¿Alcaldías o Congreso?: estrategia de publicidad

Es temprano aún para evaluar las campañas mediáticas utilizadas por partidos políticos y candidatos que participan en el proceso que culminará con las elecciones del próximo 6 de junio; hasta ahora, el humilde escribiente no ubica cuál es la verdadera intención política de triunfo y, al menos en los impactos de radio, televisión e internet, no queda claro aún qué es lo que se quiere ganar o cuál es la prioridad para los grupos de poder nacionales y locales.

En algunos análisis de la geopolítica mexicana, y sobre todo del rumbo que toma el país, resulta difícil entender los escenarios, pero se establecen al menos tres, que resultan de la observación y sobre todo del pronóstico que se avecina si la estrategia de mercadotecnia electoral persiste.

El primer análisis se concentra en la intención de posicionar las marcas de los partidos para el reconocimiento y posible arraigo en la conciencia ciudadana, incluso con los dirigentes nacionales de los institutos políticos que en algunos casos lograron posicionar sus pronunciamientos como referentes de la opinión pública en temas del INE y las decisiones que se anuncian.

La intención podría formar parte de un esquema que ya tiene más de un mes al aire, si se toma en cuenta que, en la etapa de precampaña ya se realizaba la práctica, que no incluyó la presencia de los precandidatos, que en su mayoría los partidos decidieron en su propio seno quienes serían sus abanderados.

La etapa se alarga y el riesgo es amplio, pues se apuesta todo en la votación legislativa federal, únicamente a los partidos y no a los candidatos, condición adoptada por todos los partidos que contienden.

El segundo escenario se relaciona con el hecho de fortalecer a candidatos de elecciones locales, como gubernaturas y alcaldías, para que esos personajes arrastren la elección en un voto no cruzado que beneficie a bloques, en los que los candidatos a diputados federales logren triunfos por el partido y por los candidatos satélite, pues los aspirantes al Legislativo, en su mayoría no son conocidos y sus trayectorias son débiles comparadas con los que buscan ganar gubernaturas y alcaldías.

La intención no es mala, pero también es de alto riesgo, pues los caprichos de la democracia dejan claro que hay elecciones de este tipo, en las que el electorado se pronuncia por el voto cruzado y la posibilidad de ganar en bloques se diluye; además se corre el riesgo de ganar pocas posiciones que, por consecuencia, podría degenerar en un nuevo desequilibrio del poder.

El último escenario tiene que ver con la posibilidad de apostar todo el capital electoral a ganar elecciones locales para mantener la presión mediática contra la mayoría en el Legislativo y así, al menos, generar con la opinión pública escenarios de verdadera oposición a un régimen que apunta al totalitarismo.

En la opinión, nuevamente del humilde escribiente, todas las elecciones son importantes, lo mismo ganar que perder una gubernatura y alcaldía, pero aún más delicado el resultado de los comicios para renovar un poder legislativo federal absolutista y sumiso a las decisiones presidenciales, sin capacidad de debate y, sobre todo, sin consulta a los ciudadanos.

En los impactos comerciales vigentes en la localidad para promocionar a quienes contienden por diputaciones federales, hasta el momento no aparecen nombres y rostros de los contendientes, y la apuesta es, al parecer, al partido y al empuje de los candidatos a gubernaturas y alcaldías.

Dicha estrategia conlleva el riesgo de que también el electorado vuelva a votar justamente por un personaje con sus opiniones y decisiones que pueden encantar a algunos con el canto de las sirenas, pero no con un verdadero compromiso con los ciudadanos.

Hasta hoy, su servidor sigue sin entender la estrategia de partidos, gobernantes y grupos de poder en la campaña mediática de quienes aspiran a evitar un congreso totalitario y sometido al presidencialismo que priva en el país.

Autor invitado.

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