Hablemos de un tema que hoy tiene a Coahuila envuelta en un barullo al que no estamos acostumbrados. Ha habido alianzas electorales en otros momentos en la entidad, pero nunca una en la que entre los aliados estuvieran el PAN y el PRI, dos adversarios políticos históricos. Las redes están ardiendo, me dijo una buena amiga. Y la verdad sea dicha era de esperarse, hay quienes ven esta alianza como algo necesario, hay quienes no quieren ni oír hablar de ella, porque estiman que PRI y PAN son como el agua y el aceite, que no mezclan, y les enoja a tal grado que expresan que hasta aquí llegan con el PAN y que no van a votar más por ese partido —mi partido— y es válido que así lo sientan, y también hay quienes insultan, mientan madres, repiten como estribillo que el PRIAN al fin se descaró y que vivan López y la 4T. Está más que clara la procedencia de estos últimos. Hoy arrecian la cantaleta. Ni me asombra ni me extraña.
Hablemos un poquito sobre la coalición electoral. Por principio, se trata de unión de fuerzas políticas que formalizan un convenio para concurrir a una elección. En el Código Electoral de Coahuila, que les invito respetuosamente a leer, se establece todo lo relativo a estas alianzas de los artículos 71 al 76. Por favor léanlos y así se acaban especulaciones de lo que es y de lo que no es una coalición electoral. Una característica sustantiva de este tipo de alianza electoral es su carácter temporal, lo que explica que, más allá de la unificación de la representación ante los órganos electorales para todo lo relativo al acto electoral en cuestión, los partidos miembros conservan su individualidad, autonomía, personalidad y registro, distinguiéndose así, de las uniones o fusiones de carácter permanente que implican el surgimiento de un nuevo partido con la disolución o extinción de los partidos miembros (unión) o, por lo menos, la extinción de alguno de los partidos involucrados y su incorporación a otro (fusión). En Coahuila se extingue en el momento en que la autoridad electoral competente da a conocer el resultado definitivo de la elección. En el artículo 73 del Código en cita se establecen los deberes de aquellos partidos que decidan ir en coalición, verbi gratia: Acreditar que la coalición fue aprobada por el órgano de dirección partidista que establezcan los estatutos de cada uno de los partidos políticos coaligados y que dichos órganos expresamente aprobaron la plataforma electoral, y en su caso, el programa de Gobierno de la coalición, comprobar que los órganos partidistas respectivos de cada uno de los partidos políticos coaligados aprobaron, en su caso, la postulación y el registro de determinada candidatura para la elección de la Gubernatura; asimismo para las diputaciones de mayoría relativa y en su oportunidad cada partido, no la coalición, las listas de candidaturas a diputados de representación proporcional. Y el 74 es contundente: En el caso de coalición, independientemente de la elección para la que se realice, cada partido conservará su propia representación en los consejos del Instituto y ante las mesas directivas de casilla. Y en el 75 lo que debe de contener el convenio de coalición. Los invito a conocer el articulado. No es nada complejo. De esta suerte, estarán ustedes, en su calidad de ciudadanos, perfectamente informados al respecto y podrán normar su criterio.
Los cambios que se han venido dando en los últimos tiempos en la competencia electoral sin duda que han impactado al sistema de partidos y plantean un nuevo escenario en el que se da la lucha por el poder. Las alianzas son nada más y nada menos que un reflejo de alta competitividad que ha llevado a los partidos a abrirse a acuerdos electorales para garantizar resultados y posiciones en el ámbito de la representación pública. Estos acuerdos entre fuerzas políticas opositoras como es el caso del Pan y el PRI, en Coahuila aumentan las expectativas de victorias en un modelo político en el que la población está claramente fragmentada. La agenda electoral busca, con base en la propuesta ofrecida ganar la simpatía electoral del elector que le dé el triunfo en las urnas y con ello la facultad de gobernar de acuerdo a las demandas ciudadanas conforme a criterios que equilibren lo políticamente deseable con lo administrativamente alcanzable. Si revisamos un convenio de coalición, encontraremos que la presentación de una plataforma electoral común apta para ser aprobada por los órganos de Gobierno de los partidos coaligados se sustenta en bases que dignifiquen la competencia político-electoral, que provean al elector de información que le permita optar por la coalición a la hora de sufragar ofreciéndole un proyecto público que le devuelva la confianza en los procesos eleccionarios. La labor del órgano electoral estriba en revisar la documentación ofrecida y todos los aspectos formales correspondientes para garantizar la viabilidad del proceso electoral. Sin embargo, existen voces que se oponen a las alianzas, y deben de ser atendidas porque forman parte de la comunidad, porque aquí ha hecho su vida, porque se trata del espacio en el que han estudiado, trabajado, padecido, en fin porque han sido los destinatarios de los aciertos y de los yerros de quienes han gobernado. En el caso de Coahuila es una unión la del Pan y el Pri, muy difícil de digerir. Se trata de una entidad federativa en la que jamás ha habido alternancia en el poder ejecutivo estatal ni mayoría en el Poder Legislativo que no sea la tricolor, a más de arrastrar una cauda de raterías y sinvergüenzadas sin resolver. Y el PAN ha sido el eterno crítico de todo ello, con señalamientos, con demandas penales y administrativas… y ahora nos preguntan ¿Y van a ir juntos?
Sin duda que quienes se oponen lo hacen señalando el desdibujamiento y pérdida de contenidos ideológicos y programáticos, y como ya lo apunté, esgrimiendo consideraciones históricas que los partidos aliancistas han tenido en su desempeño en el poder, en este caso particular, el PRI. Y aun con todo ello, lo que hoy está sucediendo en nuestro país, nos obliga a unir fuerzas para detener lo que mañana, si no le cerramos el paso, va a desgraciar la vida de millones de personas, sobre todo niños y jóvenes, a quienes les espera un futuro nada halagüeño. Y esto no lo expreso de oídas, ni por antipatías, ni mala leche, sino porque estoy viendo el resultado de Gobiernos de izquierda no pensante en Cuba, en Venezuela, en Nicaragua, tres países hispanoamericanos con los que compartimos origen y tradiciones culturales. Y al margen de estas consideraciones de carácter particular, pero que también un buen número comparte, hay aspectos más significativos y geografías por las que los mexicanos no hemos transitado y que ya es hora de conocer. Seguimos apostados en un modelo político que ya no responde a las necesidades de un siglo XXI que ni por asomo se parece al XX, que es por el que personas de mi generación transitamos. El mundo ha cambiado y así sucede desde el principio de los tiempos, y quien no se adapta a lo nuevo desaparece. Renovarse o morir, ley inclemente, escribió don Miguel de Unamuno, y tenía y tiene razón. Si queremos que México sea diferente, tenemos que empezar por ser diferentes nosotros. Por ahí se empieza. Y no hay mayor congruencia que esa.
Coahuila ha sido desde siempre priista porque así lo ha querido la mayoría de los coahuilenses, y en esa mayoría incluyo a quienes votan por ese partido y también a los que no votan. Es muy fácil ser mirón de palo y mentar madres de cuanto no nos gusta, lo que es difícil es moverte para que eso no siga sucediendo. Yo nunca he votado por el PRI, lecciones aprendidas en casa e impartidas por una mujer sencilla, mi madre. Pero dejo el yoyo, perdón. Vamos a construir un Coahuila diferente, entre todos. Vamos a darnos la oportunidad de ir juntos por un proyecto común, en el que todos tenemos que aprender lecciones y cambiar visiones. La coalición electoral no te constriñe a quedarte callado, ni a hacerte priista, ni al priista hacerse panista o perredista. Nomás faltaba. Nuestros derechos fundamentales son intocables. Quienes hoy estamos a favor de esta coalición electoral tenemos clara la responsabilidad que implica, mi partido sabe lo que se está jugando. En el PAN sabemos que no nos van a perdonar ni un error, bueno, ni un traspiés, los electores. Vamos a salir a promover el voto a favor de Acción Nacional, vamos a comprometernos con quienes nos lo den, vamos a ir juntos con el PRI y el PRD porque Coahuila lo vale. Las alianzas son indispensables y necesarias en momentos históricos de las naciones. Aliarse con impensables es perfectamente válido. Si Rusia y Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial no hubieran unido fuerzas para derrotar a Hitler, otra sería la historia. Y más cerca, si en Chile, la izquierda y la derecha hubieran decidido ir cada cual por su lado, el dictador Augusto Pinochet hubiera prolongado su infausta dictadura.
Hagámonos cargo, los partidos políticos necesitan recuperar la confianza de los electores, con creces hemos provocado la desafección ciudadana. Ya es hora de pedir disculpas, con mucha humildad, y con hechos.