Sin los votos del PAN y con el riesgo de una ruptura, el partido en el poder quedaría demasiado expuesto en las elecciones para gobernador de 2023, cuya carrera ya inició. Los costos de la coalición, para el partido de derecha, serían muy elevados. Además, ¿qué puede recibir a cambio?
PRI y PAN cortan el dedo a gobernadores
Las crisis son como podas, nos fortalecen: Zermeño
El PAN de Coahuila librará en 2023 una batalla decisiva. No será contra el PRI, su raison d’être, cuyos gobiernos le escamotearon victorias, pusieron entre rejas, espiaron y forzaron el exilio de algunos de sus líderes como Lorenzo Burciaga, Eleazar Cobos, Bibiano Berlanga, Jacinto Faya, Edmundo Gurza, Juan Antonio García Villa y Jorge Zermeño, sino contra sí mismo. La coalición en cierne con el partido de los Moreira para las elecciones de gobernador contradice la versión según la cual «el mejor PRI de México es el de Coahuila», pues, de serlo, no necesitaría al PAN para ostentar el poder seis años más. Sin embargo, para detener a la aplanadora de Morena, cuya bandera ondea ya en más de la mitad de los estados, la historia, la doctrina y los principios pasan a un segundo término.
Acción Nacional fue barrido por el PRI en las tres últimas elecciones (para diputados locales, ayuntamientos y diputados federales). Su presencia se reduce hoy a tres asientos de representación proporcional en el Congreso estatal y cuatro presidencias municipales (Candela, General Cepeda, Juárez y Monclova). Por primera vez en más de 30 años, el PAN de Coahuila no tiene un solo senador. Con dos escaños en la Cámara alta, seis diputados (cuatro locales y dos federales) y ocho municipios, Morena es la segunda fuerza electoral en el estado.
¿Qué puede Acción Nacional negociar con el PRI en condiciones de debilidad? Para los comicios federales y locales de 2021, el panismo de Coahuila fue uno de los pocos en el país que, por congruencia, decidió no aliarse con el PRI y su satélite el PRD. Quizá hoy se arrepienta, pues a cambio de las alcaldías de Torreón y Monclova se le ofrecieron las tres diputaciones federales con cabecera en esos municipios. El PRI ganó con dinero (para compra de votos) y una campaña de miedo contra Morena, acusan líderes del PAN. Empero, cuando el PRI apruebe la reforma energética del presidente Andrés Manuel López Obrador, los electores se percatarán del engaño.
El PAN no se ha aliado al PRI electoralmente, pero tampoco es la oposición que sacaba de sus casillas al gobernador de turno. Humberto Moreira dejó de asistir al Congreso luego de que los diputados de Acción Nacional lo interpelaron con carteles y consignas en su primer informe. No obstante, el PAN cedió con el tiempo. Militantes de ese partido, descendientes algunos de ellos de panistas destacados, se pasaron al PRI y aceptaron cargos de poca monta en el Gobierno de Rubén Moreira. El PAN pudo abrir los expedientes de la deuda y las empresas fantasma; empujar una agenda política de acuerdo con la sociedad; y poner en aprietos al gobernador Miguel Riquelme en la legislatura anterior, pues tenía casi tantos diputados como el PRI. Empero, optó por el silencio y las negociaciones secretas.
La derrota de Marcelo Torres, excandidato a la alcaldía de Torreón, la provocaron, entre otros factores: el exceso de confianza y su desempeño en la presidencia del Congreso, cuestionado por tirios y troyanos debido a su pasividad y entreguismo. La falta de energía como líder de la oposición sonó a pacto con el gobernador Riquelme: puente de plata a cambio de la presidencia lagunera. Cierto o no, la ciudadanía castigó en las urnas su falta de compromiso. Recuperar Torreón reivindicó a Riquelme, neutralizó al PAN y logró el objetivo principal: contener a Morena, cuyo candidato original, Luis Fernando Salazar, estuvo y no en las boletas. El Instituto Nacional Electoral canceló su registro por no reportar sus gastos de precampaña. Pero su padre homónimo lo reemplazó y obtuvo más de 100 mil votos. Salazar hijo promueve ahora su candidatura para la sucesión del gobernador.
Las dos caras de Jano
Pocos aceptaban ser candidatos del PAN en el pasado porque siempre perdían. Y cuando eventualmente ganaban, «el PRI arrebataba». Sucedía en Torreón, Monclova, Piedras Negras, Sabinas y otros municipios. Los ingenuos pensaban que los votos eran acumulables y que alcanzar cierto número permitía el acceso a una diputación o una alcaldía. Así lo cuenta Juan Antonio García Villa, protagonista y testigo de primera mano, en el libro 50 años de PAN. Sucesos. anécdotas y testimonios (2012). La frase «¡Gánale al PRI!» resumía la frustración por los fracasos y la resistencia ciudadana a participar en elecciones cuyos resultados se conocían de antemano.
Cuando Vicente Fox obtuvo la presidencia con la promesa falsa de atacar la corrupción, ocurrió un giro copernicano: todo el mundo quería ser candidato de Acción Nacional. Las siglas empezaron a ganar gubernaturas (hasta completar 14), alcaldías y a elevar su presencia en el Congreso federal y en las legislaturas locales. Tanto combatió el PAN al PRI y sus métodos —adulteración del padrón de militantes, acarreo, compra de votos del PRI y canibalismo político— que terminó por imitarlo, pero jamás logró igualarlo. La vieja guardia del PAN no pudo, no supo o no quiso reaccionar frente a una generación impaciente y codiciosa, al neopanismo pragmático y a los oportunistas inescrupulosos que tomaron, algunas veces casi por asalto, un partido cuya construcción, en más de medio siglo, costó sangre, sudor y lágrimas.
El PAN de Coahuila se anticipó a los partidos nacionales para afrontar al PRI en una coalición de centro izquierda formada junto con el PRD, PT y Partido Verde. Las condiciones en 1999 eran propicias para inaugurar la alternancia con García Villa, un candidato curtido en luchas democráticas y ganador, en 1979, de una de las primeras diputaciones federales de mayoría obtenidas por las oposiciones. Acción Nacional gobernaba entonces más del 60% de la población del estado y su fuerza en el Congreso era equiparable a la del PRI. Sin embargo, una reforma electoral plagada de artimañas jurídicas torpedeó al bloque opositor, el cual dedico más tiempo en defender a sus candidatos que en difundir su plataforma política y promover el voto.
Adueñarse de los órganos comiciales le ha permitido al PRI imponer sus tiempos al calendario electoral, posicionar a sus candidatos —en el caso actual, para la gubernatura— y obtener ventajas en detrimento de las demás fuerzas políticas, sin ser sancionado. Así ocurrió en las cuatro ultimas sucesiones, incluida la presente. La renuncia del PAN a ser oposición y la complicidad de algunos de sus líderes con el Gobierno, a cambio de prebendas y puestos de menor jerarquía, explican su fracaso y el alejamiento de electores tradicionalmente panistas. Algunos cuadros de Morena han caído en la misma trampa y sirven a dos amos, al presidente y a los detractores de la 4T. «Nadie aguanta un cañonazo de 50 mil pesos». La fórmula obregonista sigue vigente. Los ceros de más dependen del servicio y la traición.
Cuando Acción Nacional se aproximó más a la gubernatura fue en 2017. Parecía el despertar de los coahuilenses de un letargo de 12 años. Recobrar la memoria permitiría pasar factura al PRI por el moreirazo, las empresas fantasma, las masacres impunes y un sinfín de agravios. Empero, la posibilidad de la victoria desató las ambiciones. En su pretensión de ser candidato, Luis Fernando Salazar le jugó sucio a Guillermo Anaya; retó al líder nacional Ricardo Anaya; buscó el padrinazgo de gobernadores como Francisco Javier García Cabeza de Vaca (Tamaulipas), compañero suyo en el Senado; confundió a los electortes y le restó votos al PAN. Salazar se pasó a Morena cuando López Obrador ya era presidente. La base del partido guinda lo tilda de oportunista; y en el PAN, de arribista.
Otras cartas que jugar
Perder con dignidad o caer en la ignominiosa rendición es la disyuntiva del Partido Acción Nacional para las próximas elecciones de gobernador. Aliarse con el PRI anularía de un plumazo 83 años de bregar contra un sistema autoritario, antidemocrático y venal; cancelaría, desde su trinchera, todo atisbo de oposición presente y futura; desautorizaría la única voz crítica en el Congreso local (la del diputado Rodolfo Walss); admitiría su impotencia, neutralizaría a sus cuadros y le daría la espalda a sus votantes. Para más inri, el partido fundado por Manuel Gómez Morín levantaría la mano a los Moreira, perdonaría sus desmanes, en particular la megadeuda, y daría continuismo al moreirato para completar 24 años.
Si la alianza se concerta, ¿qué recibiría el PAN a cambio? ¿Un trato amable de la prensa oficialista? ¿Puestos y enchufes en los poderes públicos? (¿no los tiene ya?). En tal caso, pasaría de ser oposición a subordinado del Gobierno como otros partidos satélite. ¿No es mejor y más digno ser cabeza de ratón que cola de león? ¿Recibiría, en compensación, diputaciones y alcaldías? ¿No puede ya ganar por sí solo, como en Monclova, donde logró la primera alternancia? La eventual coalición humillaría además a La Laguna, una de las regiones más castigadas por el moreirato en temas de inseguridad e inversión.
El PAN demostró en las elecciones de 2021 que es posible triunfar sin juntar sus siglas con las del PRI. En Chihuahua y Querétaro venció a Morena y conservó las gubernaturas sin difucultad. En cambio, en los 11 estados donde el PRI, PAN y PRD postularon candidatos comunes, no ganaron una. En Coahuila Acción Nacional no tiene el mismo vigor que en Guanjuato, Querétaro y Yucatán, pero a escala nacional es la segunda fuerza política con más gobiernos (ocho), diputados federales (113) y senadores (23).
Las condiciones políticas en Coahuila son distintas a las de entidades donde los agravios y excesos de los gobiernos del PRI ya fueron castigados en las urnas, como en Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz. La alternancia con el PAN permitió en los tres casos encarcelar a los exgobernadores César Duarte (detenido en Estados Unidos y en proceso de extradición), Roberto Borge y Javier Duarte, después de haber huido del país por delitos de corrupción. En Coahuila, la megadeuda, las empresas fantasma, las matanzas y las desapariciones forzadas, denunciadas por el PAN, permanecen impunes. El Sistema Estatal Anticorrupción y la Fiscalía General, controlados por el moreirato, se han dedicado a tender cortinas de humo.
Sectores del PAN coahuilense orgullosos de su historia y conscientes del costo de abatir banderas se resisten a aliarse con el PRI para hacer campaña por su candidato y perpetuar el moreirato. Una asociación con el clan (presente en los poderes públicos y en órganos nominalmente autónomos) responsable de la ruina financiera y moral del estado no se concibe. Acción Nacional dispone todavía de cuadros creíbles y capaces de revertir la crisis actual, producto, en parte de la fusión con el PRI en el Pacto por México de Peña Nieto. También tiene la opción de coaligarser con fuerzas políticas ajenas a la órbita de Va por México, como Movimiento Ciudadano. Y una más audaz: postular un candidato externo. ¿No consiguió acaso la alternancia en Puebla con Rafael Moreno Valle, expriista? ¿Y en Veracruz, con Miguel Ángel Yunes, otro exmilitante del PRI? E4
Brega de eternidad y lucha permanente
- Lorenzo Burciaga
- Eleazar Cobos
- Jacinto Faya
- Bibiano Berlanga
- Edmundo Gurza
- Juan A. García Villa
PRI y PAN cortan el dedo a gobernadores
La imposición de candidatos de la coalición Va por México en Hidalgo y Aguascalientes divide; el agravio se cobrará en las urnas
Marko Cortés y Alejandro Moreno, líderes del PAN y el PRI, comparten sueño: ser candidatos a la presidencia de la república. Ricardo Anaya y Roberto Madrazo lograron el propósito en las sucesiones de 2018 y 2006, solo para perder; el primero frente a Andrés Manuel López Obrador, y el segundo con Felipe Calderón. Está cantado que los partidos más longevos irán juntos en las presidenciales de 2024 en compañía del fantasmal PRD. La duda es quién será el abanderado de la coalición Va por México, empujada por adversarios de AMLO como Claudio X. González, fundador de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad. El PAN —segunda fuerza electoral en el país, tiene mano—, pero Cortés sería un rival cómodo para Claudia Sheinbaum o quienquiera que sea el ungido del presidente. Moreno es pura pose.
El candidato indiscutible del PAN para la sucesión de 2024 era Rafael Moreno Valle, un político rudo emanado del PRI y jefe de la bancada albiazul en el Senado. Logró imponer a su esposa Érika Alonso en el Gobierno de Puebla y líderes jóvenes de Acción Nacional lo aceptaban y admiraban por sus discutibles dotes de mando y operación electoral. Sin embargo, el inesperado fallecimiento del matrimonio Moreno-Alonso, en un accidente aéreo, privó al PAN de una figura clave. La muerte de Moreno allanó el camino a Marko Cortés para la presidencia de su partido.
La Coalición Va por México (PRI-PAN-PRD) debutó en 2021 con el pie izquierdo. No pudo desplazar a Morena como primera fuerza en el Congreso y perdió en todos los estados (11) donde compitió por las gubernaturas. Las proyecciones favorecen al partido del presidente al menos en la mitad de las entidades (seis) que elegirán gobernador el 5 de junio próximo. En un audio filtrado a los medios de comunicación, Cortés admitió que el PAN solo podría ganar Aguascalientes. El paisano de Felipe Calderón tiene en contra a exgobernadores y exlegisladores, entre ellos el coahuilense Juan Antonio García Villa, quien cuestionó su elección como presidente del PAN por ser candidato único y por la ausencia de debate.
Los partidos nacionales perdieron fuerza cuando dejaron de influir en la designación de candidatos a gobernadores, alcaldes, diputados y senadores. El poder pasó a los ejecutivos locales, quienes hoy nombran sucesores en sus estados. Cortés y Moreno tratan de recuperar el control para estar en condiciones de decidir la candidatura presidencial. Sin embargo, excluir a los gobernadores, como sucedió en Aguascalientes, Hidalgo y Durango donde sus delfines fueron suplantados por las cúpulas partidistas, lo pagarán con votos. En Oaxaca (PRI) y Quintana Roo (PAN-PRD) la coalición Va por México naufragó. Morena encabeza en ambos las preferencias.
En Coahuila, el Gobierno y su partido apoyan la coalición con el PAN para mantenerse en el poder, pero es mal vista por líderes tradicionales de esa formación. La especie según la cual Movimiento Ciudadano (MC) apoyará al PRI tras bastidores se funda en la relación del gobernador Miguel Riquelme con su homólogo de Jalisco, Enrique Alfaro. Es difícil que el fundador y líder de MC, Dante Delgado, se preste a la farsa. En ese escenario, es más creíble un acercamiento del delegado federal Reyes Flores Hurtado y del exsenador panista Luis Fernando Salazar Fernández con la administración de Miguel Riquelme. El destape temprano del exalcalde de Saltillo, Manolo Jiménez, y la determinación del diputado Jericó Abramo de ser candidato, por el PRI u otro partido, metió la sucesión en caminos escabrosos. E4
Las crisis son como podas, nos fortalecen: Zermeño
El expresidente de la Cámara de Diputados, quien salvó al país en una hora crítica, confía en la capacidad de su partido para volver por sí
Las crisis en el PAN son como podas, pero de todas hemos salido incluso más fuertes, dice Jorge Zermeño, uno de los líderes de Acción Nacional en el estado con mayor número de elecciones, las cuales combinan triunfos y derrotas. Primer alcalde no priista de Torreón que ocupó el cargo tres veces. También fue el primer senador de mayoría junto con Luis Rico, y dos veces diputado federal de representación proporcional, pero cuando intentó serlo de mayoría relativa, perdió en dos ocasiones. En 2005 le disputó a Humberto Moreira la gubernatura, y dos años después el Senado aprobó su nombramiento como embajador en España.
Como líder de la Cámara de Diputados (2006-2007), Zermeño evitó una crisis institucional, pues logró que Felipe Calderón asumiera la presidencia en una ceremonia de dos minutos cargada de tensión. Legisladores del PRD, Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) y PT cerraron el Congreso para impedirlo. La elección —alegaban— había sido robada al candidato de la coalición «Por el Bien de Todos», Andrés Manuel López Obrador, con el apoyo del Instituto Federal Electoral (más tarde INE). Calderón pagó el servicio con un cargo diplomático, y el líder de izquierdas lo guardó en su memoria.
Cuando López Obrador visitó Saltillo después de ganar las elecciones, Zermeño era alcalde por segunda ocasión. Lo identificó e intercambiaron saludos. En la primera gira de AMLO a La Laguna, el teatro Nazas estalló en rechiflas contra los gobernadores de Coahuila y Durango. El presidente tomó el micrófono y pidió respeto para Miguel Riquelme y José Rosas Aispuro. La silbatina paró. A Zermeño no le fue tan mal en las presentaciones y el líder de la Cuarta Transformación lo notó. «Te felicito», le dijo. El 8 de octubre de 2021 se volvieron a encontrar con motivo de la puesta en marcha del Programa Agua Saludable. Ya en el aeropuerto, donde se despidieron, Zermeño lo rescató de una muchedumbre para evitar que perdiera el vuelo de Aeroméxico.
Platiqué con Zermeño en Torreón a finales de enero. Le vi tranquilo, pero escéptico sobre la alianza de su partido con el PRI para la gubernatura. El año pasado, recuerda, votó en contra de la coalición para enfrentar a Morena en las elecciones para diputados federales y alcaldes. Coahuila fue uno de los pocos estados donde el PAN prefirió participar solo. No ganó un solo distrito y además perdió las alcaldías de Torreón y San Pedro. Acción Nacional vive una de las crisis de las que habla el exsenador. Pero ni aun en sus peores momentos se alió con el PRI, su rival histórico.
Zermeño no tiene claro aún su horizonte. Su nombre suena para la sucesión de 2023. El PAN se halla en un laberinto y de su respuesta a la coalición con el PRI dependerá su futuro. Si la acepta, perderá adeptos y se alejará aún más del poder. El PRI necesita más al PAN en estos momentos y no al revés. El partido fundado por Gómez Marín es la tercera fuerza electoral en el estado y Morena la segunda. En 2017 estuvo a un paso de la gubernatura, pero el entonces senador Luis Fernando Salazar irrumpió en la carrera y obstaculizó el triunfo de Guillermo Anaya. Salazar milita hoy en Morena, donde es mal visto por los sectores cercanos a AMLO.
El PRI podría vivir la misma experiencia el año próximo. El secretario de Desarrollo Social, Manolo Jiménez, tiene la candidatura como en la bolsa, pero el diputado federal Jericó Abramo es una piedra en el zapato para la cúpula gobernante y su delfín. Como al PAN, con respecto a la coalición, de la respuesta del PRI a Jericó dependerá su permanencia o no en la gubernatura, la cual ostenta hace más de 90 años. E4