64 millones de votantes decidirán la elección presidencial en puertas

Después de 91 años de gobernar el país, el PAN y PRI llegan a las urnas en su peor momento. El frente opositor se camufla entre la sociedad para salvarse de la debacle. Pese a los fracasos de la 4T, Morena lidera las preferencias para conservar el poder y la mayoría en el Congreso. Solo falta esperar el dictamen de las urnas

Sheinbaum, de activista estudiantil… ¿a presidenta?

Entre Rosario y Claudia, 42 años de acción política

La elección presidencial se decidirá de acuerdo con la distribución de 63-64 millones de votos, equivalentes al 65% de la lista nominal validada por el Instituto Nacional Electoral (INE). El cálculo se basa en la participación registrada en el proceso previo. La nómina supera los 98.3 millones de electores, 52% de los cuales son mujeres y casi el 48% varones. Los partidos centran su atención en la masa efectiva de votantes. Si el abstencionismo histórico promedio del 36% disminuye, la competencia será mayor. El récord de concurrencia a las casillas (77%) corresponde a 1994, pero fue por circunstancias extraordinarias: el asesinato y sustitución del candidato del PRI a la presidencia, Luis Donaldo Colosio, recién iniciadas las campañas.

Los 56.6 millones de votos emitidos en 2018 (63.4% de la lista nominal) se repartieron así: 30 millones para Andrés Manuel López Obrador, de la alianza Juntos Haremos Historia (Morena-Encuentro Social-Partido del Trabajo); 12 millones para Ricardo Anaya, de Por México al Frente (PAN-PRD-Movimiento Ciudadano); 9 millones para José Antonio Meade, de Todos por México (PRI-Partido Verde-Nueva Alianza); y casi tres millones para Jaime Rodríguez (independiente). La tercera alternancia no la provocó una afluencia masiva de ciudadanos a las urnas, sino el deseo mayoritario de un cambio real en la conducción política del país tras los fracasos del PRI y el PAN en los Gobiernos de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón.

En el resultado también influyó el carácter, el carisma y la persistencia de López Obrador, militante del PRI y el PRD antes de unir a las fuerzas de izquierda en torno al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). AMLO conquistó la presidencia tras dos elecciones perdidas con argucias. Recorrer el país tres veces, cosa que ningún político ha hecho, le permitió conocer los problemas de raíz, identificarse con la población más pobre y elaborar una agenda social reconocida por tirios y troyanos, así sea a regañadientes. En Nuevo León, uno de los estados más prósperos y conservadores, donde los factores de poder le son adversos, alcanza una aprobación del 81%. La preferencia por la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, es del 52%, 27 puntos por encima de Xóchitl Gálvez (PAN-PRI-PRD) a quien Jorge Álvarez Máynez (Movimiento Ciudadano), con una intención de voto del 23%, le pisa los talones (Reforma, 04.04.24). El punto débil de la 4T es la inseguridad, pero las encuestas no lo reflejan.

Si las tendencias se mantienen en los pocos días que restan para las elecciones, Sheinbaum sucederá a AMLO y Morena ligará un segundo periodo en la presidencia. La percepción en ese sentido ha adquirido carta de naturalidad pese a la guerra sucia del bloque opositor y de los grupos de interés. La táctica del miedo utilizada en las elecciones de 1988 y 1994 para desacreditar a Cuauhtémoc Cárdenas se repitió en 2006 contra López Obrador. Sin embargo, a fuerza de repetirse perdió impacto. Uno de los recursos utilizados por AMLO para neutralizar a sus críticos son las ruedas de prensa matutinas, las cuales implantó desde que era jefe de Gobierno de Ciudad de México. La antigua partidocracia y sus socios fueron incapaces de elaborar en seis años un proyecto creíble y de formar nuevos liderazgos. La soberbia, la venalidad y las orejeras serán de nuevo la causa de su derrota. La 4T no es la panacea ni AMLO un estadista, pero entendieron la realidad del país y jugaron mejor sus cartas.

El ascenso de Morena

El PRI jamás se había presentado a unas elecciones generales tan diezmado, sin liderazgo y carente de apoyo y de recursos. En 2012 ejercía el poder en 20 entidades y era la primera fuerza en el Congreso, los ayuntamientos y las legislaturas locales. Enrique Peña Nieto ganó ese año la presidencia con 19.1 millones de votos, sumados 2.8 millones del Partido Verde. Seis años después, con 15 gobernadores, su votación se desplomó a 7.6 millones y la del PVEM a 1.8 millones. Asimismo es la primera vez que la vieja hegemonía no postula a un candidato propio para la presidencia, sino a Xóchitl Gálvez, senadora con licencia por el PAN, quien hasta hace poco fue su crítica.

Los responsables de la crisis del partido fundado por Plutarco Elías Calles en 1929, y que durante 71 años ostentó la presidencia, tienen nombre y apellido: Alejandro Moreno y Rubén Moreira. Además de perder 13 gubernaturas y de colocar al PRI en el ojo del huracán, provocaron la mayor fuga de cuadros y militantes desde la escisión de 1988. La imposición de Carlos Salinas de Gortari como candidato presidencial forzó la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador, entonces una figura secundaria de la política nacional, y relanzó a la izquierda. El tándem Moreno-Moreira desfondó al PRI y lo convirtió en satélite del PAN.

Bajo la dirección de Marko Cortés, Acción Nacional también llega a las elecciones en su peor momento. Entre las presidenciales de 2006 y 2018 perdió 6 millones de votos y siete estados; ahora gobierna cinco cuya población es menor a la de Jalisco y Nuevo León, en manos de Movimiento Ciudadano. La alianza PAN-PRI inició con Salinas de Gortari y se afianzó en el sexenio de Peña Nieto, lo cual convirtió al partido opositor en cómplice de los Gobiernos más venales. El precio lo ha pagado en las urnas. La institución formada por Manuel Gómez Morín para afrontar al cardenismo dejó de producir figuras como Carlos Castillo Peraza, Manuel Clouthier, Diego Fernández y Vicente Fox.

El caso del PRD resulta aún más patético. Las mejores votaciones las obtuvo en 2006 (14.7 millones) y 2012 (15.8 millones), cuando postuló a López Obrador para la presidencia. Cárdenas alcanzó el mayor caudal de votos (6.9 millones) en su tercer intento por ocupar el cargo. Sin AMLO u otra figura relevante, el partido del sol azteca se apagó. En 2012 se alió al PAN junto con Movimiento Ciudadano, pero solo aportó 1.6 millones de papeletas a Ricardo Anaya. El PRD llegó a gobernar el 25% de los estados, entre ellos Ciudad de México, Tabasco, Chiapas, Michoacán y Baja California Sur. Hoy no encabeza ninguno.

El gran ganador ha sido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Le bastaron cuatro años —desde su reconocimiento como partido en 2014 por el INE— para ganar la jefatura de Estado y de Gobierno y el control de las cámaras legislativas. Hoy es la primera fuerza nacional con 23 estados. El partido de López Obrador es la nueva aplanadora, como antes lo fue el PRI y el PAN jamás pudo serlo. Con esa estructura, un líder popular y la candidata mejor calificada y con mayor intención de voto (Claudia Sheinbaum), Morena se encamina hacia una doble victoria: la presidencia y mayoría en el Congreso. Mientras la ola guinda crecía, el PAN, PRI, PRD, los grupos de interés y la «comentocracia» jugaban con bumeranes a la guerra sucia. Las consecuencias están a la vista.

La crisis de los partidos

Sin trabajo político en los seis últimos años ni voluntad de cambio los partidos de la alianza «Fuerza y Corazón por México» (PAN-PRI-PRD) se camuflan entre la ciudadanía para intentar salvarse de la debacle que anticipa la virtual derrota de su candidata Xóchitl Gálvez. Desde su defenestración de Los Pinos y de los estados (salvo Coahuila y Durango), el PRI se vació. Entre 2018 y 2020 perdió 4.5 millones de militantes y en 2023 otros 600 mil abandonaron sus filas; ahora registra 1.4 millones (78% menos) de acuerdo con la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del Instituto Nacional Electoral (INE). La membresía del PRD pasó de 5 millones a 999 mil (80% inferior) en el mismo lapso y la del PAN observó una mejoría leve al subir a 277 mil, suficiente para conservar su registro.

La afiliación de Morena subió de 466 mil a 2.3 millones. El Partido del Trabajo es el único de sus aliados que captó más militantes para alcanzar los 457 mil. Los partidarios del PVEM suman 592 mil y los de Movimiento Ciudadano, 384 mil. Los 6.6 millones de adeptos de los partidos representa menos del 7% de la lista nominal de electores (98.3 millones). Significa que la inmensa mayoría de los ciudadanos no obedece a consignas partidistas. El voto depende de preferencias políticas e ideológicas personales, de la capacidad de persuasión y movilización de los Gobiernos y de estructuras electorales.

También influyen el estado de ánimo de la población, el desempeño de la economía y el liderazgo de las autoridades. La presencia territorial de Morena le concede ventaja en los 23 estados donde gobierna. Incluso en entidades clave como Jalisco y Nuevo León (Movimiento Ciudadano), su candidata Claudia Sheinbaum supera a la abanderada del PAN-PRI-PRD por 48 y 27 puntos, respectivamente. En este escenario y con las elecciones en puertas, las oposiciones han dejado la carga del proceso en la ciudadanía. La Marea Rosa, compuesta por organizaciones adversas al presidente Andrés Manuel López Obrador, se declaró en favor de Gálvez y del candidato del frente opositor al Gobierno de Ciudad de México, Santiago Taboada.

El relato de estos grupos es circular, pues se dirige a ellos mismos: la derecha, los decepcionados de la 4T y las militancias partidistas. Por tanto, no permea en los votantes de Morena ni entre quienes aprueban a López Obrador, no obstante la violencia y otros fracasos de su administración. La situación es más palpable conforme se acerca el 2 de junio. El lastre de las siglas que postulan a Gálvez le impidió crecer en las preferencias. Desoír la opinión ciudadana para priorizar las propuestas sobre las descalificaciones contra AMLO y Sheinbaum fue un error. No porque el presidente carezca de puntos flacos, sino porque, a pesar de ellos, está bien evaluado (66% en abril, Oraculus).

La marcha de la Marea Rosa del 19 de mayo se programó para hacerla coincidir con el último debate entre Sheinbaum, Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, candidato de Movimiento Ciudadano, pero tampoco modificó las tendencias electorales favorables a la candidata de Morena por más de 20 puntos. La cuenta atrás para las votaciones se acelerará en los próximos días. Las campañas terminarán el 29 de mayo y el 30 empezará la veda de tres para reflexionar el voto que, según las encuestas, la mayoría ya tiene decidido. Solo falta esperar el resultado. E4


Sheinbaum, de activista estudiantil… ¿a presidenta?

La candidata de la alianza Sigamos Haciendo Historia recuerda su estancia en la Universidad de Stanford, donde protestó por el fraude que impuso a Salinas

«Comercio y democracia justa ahora». La pancarta con esa leyenda —escrita en inglés— la enarbola Claudia Sheinbaum, entonces estudiante de la Universidad de Stanford. En la misma imagen, publicada por el Stanford Daily en su portadael 1 de octubre de 1991, se lee en otras dos pancartas: «How many dead people voted in the las election? (¿Cuántos muertos votaron en la última elección)» y «México: the perfect dictatorship (México: la dictadura perfecta)». El periódico estudiantil incluye en el texto una cuarta consigna: «Don’t be fooler, México is still not a democracy (Que no te engañen, México aún no es una democracia)».

Mientras los estudiantes protestaban, el presidente Carlos Salinas de Gortari dictaba en el Anfiteatro Laurence Frost la conferencia Beyond Schools: Teaching and Learning Together («Más allá de las escuelas: enseñanza y aprendizaje juntas»). La ahora candidata presidencial cursaba la asignatura «Fuentes de energía» impartida por el Departamento de Ingeniería Petrolera de Stanford. Sheinbaum recordó sus días de activista antes de ser postulada por Morena, corriente que infligió al PRI su derrota definitiva. «Desde que era estudiante luchaba por la democracia, por la justicia social y contra el modelo neoliberal», escribió en su cuenta de Twitter (Infobae, 27.06.23).

La manifestación contra Salinas de Gortari, para denunciar «la falta de respeto a los derechos humanos y de democracia», reunió a alrededor de 70 alumnos. Su organizador, Carlos Ímaz, estudiante de doctorado, era entonces esposo de Sheinbaum. En el debate del 28 de abril, Xóchitl Gálvez, abanderada de la alianza PAN-PRI-PRD, acusó al esposo de su rival de «ratero», pero el matrimonio se disolvió en 2016. Sheinbaum militó en el PRD y en la gestión de Andrés Manuel López Obrador se desempeñó como secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal. Más tarde participó en la fundación de Morena y colaboró en las tres campañas presidenciales de AMLO. En 2015 ganó la alcaldía de Tlalpan y en 2018 la jefatura de Gobierno de Ciudad de México.

El episodio en la Universidad de Stanford ocurrió hace 33 años, pero Sheinbaum mantiene firmes sus vínculos con los estudiantes. En el simulacro electoral universitario del 7 de mayo donde participaron 480 planteles públicos y 30 privados de nivel medio superior y superior (UNAM, IPN, UAM, UdeG y UANL, entre otros) el voto de 255 mil 707 estudiantes se distribuyó así: Claudia Sheinbaum, 162 mil 444 (63.5%), Jorge Álvarez Máynez, 59 mil 128 (23.1%) y Xóchitl Gálvez, 21 mil 845 (8.5%). La papeletas anuladas sumaron 12 mil 290 (4.8%), más de la mitad de las emitidas por la candidata del PAN-PRI-PRD.

Este tipo de ejercicios son raros en los estados, quizá para no despertar el interés de los universitarios por la política y la democracia, y para mantenerlos alejados de las urnas. En La Laguna los organizaba Julio Rodríguez Sánchez, líder empresarial, activista social y director de la Secundaria y Preparatoria Luis Aguirre Benavides (LAB) de Torreón. Los estudiantes anticiparon la primera alternancia en la alcaldía de Torreón, en 1997, con Jorge Zermeño. Sin embargo, el PAN opositor que ganaba elecciones ha desaparecido. Tampoco está don Julio para preguntar a sus alumnos si votarán por Sheinbaum, Gálvez o Máynez. Los jóvenes, contra los que se diga, sí se interesan en el futuro del país. El voto del simulacro nacional es un mentís al fatalismo y un no rotundo al regreso del sistema represivo y excluyente representado por el PRI, el PAN y los poderes fácticos. E4


Entre Rosario y Claudia, 42 años de acción política

Las mujeres vencen décadas de simulación, resistencias y atropellos del sistema patriarcal para ponerse por primera vez en la antesala de la presidencia de México

Un cuarto de siglo después de otorgarse el voto pleno a la mujer, Griselda Álvarez ganó en 1979 el Gobierno de su estado bajo las siglas del PRI y el PPS. En sus memorias, Cuesta arriba, reflexiona: «¿Me había convertido en un símbolo? Muy posiblemente: el de la igualdad del hombre y la mujer en política. Sabía que podía gobernar Colima; antes que yo lo había hecho mi padre, en 1919, y mi bisabuelo, que fue el primer gobernador de Colima, en 1857. Nunca imaginaron que yo, mujer, sería también gobernadora» (Memoria política de México). La paridad de género en las gubernaturas aún no se consigue, pero cada vez está más próxima. La cifra actual de gobernadoras es de nueve y pronto aumentará 14.

La igualdad en el Congreso y en el Senado se alcanzó en la actual legislatura, en virtud de una serie de reformas, y en el gabinete la proporción es de 11-8. También por primera vez los órganos constitucionales autónomos (Banco de México, Instituto Nacional Electoral, Instituto Nacional de Estadística y Geografía y Comisión Nacional de los Derechos Humanos) son presididos por mujeres. Sin embargo, en cuestión de género, el paso más importante se dará el 2 de junio. Ese día los mexicanos elegirán a la primera presidenta: Claudia Sheinbaum (Morena-PT-Verde) o Xóchitl Gálvez (PAN-PRI-PRD). La intención de voto favorece a la exjefa de Gobierno de Ciudad de México.

De las presidenciables anteriores vivientes, Cecilia Soto (PT) se retiró de la política partidaria «…después del asesinato de Colosio… (por) una sensación de náuseas hacia el sistema político (…) o una actitud de evidente rechazo al PRI, que surge de la hipótesis de que el propio sistema victimó a Luis Donaldo Colosio o propició las condiciones para su asesinato» (La oposición y las elecciones presidenciales de México, Espiral, 1994). Soto se desempeñó como embajadora en Brasil en el Gobierno de Vicente Fox. Patricia Mercado (PSD) es actualmente senadora por Movimiento Ciudadano. Josefina Vázquez Mota (PAN) también ocupa un escaño en la Cámara Alta. Margarita Zavala, fugaz candidata independiente en 2018, es diputada por el PAN y busca la reelección.

¿Qué le espera a Sheinbaum y a Gálvez después del 2 de junio? A una, la presidencia; ¿y a otra? Nada que satisfaga la expectativa de haber sido la primera jefa de Estado y de Gobierno ni tenga la misma exposición mediática. Si acaso, el bagaje adquirido en meses de campaña, útil para la reflexión y el recuento de aciertos y errores. A diferencia del PAN, PRI y PRD, Morena es un partido en crecimiento y tiene mayores probabilidades que los tres de ganar de nuevo la presidencia y la mayoría en el Congreso general. Las fuerzas políticas tradicionales están agotadas.

Tras vencer obstáculos y resistencias, el tiempo de las mujeres al fin llegó. Las Juanitas, utilizadas para simular cuotas de género y principios de equidad en la asignación de candidaturas, pasaron a la historia. México tendrá su primera presidenta luego de múltiples batallas, sacrificios e incluso humillaciones. El paso, hasta hace poco insospechado, es enorme. Rosario Ibarra de Piedra, activista de izquierdas, compitió contra Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari en 1982 y 1988 en total desventaja. La perseverancia tendrá, después de 42 años, su recompensa: una mujer en la silla del águila. Las experiencias en Alemania, Reino Unido, Israel, India y Brasil fueron exitosas. En México también deberá serlo. E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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