A la memoria de Juan Antonio Ayala Pavón
«Existe un inconsciente colectivo que es anterior al inconsciente individual» decía Carl Gustav Jong (1875-1961) psicólogo suizo, influenciado por geniales como Freud, Kant y Schopenhauer. Sostenía que todos tenemos sombras ocultas (aspectos de nuestro lado oscuro proyectados al exterior). Y sentencia: «Fíjate en lo que más te molesta de los demás; lo que realmente te altera». Y lo señalaba como un impedimento inconsciente que malogra nuestras mejores intenciones.
Viene al caso la memoria porque ahora mismo frente al teclado, los hechos demuestran que somos gente apegada a esas viejas sombras. ¿Qué emoción nos cuesta más expresar? Son varias y quizá por ello el pueblo voltea al futbol, porque en él, como ideal protagonista, se revela alegría, ira, pasión, penurias y temblores… y luego de los resultados, cuando debiera estar relajado, llegan por todas partes pensamientos, las dudas y las especulaciones
¿Por qué se anuló tal o cuál gol? ¿Por qué no sacó tarjetas rojas? ¿Por qué concedió un alargue de ocho minutos? En eso se desaparecen todos los ruidos de la vida cotidiana y la imaginación hace su trabajo, porque idea arreglos tenebrosos, favoritismos, creencia de una influencia que pasa por el negocio y el dinero. En esa exposición entra el arte de contar lo que creemos y lo que menos importa es el contenido, sino la trascendencia del relato, la forma.
En este imperio de las dudas, en esa avalancha de retratos floridos van inmersos jugadores, equipos y desde luego, los árbitros. Siempre será lo mismo. La razón se viste como alguien que se muestra tímido, menudo y pálido. No se puede convencer a nadie, muchos menos a los que pierden, porque cargamos todos una mochila con libros de excusas y no está el de autocrítica.
Está claro que en, este tipo de torneos cortos, observamos algunos fantasmas que viven bajo tierra y solo salen cuando deben cumplir una misión. Andan con toda calma y hasta se juntan en algún palco propio, pero deben tener poderes muy especiales porque su influencia se deja sentir y dominan hasta a los narradores de televisión, que procuran no emitir opiniones de situaciones dudosas, ni hacer juicios que puedan molestar a los dueños del balón.
Y claro, es también tiempo de especulaciones. Martín Anselmi (38) contra otro argentino, Tano Ortiz (46). Serie con grandes expectativas porque es demasiada la gente que ansía que Cruz Azul vuelva a ser brillante. Rayados tiene la fortuna de cerrar en casa. Enfrente el brasileño Jardine (44) y Fernando Gago (38), América es el campeón y busca repetir. Es el favorito, pero Guadalajara tiene la moral en alto y el gran cariño popular. Lo que uno desea es que haya un gran espectáculo.
Las mediciones las hace cada cual como igual todos tienen sus preferidos. Lo importante es que se reviva el gran show de otros años, que haya de nuevo protagónicos y héroes que saltan de pronto y se clavan en la mente y los corazones de la gente, que se brinde una encantadora mezcla de acciones y emociones, con imágenes brillantes que lleven instantes de gracia e iluminación. No es que se tenga un aire del inspector Clouseau para advertir que no hay una diferencia grande entre todos, quizá porque tenemos traumas y duelos no procesados que nos agitan. Pero en realidad y en medio de tanta ansiedad que llega sin invitación, se trata de creer que podemos crear el futuro que queremos ver.