Zambada-Guzmán: final inesperado de los cabecillas del cartel de Sinaloa

A más de un mes de la detención de los capos, el misterio sobre el operativo y las pifias de la fiscalía estatal aumentan las sospechas de un pacto entre criminales y políticos. Morena cierra filas con el gobernador Rubén Rocha, en medio de una tormenta de acusaciones

«Nada cambiará», declaró el Mayo a Scherer en 2010

El próximo 9 de septiembre, Ismael «Mayo» Zambada, uno de los narcotraficantes más buscados por Estados Unidos, comparecerá en una corte de Nueva York donde enfrenta cinco de los 17 cargos que se le imputan, entre ellos tráfico de drogas, crimen organizado, lavado de dinero, asesinatos y actos de violencia.

Es la misma corte que en 2017 sentenció a Joaquín «Chapo» Guzmán Loera por delitos similares y, en 2023, al exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, por conspiración para distribuir cocaína, participación en una empresa criminal continua y falsedad en su declaración jurada para obtener la ciudadanía estadounidense. Ambos recibieron condenas de 30 años de prisión.

La gravedad de los cargos que enfrenta Zambada, en particular la distribución de fentanilo, una droga sintética responsable de miles de muertes por sobredosis en EE. UU., podría llevar al Gobierno federal de ese país a solicitar la pena de muerte. No obstante, si «el Mayo» colabora con los fiscales del Departamento de Justicia, estos podrían solicitar clemencia, lo que incluso podría resultar en una reducción de su sentencia.

El 25 de julio, autoridades estadounidenses arrestaron a Zambada en el aeropuerto rural de doña Ana de Nuevo México, junto a Joaquín Guzmán López, otro de los principales líderes del Cártel de Sinaloa e hijo del «Chapo». Guzmán López enfrenta cargos en Chicago por narcotráfico, lavado de dinero y posesión ilegal de armas de fuego.

Las dudas en torno a lo sucedido antes y después del arresto, así como la carta pública de Zambada acusando a Guzmán de secuestrarlo mientras se dirigía a una presunta reunión con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, y las fallas de la fiscalía estatal en la investigación del asesinato del exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Héctor Melesio Cuén Ojeda, han colocado al Gobierno mexicano en una situación delicada.

Por un lado, la falta de información sobre el vuelo que transportó a Zambada y Guzmán desde Sinaloa (como la identidad y destino del piloto), así como la ausencia de detalles sobre la captura, no solo expone su limitada capacidad, sino que refleja la desconfianza de las autoridades estadounidenses hacia sus contrapartes mexicanas.

Por otro lado, el respaldo de Morena al gobernador Rocha, en medio de acusaciones de vínculos con el narcotráfico —que también involucran al exsecretario general del Gobierno estatal y actual senador morenista, Enrique Inzunza Cázares—, representa una arriesgada jugada política.

En ese contexto, el respaldo de la Fiscalía General de la República (FGR) a la versión del secuestro y su contradicción con la fiscalía sinaloense, que sostiene que Cuén fue asesinado en una gasolinera durante un intento de robo—y no en el lugar del secuestro, como afirma el «Mayo»—, insinúan que hay algo profundamente turbio en Sinaloa.

Cabos sueltos

A finales de agosto, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum regresaron a Sinaloa en su segunda visita al estado desde la detención de Zambada y la muerte de Cuén, quien era diputado electo por el PRI. «El gobernador cuenta con todo nuestro respaldo», declaró el presidente.

La agenda oficial de López Obrador y de la entonces la presidenta electa incluyó una parada en El Rosario, un pequeño municipio en el sur de Sinaloa, para inaugurar un distrito de riego de la presa Picachos. El 10 de agosto, López Obrador y Sheinbaum ya habían participado en otro evento con el mandatario, quien negó cualquier vínculo con el narcotráfico, así como su presencia en el supuesto encuentro con el capo.

En su carta, el «Mayo» acusó que Héctor Cuén, principal adversario político de Rocha, fue asesinado en el mismo lugar y momento en que él fue secuestrado, una versión que ha cobrado fuerza desde que la FGR asumió el caso y descubrió múltiples irregularidades en la investigación de la fiscalía estatal.

«La institución federal ha logrado establecer, con precisión, que la información sobre lo ocurrido en una gasolinera en el municipio de Culiacán no es aceptable, ni cuenta con los elementos fidedignos de prueba que permitan tomarla en cuenta, en la forma en que fue planteada», señaló la dependencia.

El principal cabo suelto sigue siendo si Rocha estaba presente en la escena del crimen o si se encontraba fuera de Sinaloa, como él afirma. Según el mandatario, ese día había asistido a un juego de béisbol junto a su familia en EE. UU., a donde habría llegado en su jet privado.

En ese sentido, la declaración de Fausto Ernesto Corrales Rodríguez, la última persona que vio a Cuén con vida, es fundamental. Según la pesquisa de la Fiscalía General de Sonora, Corrales testificó cuatro días después del homicidio que él y Cuén estuvieron juntos cuando fue presuntamente atacado en una gasolinera.

 «Fausto Corrales habría declarado que Héctor Melesio Cuén y él estuvieron desde la mañana del 25 de julio y hasta entrada la noche, esperando a unos abogados en el campestre Condado de San Francisco, cerca de La Presita, y que al no llegar regresaron a la ciudad de Culiacán, y que de paso llegaron a una gasolinera a cargar combustible», indicó la dependencia.

Corrales habría llevado al diputado federal a un hospital privado para que recibiera atención médica, donde finalmente fue declarado muerto. Según su testimonio, durante el trayecto, el exrector le comentó que se sentía muy «débil» y luego «ya no lo escuchó hablar».

Según Juan Manuel Partida Valdez, quien se identifica como presidente de la Asociación de Periodistas de Sinaloa, Fausto habría revelado a sus familiares más cercanos lo que realmente sucedió ese día y habría confirmado que el gobernador Rocha Moya y Enrique Inzunza estaban presentes en el lugar de los hechos.

El 24 de agosto, elementos de la FGR y de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) llevaron a cabo un operativo en un inmueble propiedad de Víctor Manuel Corrales Burgueño, padre de Fausto Corrales, en el residencial «Pueblo Bonito» en la zona de Tres Ríos, en Culiacán, Sinaloa. Corrales Burgueño, quien también fue exrector de la UAS, es el actual presidente del Partido Sinaloense (PAS) y también fue electo diputado federal en junio pasado.

Una trama misteriosa

Según la Fiscalía General de la República (FGR), el avión que transportó a Ismael Zambada a Estados Unidos despegó desde una pista de fumigación cercana a Culiacán. La investigación sugiere que el piloto era mexicano y voló con los sistemas de radar apagados hasta cerca de El Paso, Texas, cuando se comunicó por radio con Ciudad Juárez para solicitar autorización de aterrizaje. La petición fue derivada a El Paso, pero antes de recibir la autorización, un operador del aeropuerto cercano de Santa Teresa, Nuevo México, respondió que podía aterrizar allí.

El avión, con matrícula estadounidense clonada, tenía un número de serie diferente al que originalmente informó el FBI. El número real pertenece a una aeronave que nunca ha tenido matrícula mexicana y aún no se ha confirmado ni el historial de la misma, ni cómo el piloto mexicano llegó a volarlo.

En su columna Linotipia (Reforma, 17.08.24), Peniley Ramírez destaca las contradicciones e inconsistencias en las versiones sobre la aeronave y el piloto. Para empezar, a los funcionarios de la FGR que viajaron a Nuevo México para realizar una diligencia, las autoridades estadounidenses no les proporcionaron los videos del aeropuerto. Solo les mostraron algunos objetos utilizados por el «Mayo» y Joaquín Guzmán durante el vuelo, pero no les permitieron procesar las huellas dactilares en esos artículos.

«Lo más increíble ha sido la historia del piloto. (…) primero la secretaria de Seguridad divulgó el nombre de un piloto estadounidense, Larry Curtis Parker, que nada tiene que ver con el caso, que sigue esperando una disculpa de México y continúa temeroso de volver al país. En la investigación federal, Parker está descartado casi desde el principio. Por eso, a los funcionarios de la FGR que fueron a Nuevo México les interesaba particularmente qué había sucedido con el piloto verdadero», señala la columna titulada «El piloto mexicano».

«Y las versiones que han dado las autoridades estadounidenses (…) son de risa. Primero, en el curso de las últimas semanas les han dado al menos tres versiones distintas sobre qué ocurrió con el piloto después de que aterrizó en Nuevo México (…). La más inverosímil dice que, al aterrizar, el piloto “salió corriendo” sin que nadie le pusiera mucha atención y que luego, cuando ya lo aprehendieron, no le tomaron declaraciones, no se quedaron los estadounidenses con datos de su nombre, ni sus señas, y aceptaron una petición aún más increíble: que lo deportaran de inmediato a México», agrega.

El 15 de agosto, la FGR emitió un comunicado en el que detalló la investigación y afirmó haber solicitado oficialmente a Estados Unidos información sobre los radares, el vuelo, el piloto y cualquier otro dato que pueda ayudar a esclarecer lo sucedido. Hasta el momento, no habría recibido respuesta.

La investigación mexicana ha logrado ubicar a uno de los escoltas del «Mayo», al fallecido Héctor Cuén y a su chofer en el rancho Huertos del Pedregal, el lugar y la hora donde el capo afirma que iba a reunirse con el gobernador de Sinaloa y donde fue secuestrado.

Ahora, la FGR busca juzgar por traición a la patria a cualquier persona que haya facilitado el vuelo del «Mayo», desde los responsables de las pistas de fumigación hasta los operadores de las torres de control en los aeropuertos.

«La trama, en general, es como una saga binacional de espías, en la que no queda claro desde cuándo, y cuán profunda, es la huella de la narcopolítica en México, y tampoco queda claro cuánto sabía, y desde cuándo, el Gobierno de Estados Unidos», señala Ramírez. E4

Crónica de una detención no anunciada

25 de julio: el Departamento de Justicia de Estados Unidos informa la detención de Ismael «Mayo» Zambada y Joaquín Guzmán López en
El Paso, Texas.

26 de julio: el Gobierno de México afirma que no participó en la detención y dice que el Gobierno de Estados Unidos «debe entregar un informe completo» sobre el operativo.

26 de julio: Zambada se declara inocente de siete cargos penales en su contra en la Corte de Distrito de Estados Unidos en El Paso.

28 de julio: Frank Pérez, abogado de Zambada, dice que su cliente no se entregó a las autoridades, sino que fue secuestrado por Guzmán López.

30 de julio: Joaquín Guzmán López se declara inocente ante un tribunal federal de los cargos de narcotráfico, lavado de dinero y armas de fuego.

1 de agosto: Zambada comparece ante un tribunal federal en Texas. Los fiscales y abogados defensores pidieron un plazo de 30 días
para tener tiempo de reunir
pruebas adicionales.

7 de agosto: determinan que el cofundador del Cártel de Sinaloa será transferido desde El Paso, Texas, a Brooklyn, Nueva York, para enfrentar un juicio que se llevará a cabo en la misma corte del Distrito Este donde fue condenado Joaquín “El Chapo” Guzmán y Vicente Zambada Niebla, conocido como el Vicentillo
e hijo del Mayo.

9 de agosto: el embajador de EE. UU. en México, Ken Salazar, dice que Zambada fue trasladado contra su voluntad y que Joaquín Guzmán se entregó de manera voluntaria.

10 de agosto: Zambada reitera en una carta pública que fue «emboscado» y «secuestrado» al acudir a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre líderes políticos de Sinaloa.

11 de agosto: la FGR abre una investigación por los posibles delitos de vuelo ilícito, uso de instalaciones aéreas, violación a la legislación migratoria y aduanera, secuestro, «traición a la patria» y «lo que resulte»

16 de agosto: Sara Quiñonez Estrada presenta su renuncia como titular de la FGE de Sinaloa, luego de que la FGR expuso irregularidades en la investigación del asesinato de Héctor Melesio Cuén.

15 de agosto: la FGR solicita información al Departamento de Justicia de EE. UU. relacionada con el vuelo, la aeronave y el piloto.

21 de agosto: México dice que alista la orden de aprehensión contra el hijo del Chapo Guzmán por el secuestro y privación ilegal de Zambada.


«Nada cambiará», declaró el Mayo a Scherer en 2010

Ismael «Mayo» Zambada, uno de los capos más notorios del narcotráfico, ha recorrido un camino de transformación radical desde sus humildes orígenes hasta convertirse en el líder del Cártel de Sinaloa. Nacido el 1 de enero de 1948 en El Álamo, un pequeño y modesto poblado agrícola de Culiacán, Zambada tuvo una infancia marcada por la pobreza y la responsabilidad desde temprana edad. La muerte de su padre en 1962 obligó al joven Zambada, a los 12 años, a abandonar la escuela para apoyar a su madre en el cuidado de sus hermanos menores. Trabajó en el campo y en el ingenio azucarero de El Dorado, realizando tareas humildes para asegurar el sustento familiar.

A los 17 años, se casó con Rosario Niebla Cardoza, conocida como Chayito, un vínculo que tuvo un impacto significativo en su vida. Buscando mejorar su situación económica, Zambada se mudó a El Dorado, donde trabajó arduamente hasta ser despedido debido a la llegada del sindicato. Su vida dio un giro cuando su cuñado, Antonio Cruz Vázquez, alias «Niko», un narcotraficante cubano, lo introdujo al mundo del narcotráfico. Bajo su tutela, Zambada comenzó a involucrarse en el comercio de drogas, estableciendo las bases para la creación del Cártel de Sinaloa.

Durante la década de los 70, Zambada se unió al Cártel de Guadalajara, dirigido por Miguel Ángel Félix Gallardo. Con el tiempo, pasó al Cártel de Juárez, liderado por Amado Carrillo Fuentes, «El Señor de los Cielos». Tras la supuesta muerte de Carrillo, Zambada ascendió a la cúpula del Cártel de Juárez, manteniéndose bajo perfil y evitando su captura durante años. En los años 90, consolidó su poder al desmantelar cárteles rivales y a la detención de líderes como Rafael Caro Quintero y Fonseca Carrillo, estableciendo el Cártel de Sinaloa como una fuerza dominante en el narcotráfico.

La colaboración entre Zambada y Joaquín «Chapo» Guzmán, comenzada en 2001, reforzó aún más la posición del Cártel de Sinaloa. El hijo de Zambada, Vicente, jugó un papel clave en el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos. Tras la captura de Guzmán en 2014, Zambada asumió el liderazgo del cártel. Reconocido por su habilidad para evadir la justicia y mantener una operación criminal a gran escala, las autoridades estadounidenses y mexicanas ofrecieron hasta 15 millones de dólares en recompensas por información que condujera a su arresto.

El 4 de abril de 2010, la revista Proceso publicó una entrevista realizada por el periodista Julio Scherer García a Zambada, en la que el capo habló sobre su vida personal. « si me atrapan o me matan… nada cambia», dijo entonces.

A pesar de ser uno de los capos más buscados, Zambada logró mantenerse libre durante más de cinco décadas hasta el 25 de julio de 2024, cuando fue arrestado en Estados Unidos. Su captura se produjo tras ser supuestamente traicionado por Joaquín Guzmán López, hijo del «Chapo», poniendo fin a una era en el narcotráfico y marcando un importante giro en la lucha contra el crimen organizado.

La captura de Zambada ha puesto al Gobierno federal en una situación delicada, con acusaciones de corrupción y complicidad que salpican al gobernador Rocha Moya y a otros funcionarios. En este contexto, México ha decidido juzgar por traición a la patria a todos aquellos que hayan contribuido al vuelo de Zambada, desde quienes controlan las pistas de fumigación hasta quienes manejan las torres de control de los aeropuertos.

Este caso no solo marca el fin de una era en el narcotráfico, sino también una nueva fase en la lucha contra el crimen organizado y la corrupción en México y Estados Unidos. E4

Argentina, 1977. Periodista, editor y corrector de periódicos mexicanos y argentinos. Estudió Comunicación Social y Corrección Periodística y Editorial en Santa Fe, Argentina. Actualmente es jefe de Redacción de Espacio 4, donde trabaja desde hace más de diez años.

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