Soledad emocional

Con afecto para Ricardo Luna, que recién se marchó.

Los viejos fans poseemos una lente transformada por el tiempo y la experiencia, así que la noche sabatina, cuando Gonzalo Nápoli (23) volante uruguayo de fina pegada con zurda mágica, mientras acomodaba la pelota, miró con ojos de radar los movimientos de su paisano Viñas (25) el poderoso cabeceador desechado por América y convertido ahora en un Panzer del área, buscaba a segundo palo, entre una nutrida defensa le envió su largo pelotazo, desoyendo la plegaria de Repetto que no le enviaran centros y aniquiló la esperanza de todos, con espléndido frentazo picado, imposible para Acevedo, superando con salto vital a Núñez, su fallido marcador.

De nada sirvió el gran esfuerzo verdiblanco de emparejar con fusilamiento de Sordo a Cota para el 2-2 luego de la expulsión de Fagúndez por torpe y tardía entrada al tobillo de José Iván Rodríguez, lo que deja demostrado que Santos no tiene confianza en su fondo defensivo y sufre en los balones por alto, dejando puntos en el camino y situarse hasta el fondo, esperando resucitar.

El tiempo de paciencia se le agota a don Pablo, con el agobio de la posición en la tabla, la falta de un estilo de juego y la limitación de su plantel, donde ahora se mira que Campos seguirá el camino de Jorge Sánchez, Ronaldo, Arteaga, Uriel Antuna y Angulo, hechos en casa y transferidos en millones de dólares, de acuerdo a la política de Orlegi de vender al mejor postor, creyendo que con Echeverría y Prieto pueden llenar su hueco. Igual por millones se fueron Benítez, Peralta, Cabecita, Marchesín, Izquierdoz, Valdés, Gorriarán, Torres, Brunetta, haciendo añicos la ilusión popular. Se nota en la cancha la sangría, mientras la cuenta bancaria se nutre. Ojalá que no sean vendidos también el presi Elizalde y el comunicador Aldo, que son soldados fieles que obedecen órdenes. De ellos no dependen las decisiones, aunque les toca el papel de callar y aguantar.

Lo grotesco es una constante y va aparejado con el silencio de la angustia, aunque hay sociedades que lo toleran y otras que las reprimen, con un sello de indiferencia, a la cita del TSM, escenario donde ahora todos ingresan con veladoras y oraciones, con voces nítidas o distorsionadas, zumbidos y murmullos, gente que quiere invertir su energía en ser feliz, contra todos los pronósticos, sintiéndose solos a pesar de ser acompañados en una soledad emocional.

Entonces, ¿qué mejor que unirse a la muchachada dominical? Esa que frente a la televisión casera consume hamburguesas y cerbatanas para aderezar su entusiasmo por los Chiefs de Mahomes, que tiene en Kelce a su receptor favorito y después de despachar a Ravens 17-10 con todo y su Lamar Jackson se cita en Las Vegas con San Francisco, que viene de épica remontada 34-31 con los terribles Lions, que de verdad lo son y lucharon hasta el final. La NFL tiene magia, sus equipos y protagonistas se hacen como superhéroes, hacen vivir al gentío con una alegría y entusiasmo feroces con un monólogo que se sirve crudo, con la garantía del espectáculo en cada duelo. Son atletas que eluden estereotipos, como un arte, con la potencia de su talento, vitalidad y valentía.

Con la partida de Ricardo Luna, hay un hueco en la vida de todos sus amigos. José Antonio Roca lo consideraba del nivel de «Filos» Monreal y «Cerros» Amaya. Kinesiólogo de alto nivel, ya está atendiendo de nuevo en el más allá a sus contemporáneos Esteban Méndez, Isaac Plata, Roberto Vega, Gato Gómez, Macho Cordero, Simón Gómez, Ramón Romero, Rodolfo Álvarez, Perico Borrego, Lalo Castro, Raúl Herrera, Jaime y Enrique Yassin, porque los muertos no mueren, solo cambian de piel y siguen presentes en nosotros, mientras el fuego siga ardiendo.

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