que en el patronato de la Feria de Saltillo todo se aclare. Sería lamentable que el nombre de la socialista Helen Keller sea manchado de corrupción, una mujer sordo-ciega que escaló la cumbre de la filantropía y el activismo social. «Que regrese la luz a esta oscuridad». Y que todo se ilumine para bien de nuestra preclara sociedad civil.

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