Manuel Acuña, siempre actual

Recordamos a Manuel Acuña por su «Nocturno a Rosario» y por su «Ante un cadáver», pero hay sin duda joyas de respiración exquisita como, por ejemplo, el soneto que inicia «Porque dejaste el mundo de dolores».

Es una mágica rareza que compendia o congloba los altibajos, sabores y sinsabores, de la existencia —yo preferiría insistencia— de la vida humana. ¿Por qué? Porque existir es hacia afuera y, en la otra orilla, insistir es hacia adentro. El soneto prosigue «buscando en otro cielo la alegría,/que aquí, si nace, sólo dura un día/y eso entre sombras, dudas y temores».

Debo a mi querido amigo Rodolfo Esparza el regalo de los dos volúmenes que alojan la obra íntegra del poeta de Saltillo —Secretaría de Cultura de Coahuila, Gobierno del estado—. Gracias a los empeños coordinados de Diana Garza Islas, Evodio Escalante, Ernesto Lumbreras y Marco Antonio Campos.

El soneto continúa su marcha: «Porque en pos de otro mundo y de otras flores/abandonaste esta región sombría,/donde tu alma gigante se sentía/condenada a continuos sinsabores». Me ahorro el primer terceto, pero remato con el último de irreprochable belleza: «que aunque cruel y muy triste tu partida,/si la vida a los goces es ajena,/mejor es el sepulcro que la vida». Y lo suscribo. ¡Ah! E4

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