4-J: La madre de todas las batallas; el statu quo y el oficialismo, unidos

Apoyado por la derecha y por un PAN que en vez de sumarle votos se los podría restar, el gobernador Riquelme lleva ganada la partida. La clase política cierra filas como nunca para conservar privilegios. Manolo Jiménez y Ricardo Mejía acaparan los reflectores. Coahuila, laboratorio para las presidenciales de 2024

¿Podrá el dinosaurio detener la ola impetuosa de la 4T?

Las elecciones del domingo próximo para nombrar al sucesor de Miguel Riquelme tienen un ingrediente excepcional: la animosidad del statu quo —encabezado por la derecha— hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador. El factor favorece al PRI y a su candidato Manolo Jiménez. La alianza con el conservador Partido Acción Nacional, su antiguo enemigo histórico, pretende frenar el avance arrollador de Morena. Las diferencias políticas e ideológicas entre ambos dejaron de existir desde hace tiempo. El PAN busca salvar la cara ante el desplome de su votación. La coyuntura, sin embargo, es un arma de dos filos: puede inclinar la balanza hacia el oficialismo o provocar la reacción del Gobierno federal para hacerse con Coahuila y Estado de México y llegar más fortalecido a las presidenciales de 2024. Finalizadas las campañas, los ciudadanos disponen de tres días para reflexionar su voto antes de emitirlo el 4 de junio.

Los comicios en Coahuila habían sido siempre un asunto local. La maquinaria y el árbitro electoral se volcaba con el candidato del PRI. El PAN (entonces la única oposición real) jamás se había rendido ni abandonado a sus votantes. Empero, desde la alternancia política del año 2000, el presidente pasó de gran elector a observador de las sucesiones estatales. Su imagen, actuación —mala o regular— y los fracasos o escándalos del Gobierno incidían poco o nada en las votaciones. Para salvar las elecciones de 2017 en Estado de México y Coahuila, Peña Nieto influyó sobre Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación al recibir en Los Pinos a los gobernadores electos Alfredo del Mazo y Miguel Riquelme. La demanda de Morena y el PAN para anular el resultado, fue desechada.

En los tiempos de la presidencia imperial resultaba suicida afrontar al soberano desde las capitales estatales, el Congreso y la Suprema Corte de Justicia, pero con López Obrador se convirtió en el pan de cada día, signo inequívoco de democracia. En esa nueva realidad política, un grupo minoritario de gobernadores organizó la Alianza Federalista; el PAN, PRI y PRD, muñidos por escritores, organismos civiles y líderes de opinión adversos al presidente, formaron un frente electoral y legislativo bajo el paraguas de Va por México; sectores de las clases media y alta se movilizan para impugnar las reformas de la 4T; y el protagonismo de la presidenta de la Corte, Norma Piña —propuesta por Enrique Peña Nieto para ministra—, seduce a la galería, pero no resuelve la crisis de justicia ni combate la corrupción.

El Gobierno del presidente López Obrador muestra signos evidentes de agotamiento, pero tras casi cinco años de ejercicio el balance político le favorece. La Alianza Federalista se extinguió después de las elecciones intermedias; Morena venció al PRI, PAN y PRD —juntos o separados— en 22 estados y es la principal fuerza en la Cámara de Diputados y en Senado. El partido de la 4T lidera por mucho las intenciones de voto para las elecciones presidenciales del año próximo y los niveles de aprobación de AMLO superan el 60%, pese a las campañas de los poderes fácticos para debilitarlo.

El entorno político nacional es propicio para al gobernador Miguel Riquelme y le ha sumado aliados poderosos. El eventual triunfo del PRI en Coahuila —Estado de México ya se da por perdido— es importante para el establishment, pero no deja de ser secundario. La prioridad de la oligarquía consiste en detener a Morena y revertir la tendencia electoral de 2024, lo cual, a estas alturas, parece inasequible. El proyecto de transformación de AMLO prevalecerá con Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard en la presidencia. Las élites difícilmente podrán recuperar privilegios e imponer condiciones al Gobierno como lo hicieron en los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto.

¿«Plan B» bajo la manga?

El presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Miguel Riquelme tienen el mismo objetivo: ganar Coahuila. La disputa por el poder es permanente en toda democracia. Ningún partido lo conquista para perderlo en la siguiente elección, y de eso el PRI sabe bastante. Riquelme lleva ganada la partida, pero el juego se decidirá el 4 de junio. El lagunero supo manejar la sucesión sin dividir a su partido ni generar encono dentro y fuera de sus filas. También capitalizó la imagen de político serio, conciliador y atento a los problemas del estado. Preparar con tiempo a su delfín le permitió fijar en el imaginario colectivo a Manolo Jiménez y coger la delantera. Disuadir a Jericó Abramo —uno de los alcaldes más populares de Saltillo— de renunciar al PRI evitó dividir el voto en la capital.

López Obrador, en cambio, envió desde un principio señales cruzadas. En sus conferencias mañaneras le abrió un espacio privilegiado al subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía, con la sección semanal Cero Impunidad. El 3 de noviembre, antes de que Morena anunciara quien sería su candidato al Gobierno de Coahuila, el presidente agradeció el trabajo del funcionario nacido en Torreón: «Es de los mejores servidores públicos en esta materia. (…) es quien me aligera la carga en este tema que nos preocupa y ocupa, que es el de garantizar la paz, la tranquilidad, que no haya corrupción y que no haya impunidad. (…) están ahí, queriendo regresar a lo que imperaba, al régimen autoritario, antidemocrático, corrupto».

Y para Armando Guadiana… la ley del hielo. El presidente no acostumbra acompañarse en sus giras de comitivas ni invita a legisladores de Morena y sus aliados (PT y PVEM). El 7 de agosto de 2022, López Obrador supervisó en Sabinas el rescate de 10 obreros ahogados en la mina El Pinabete. Guadiana se le acercó para llevar agua a su molino. AMLO lo saludó con frialdad, sin detenerse. El desaire se grabó y circuló profusamente en las redes sociales. Guadiana ha asumido posiciones contrarias a la 4T y en el caso de AgroNitrogenados se puso del lado de Alonso Ancira, exdueño de AHMSA, quien vendió a Pemex la planta de fertilizantes con un sobreprecio de 200 millones de dólares. El mismo senador ha sido acusado por lavado de dinero (El Heraldo de México, 29.11.22).

Cuando todo el mundo daba por sentada la candidatura de Mejía (Radio Fórmula publicó el 4 de noviembre: «Morena elige a Ricardo Mejía para candidatura de Coahuila»), vino el balde de agua fría. Mario Delgado destapó a Guadiana basado en el «democrático» método de encuestas. El presidente anunció el 15 de diciembre que Mejía continuaría al frente de la Subsecretaría de Seguridad. Además le asignó tareas específicas en Coahuila: «mantener la paz», «darle una salida al problema de Altos Hornos de México» y coordinar el programa Agua Saludable para La Laguna. «Con mucha responsabilidad, madurez (Ricardo), me expresó que la decisión (sobre la candidatura) que se tomó a partir de las encuestas (…), la aceptaba».

El 13 de enero, Mejía renunció al cargo para postularse por el PT bajo el signo del tigre, que en la astrología china representa el poder, es pintoresco e impredecible. Las personas bajo su influjo «necesitan de la aventura, disfrutan plenamente la vida y la valentía, a veces lo llevan a extremos peligrosos. Son personas de acción, siempre están detrás de una meta, intervienen en acontecimientos (…) políticos (…) donde puedan liderar el grupo» (Wikipedia). La impredecibilidad de Mejía sorprendió al presidente: «¡No me dio ni el adiós! (Además) yo no me meto en cuestiones partidistas!». AMLO avaló el método de las encuestas, cuya creación se adjudica. Nunca mencionó a Guadiana.

Miguel Riquelme no preparó un candidato alterno, lo cual siempre es riesgoso. Jiménez fue desde un principio su única carta. López Obrador es un estratega. No podía contradecirse. Pero ante la caída de Morena con Guadiana y el crecimiento de Mejía en las intenciones de voto, el «plan B» podría ser el PT, uno de los aliados de la 4T. La incógnita está por resolverse.

Los últimos baluartes

La coalición Va por México ha obtenido dos gubernaturas (Aguascalientes y Durango) en 18 elecciones donde el PAN, PRI y PRD han participado bajo su emblema. Morena y sus aliados vencieron en 16 estados, en la mayoría con márgenes holgados (Hidalgo) y en otros por una nariz (Campeche, donde MC ocupó el segundo lugar). Coahuila y Estado de México, se resolverán el 4 de junio. Las tendencias parecen apuntar hacia una decisión salomónica: el primero para la coalición y el segundo para el partido guinda y sus socios (PT y PVEM). En política nada está escrito, pero aun en caso de empate, el ganador sería el presidente López Obrador. Pues Edomex y Ciudad de México, en poder de Morena, concentran más del 20% de la lista nominal de electores del país.

En su desesperación por levantar cabeza, los grupos de poder detrás de Va por México presentan a Coahuila y Estado de México como la tabla de salvación para arrebatarle a AMLO la presidencia de la República el año próximo. Morena se hizo con la silla del águila sin gobernar ningún estado (ahora tiene 22). El bloque opositor carece de figuras y a la 4T le sobran. Acción Nacional habría condicionado las postulaciones de Manolo Jiménez y Alejandra del Moral (Edomex) a cambio de nombrar al candidato presidencial de 2024. Organizaciones ciudadanas demandan incluir en la baraja a representantes de la sociedad civil, pero los dirigentes del PAN y el PRI, Marko Cortés y Alejandro Moreno, han hecho mutis.

El expresidente Felipe Calderón fustigó la obstinación de Cortés y de Santiago Creel, líder de la Cámara de Diputados y aspirante presidencial, por haber desdeñado a Fausto Barajas, antiguo colaborador suyo, quien ahora ocupa la Secretaría de Movimientos Sociales del partido naranja (MC). «(…) sé que la avaricia y la estupidez de los dirigentes de @Acción Nacional le cerraron una y otra vez el paso para ser candidato e incluso para afiliarse al PAN, como quería y debió haber ocurrido. (…) que el PAN entienda, como he dicho varias veces, que si no se abren acabarán solos», publicó el 7 de mayo en Twitter.

Coahuila podría ser un laboratorio para la sucesión del 24 en el tablero de AMLO. La favorita del presidente es la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien encabeza las encuestas. Morena eligió con ese método a su candidato a la gubernatura, Armando Guadiana. Ricardo Mejía impugnó el resultado y se lanzó por el PT. El exsubsecretario de Seguridad ha sido respetuoso con el presidente, pero al líder de Morena, Mario Delgado, lo acusa de «corrupto y traidor a la democracia: se ha dedicado al mercadeo de candidaturas, a tratar de colocar sus negocios, sus consultorías en los aspirantes, y cuando puede desviar la información y el curso de las cosas, tergiversa, faltando a la confianza que le han depositado» (La Jornada, 01.16.23).

Mejía no es el único en rebatir la elección de candidatos por sondeos de opinión. El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, segundo en las preferencias ciudadanas y de Morena para la nominación presidencial, cuestiona: «Si hay línea, ¿para qué hay encuesta?». Sheinbaum, por su posición, defiende el procedimiento. Por tanto, desde un principio apoyó la candidatura de Guadiana. Una forma de evitar que el caso de Coahuila se repita a escala nacional, ponga en entredicho la autoridad de AMLO y en riesgo la permanencia de Morena en el poder, sería conformar al PT con una gubernatura. Así pasó en San Luis Potosí con el Verde, y en Morelos con Encuentro Social. En eso consistiría el experimento. E4


¿Podrá el dinosaurio detener la ola impetuosa de la 4T?

Múltiples factores intervienen en cada elección, pero al final son los ciudadanos quienes las deciden. Bajo el mando de Riquelme, el partido gobernante llegará fortalecido al 4 de junio

El PRI se preparó a conciencia para las elecciones del 4 de junio que pondrán a prueba su resistencia frente a la ola impetuosa de la 4T, propulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Los coahuilenses decidirán con su voto si el PRI mantiene el monopolio político hasta 2029 —para completar 100 años— o instalan en el poder a otro partido. El candidato oficialista Manolo Jiménez lidera las preferencias, apuntalado por un alicaído PAN y un espectral PRD. Le siguen Ricardo «el Tigre» Mejía (PT) y Armando Guadiana (Morena). El teatro donde se librará la madre de todas las batallas ya está dispuesto. El dinosaurio basa su fortaleza en:

  1. La gestión de Miguel Riquelme. A pesar de las limitaciones financieras impuestas por la megadeuda, cuyo servicio absorberá este año 6 mil 726 millones de pesos (más del 10% del presupuesto) y de los recortes de fondos federales, la administración no se ha parado. Mantenerse fuera del ojo del huracán le ha sumado puntos. Riquelme es el principal activo del PRI, y su popularidad (62.6% en marzo, de acuerdo con Mitofsky), si no le allega votos a su partido, quizá tampoco se los reste. (Rubén Moreira fue un lastre en la elección pasada, pues el PRI perdió casi un cuarto de millón de votos con respecto al proceso de 2011.)
  2. El reagrupamiento de los cuadros dirigentes. A diferencia del moreirato, en este sexenio no hubo purgas, revanchas, persecuciones ni campañas contra quienes pudieran significar una amenaza para el proyecto sucesorio. La estrategia reunió a tirios y troyanos. Todos encontraron acomodo en la administración, el Congreso y en el Tribunal Superior de Justicia.
  3. La alianza con la derecha y los poderes fácticos, decepcionados con el PAN y adversos al presidente Andrés Manuel López Obrador y a Morena. El relato de Riquelme en el sentido de que la alternancia podría traer violencia a Coahuila, como ocurre Zacatecas, gobernado por Morena, unió a las clases medias y altas contra la 4T y en favor de la coalición PRI-PAN-PRD.
  4. La crítica sistemática, a veces exagerada o fuera de contexto, a las políticas del Gobierno federal en temas de seguridad, salud, educación y por la falta de inversiones en obras, servicios e infraestructura. La nula defensa de los representantes de la 4T en el estado (Reyes Flores y Armando Guadiana) permitió que el presidente fuera presentado como el malo de la película. Aun así, la aprobación de AMLO en el estado es del 70.9% (Mitofsky, marzo de 2023).
  5. El abandono del trabajo político y territorial de las oposiciones. El PAN, Morena y PRD (el PT era inexistente) dejaron el campo libre al PRI para regresar a los tiempos del carro completo en el Congreso local y recuperar las alcaldías perdidas en 2018 (Torreón, Piedras Negras, San Pedro y Parras, entre otras). El PRI obtuvo su mejor votación en las elecciones municipales de 2021, cuando rebasó las 530 mil papeletas.
  6. El cierre de filas de la clase política tradicional. Separados por las diferencias, pero unidos por los intereses, exgobernadores y legisladores promueven el voto por Jiménez. Cámaras empresariales, contratistas y organismos de la sociedad civil comparten la tarea.

El hartazgo social, la pérdida de aliados en el SNTE, la CTM y AHMSA, aunados a la inconformidad entre trabajadores del estado y militantes del PRI, riesgos para el proyecto sucesorio

Los rugidos del Tigre Ricardo Mejía, candidato del PT a la gubernatura, despertaron al estado, apagaron la soflama del morenista Armando Guadiana y cambiaron la dinámica electoral. A unos días de las votaciones, la atención está centrada en el saltillense Manolo Jiménez (PRI-PAN-PRD), quien encabeza los sondeos, y el lagunero que renunció a la Subsecretaría de Seguridad para subirse al carro de la sucesión. El líder de Morena, Mario Delgado, y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, han elegido a Mejía como cabeza de turco para culparlo de la derrota del 4 de junio. El dinosaurio avanza hacia la meta, pero también cojea. ¿Qué juega en su contra?

  • El hartazgo social. El PRI ostenta el poder desde hace 94 años, un anacronismo si se toma en cuenta que las únicas entidades del país donde no ha habido alternancia son Coahuila y Estado de México. Ante esta situación, la mayoría de los electores del estado (alrededor del 60%) se inclina por un cambio de partido en la gubernatura. A escala nacional, el PRI es el partido por el cual más del 30% de los ciudadanos jamás votaría, de acuerdo con encuestas.
  • La impunidad por la megadeuda contraída durante el Gobierno de Humberto Moreira. El expediente del caso lo sepultó su sucesor y hermano Rubén, actual jefe de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados. Las denuncias de la Auditoría Superior del Estado por los pasivos irregulares y el desvío de cientos de millones de pesos a empresas fantasma han sido archivadas.
  • La inconformidad entre la burocracia por la falta de oportunidades para ascender. El mismo sentimiento priva en los sectores y en las bases del PRI, pues las candidaturas a diputados y otros cargos se otorgan a júniores sin méritos ni trayectoria.
  • La pérdida de aliados como Alonso Ancira, expresidente de Altos Hornos de México (AHMSA), soldado del PRI, y de las secciones 35 y 38 del sindicato magisterial, cuyos dirigentes y afiliados simpatizan con Ricardo Mejía. Trabajadores de AHMSA y de la CTM de Piedras Negras también se han decantado por el candidato del PT.
  • El activismo de grupos disidentes como la Coalición de Trabajadores de la Educación, cuyas demandas de respeto a sus derechos y el pago de adeudos no han sido resueltas. El frente de maestros pensionados, jubilados y en activo convocó a los candidatos al Gobierno a asumir una serie compromisos, el 15 de mayo. El documento lo firmaron Armando Guadiana (Morena), Ricardo Mejía (PT) y Evaristo Lenin Pérez (PVEM-UDC). Manolo Jiménez (PRI-PAN-PRD) no asistió.

La estructura electoral del PRI cubre los 38 municipios del estado. Su objetivo es conseguir un mínimo de medio millón de votos y elevar ese techo con las aportaciones del PAN y de ciudadanos apartidistas, pero contrarios al presidente López Obrador. La base de Morena ronda los 410 mil sufragios. El PT es uno de los partidos menos votados en Coahuila, pero las intenciones por Ricardo Mejía subieron después de los debates y conforme avanzaron las campañas. La preferencia por la coalición Verde-UDC —del orden del 5-6%— corresponden a su peso real.

Militantes de Morena, el PRI y el PAN se han sumado al Tigre. El voto de castigo podría favorecer al candidato disruptivo (Mejía). Las elecciones del 4 de junio prometen ser polémicas. Máxime si la participación ciudadana rebasa el 60% registrada en 2017. E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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