Con la votación obtenida en 2021, el partido gobernante pudo haber ido solo a los comicios del 4 de junio, pero prefiere compartir el poder con su enemigo histórico antes que perderlo. Guadiana no preocupa, pues será al presidente López Obrador a quien se afronte en las urnas. Morena ha ganado ya 22 estados
Morena retrocede con Guadiana; Jiménez se despega
Riquelme le dio la vuelta a la tortilla; falta el 4 de junio
Los ciclos políticos son inexorables. Mientras el futuro gobernador está a la vista de todos, Miguel Riquelme empieza a despedirse. Cada seis años la historia se repite: tan pronto como los partidos nombran candidatos, de entre los cuales se elegirá a quien tomará las riendas del estado el 1 de diciembre, la atención, centrada antes en el ejecutivo, se divide. La estrella de los aspirantes al cargo se eleva de acuerdo con las posibilidades de ganar de cada uno, y la del mandatario inicia su decadencia. La sucesión parecería resuelta, pero en política nada está escrito. Una de las características de la democracia es la incertidumbre. «En México sabemos quién va a ganar por cuántos votos antes de las elecciones», le dijo entre bromas y veras el gobernador Óscar Flores Tapia a su homólogo texano Bill Clements en una visita al capitolio de Austin a finales de los años setenta del siglo pasado. Hoy la situación es otra.
«Al día de hoy ha sido posible para las autoridades del estado comprobar que, de dicha cifra, solo mil millones de pesos fueron obtenidos con documentos apócrifos»
(Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, 23.09.19)
El PRI no olvida que hace seis años estuvo a punto de perder la gubernatura por primera vez. La diferencia de menos de tres puntos con la cual retuvo el poder no fue sorpresiva, pues así lo anticipaban las intenciones de voto. La semana previa a las elecciones, los candidatos del PAN y el PRI estaban técnicamente empatados, según una encuesta estatal de BGC-Excélsior. «(…) el panista Guillermo Anaya obtiene 36 por ciento de las preferencias efectivas contra el 35 por ciento para el priista Miguel Riquelme (…). El respaldo de los candidatos opositores al PRI proviene principalmente de los votantes que no se autoidentifican con ningún partido, quienes constituyen el 38 por ciento de los electores», dice la nota de Ulises Beltrán y Alejandro Cruz.
Anaya tenía mejor imagen entre los ciudadanos, pero «en experiencia para gobernar, cercanía con la gente y capacidad para resolver los problemas del estado», Riquelme lo superaba. La escasa popularidad del presidente Peña Nieto (26 por ciento) y del gobernador Rubén Moreira (29 por ciento) incidió en la baja votación del PRI, advierte la pesquisa. El voto de castigo contra el moreirato no alcanzó para lograr la alternancia en Coahuila, pero a escala federal la corrupción peñista contribuyó al triunfo a Morena. El PRI cayó al tercer lugar con la peor votación de su historia en una sucesión presidencial.
En las elecciones para gobernador de 2017, el PRI perdió 227 mil votos y el PAN captó 60 mil más con respecto a 2011. En el mismo proceso, el candidato de Morena, Armando Guadiana, recibió 151 mil boletas y el independiente Javier Guerrero, 105 mil. Si alguno de los opositores hubiera apoyado a Anaya, el resultado habría sido la alternancia. Hoy, para evitarla, el PRI y el PAN unieron sus siglas para afrontar juntos a Morena con lo cual borran de un plumazo casi 80 años de rivalidad. Falta saber cuál será la reacción de los votantes históricamente leales al PAN.
El PRI llegará fortalecido a las elecciones del 4 de junio. Domina el Congreso y las principales conurbaciones, excepto la de Monclova (PAN) y Frontera (Morena). La votación del partido gobernante creció más de 13 por ciento en los comicios para alcaldes de 2021 al alcanzar las 531 mil papeletas. El PAN obtuvo 164 mil votos, un retroceso del casi el 55 por ciento, y Morena subió a 406 mil, un incremento del 52 por ciento. Con esos números, el PRI podría haber prescindido de la alianza con el PAN, pero prefiere compartir el poder antes que perderlo. A diferencia de Peña Nieto y Rubén Moreira en 2017, el presidente López Obrador y el gobernador Riquelme tienen altos niveles de popularidad en Coahuila: 65.2 y 63.4%, respectivamente, de acuerdo con las últimas encuestas de Mitofsky.
El elefante en la habitación
La megadeuda jugará en las elecciones para gobernador por tercera ocasión. En 2011 no alcanzó a impactar, al contrario, el PRI disparó su votación, pues el moreirato estaba en su apogeo. El quebranto se conoció una semana antes de los comicios cuando el entonces secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, en una cena con empresarios de La Laguna celebrada en Torreón el 25 de junio, soltó la noticia bomba: La deuda de Coahuila ascendía a 30 mil millones de pesos, más de cuatro veces mayor a la declarada. Humberto Moreira ya era presidente el PRI y había impuesto a Jorge Torres de interino y a su hermano Rubén como sucesor para cuidarle las espaldas.
Una parte de los créditos se contrató con decretos apócrifos, denunció en rueda de prensa el grupo parlamentario del PAN días más tarde. Cinco meses después, cuando Rubén Moreira estaba por asumir el poder, la Procuraduría Fiscal de la Federación, a cargo de Javier Laynez Postisek —actual ministro de la Corte— reveló que cinco mil millones de pesos —una sexta parte de la deuda— se habían gestionado con documentos falsos. «Al día de hoy ha sido posible para las autoridades del estado comprobar que, de dicha cifra, solo mil millones de pesos fueron obtenidos con documentos apócrifos» [Mexicanos Primero Contra la Corrupción (MCCI)].
Sin embargo, la deuda real superaba los 40 mil millones de pesos, incluidos los pasivos con proveedores. Entre 2011 y 2023 se habrá pagado una cantidad similar —la mayor parte por concepto de intereses— sin que el moreirazo lo refleje, pues aún se adeudan más de 36 mil millones de pesos, cuya amortización podría tardar todavía un cuarto de siglo (para 2048, según el secretario de Finanzas, Blas Flores). Tras varias solicitudes de información y un litigio ante el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información Pública —controlado por incondicionales del clan Moreira—, en marzo de 2019 —ya en el Gobierno de Miguel Riquelme— MCCI tuvo acceso a la sentencia del único proceso penal concluido en el estado.
«El documento revela que fue la Fiscalía General de Coahuila a cargo de Jesús Torres Charles, la que recabó las pruebas. Este fiscal fue nombrado por el mismo Moreira en 2009. Mientras que Homero Ramos Gloria, procurador de Justicia del Estado, fue quien le dio continuidad a la investigación en contra de los involucrados», dice MCCI. (Ramos es actualmente magistrado de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Estado; y otro satélite del moreirato, Ulises Salas, está integrado a la Sala Civil y Familiar).
La adquisición ilegal de mil millones de pesos corrió a cargo de la Comisión Estatal de Aguas y Saneamiento (CEAS) y del Sistema de Administración Tributaria (SATEC) por medio de un crédito solicitado al banco Santander en Ciudad de México el 28 de marzo de 2011. La condición para otorgarlo era la autorización del Congreso. Fausto Destenave, entonces director de CEAS, firmó el crédito «que debía incluir como anexo el supuesto decreto número 476 para cubrir este requisito», subraya MCCI. Empero, en la denuncia presentada por el PAN (…) se observó que este documento aún no existía (…), el verdadero decreto 476 fue publicado hasta el 19 de abril de 2011, pero no sobre la deuda, sino una ratificación como cuarta regidora del Ayuntamiento de General Cepeda (…). Es decir, que los servidores públicos falsearon información para obtener mil millones de pesos en créditos bancarios».
El moreirazo ha sido por 12 años el elefante en la habitación y ocupará el mismo sitio mientras el expediente de la deuda permanezca cerrado y el desvío de recursos públicos —utilizados para financiar campañas políticas y fabricar fortunas—, impune. La megadeuda fue una de las banderas del PAN en las elecciones para gobernador de 2017, las cuales estuvo a punto de ganar, pero ahora es aliado del PRI. El candidato de Morena, Armando Guadiana, se ha olvidado del asunto, pero Ricardo Mejía, del PT, lo revivió y será uno de los temas centrales de la agenda.
¿«Plan B» de AMLO en Coahuila?
¿Qué explica la alianza del PRI con el PAN en Coahuila si en la elección de 2021 el partido en el poder obtuvo más de medio millón de votos y es por mucho la fuerza dominante en el estado? Morena presentó un candidato débil, Armando Guadiana, pero el verdadero rival para los comicios del 4 de junio próximo es el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyo movimiento ha ganado 22 gubernaturas en un lapso récord de cinco años. Haber roto el empate técnico entre Morena y la coalición PRI-PAN-PRD después de las postulaciones respectivas, tampoco garantiza el triunfo de Manolo Jiménez. El gobernador Miguel Riquelme lo sabe.
Los ejecutivos federal y local se hallan en las antípodas. AMLO polariza y Riquelme concilia. Ambos han sido exitosos de acuerdo con sus objetivos. Sin embargo, ningún gobernador está en condiciones de competirle al mandatario, menos a uno con el poder del actual. Las sucesiones de 2005 y 2011 pudieron resolverse porque los presidentes de turno (Vicente Fox y Felipe Calderón) no intervinieron en los procesos. López Obrador sí lo hará. El líder de la 4T desea llegar a las elecciones presidenciales del año próximo con Coahuila y Estado de México pintados de guinda.
El escenario para Morena luce menos complicado en Estado de México donde su candidata, Delfina Gómez, lo es también del PT y del Partido Verde, a los cuales se han sumado otras fuerzas. Coahuila es el problema. Desde la nominación del senador Armando Guadiana aumentaron las preferencias por el priista Manolo Jiménez. Tal situación encendió las alarmas en Morena cuyo líder, Mario Delgado, empieza a ver perdido el estado cuando todavía faltan más de tres meses para las elecciones. La apuesta por Guadiana parece condenada al fracaso.
La duda es si el presidente López Obrador entrará al rescate de Guadiana o lo dejará naufragar. El segundo escenario favorecería al ex subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, candidato del Partido del Trabajo, quien acusa de corrupto a Mario Delgado por haber resuelto la nominación de Coahuila con encuestas amañadas. El político lagunero quemó las naves al decidir disputar la gubernatura bajo las siglas de un partido (PT) en el cual nunca había militado. Guadiana acusó el golpe de inmediato.
La encuesta nacional de Mitofsky sobre la aprobación de AMLO, correspondiente a enero, debe tomarse en cuenta de cara a las elecciones del 4 de junio. Coahuila es la entidad no gobernada por Morena donde el presidente tiene la más alta calificación (65.2%), a pesar de no ser la figura preferida por la mayoría de los medios de comunicación y de la crítica sistemática en su contra. La aprobación del presidente en el estado se ubica 5.2 puntos por encima de la media nacional, lo cual llama aún más la atención. En la clasificación de diciembre pasado, el gobernador Riquelme fue calificado con 63.4 puntos.
La duda es si las preferencias por Guadiana continúan en barrena, ¿hacia dónde dirigirá el presidente su apoyo? AMLO ha defendido el método de selección de Morena, por encuestas, y el resultado, pero no se ha pronunciado por Guadiana como lo ha hecho por Delfina Gómez, candidata en Estado de México y hasta ahora líder en las intenciones de voto. El «plan B» de López Obrador sería Ricardo Mejía, como en Guerrero lo fue, en otra circunstancia, la actual gobernadora Evelyn Salgado. Entre AMLO y Mejía no hay ruptura, sino una sana y temporal distancia. E4
Morena retrocede con Guadiana; Jiménez se despega
Las intenciones de voto que el empresario minero pierde los capta el candidato del Partido del Trabajo, Ricardo Mejía; en enero los separaban 8 puntos
Entre finales de noviembre y enero la intención de voto por Morena para las elecciones de gobernador del 4 de junio cayó 15.7 puntos. Las preferencias por la coalición PRI-PAN-PRD se mantuvieron en el rango del 40% en ese mismo lapso. El 25 de octubre, el margen era de 1.1 puntos (40.1/39%). La tendencia cambió cuando los partidos nombraron candidatos: Morena a Armando Guadiana y la alianza a Manolo Jiménez. El giro obedece a que todo el mundo esperaba la nominación de Ricardo Mejía, quien finalmente fue postulado por el Partido del Trabajo.
Para el 31 de enero, Manolo Jiménez ya superaba por casi 16% a Armando Guadiana, de acuerdo con Massive Caller. Los puntos que pierde el polémico empresario los empieza a ganar Mejía, quien registraba una preferencia del 16.2% en la misma medición. La intención de voto por Evaristo Lenin Pérez, de la coalición Partido Verde-Unión Democrática de Coahuila, era del 4.5%. El hecho de que candidato del PT estuviera a 8 puntos de Guadiana es relevante, pues a ese ritmo podría colarse al segundo lugar. El registro de las candidaturas se resolverá entre el 28 de marzo y el 1 de abril. Las campañas iniciarán el 2 de abril y se extenderán hasta el 31 de mayo.
De las pesquisas de Massive Caller se infiere que Guadiana lastró a Morena y Mejía mejoró la posición del PT. Según el número dos del PRI nacional, Rubén Moreira, el Partido del Trabajo no captaría arriba del 3% de los votos. Sin embargo, el exsubsecretario de Seguridad Pública tiene más peso entre el electorado que el partido de la estrella cuyo eslogan es «Todo el poder al pueblo». Mejía acusa al moreirato de sabotear mitines suyos en Saltillo y Parras, y responsabiliza al clan de «cualquier agresión o atentado (…), mañana pueden ser capaces de todo», denunció en su cuenta de Twitter.
La ventaja del priista Manolo Jiménez es la más sólida, pero no ha podido despegarse del 40%. Todavía falta mucho por recorrer para llegar a las urnas, pero si el margen no crece la competencia tenderá a cerrarse. El aporte de Acción Nacional en la intención de voto por el candidato aliancista aún no se refleja. En las elecciones de 2017, Miguel Riquelme ganó con el 38.9% de los votos, apoyado por los partidos Verde, Nueva Alianza y cuatro membretes más (entre ellos el Joven, patrocinado por Humberto Moreira) cuyo registro perdieron por no alcanzar el mínimo del 3% de los sufragios emitidos. Unidad Democrática de Coahuila es el único que ha podido subsistir. La organización fundada por Evaristo Pérez Arreola tiene su fuerza en las regiones carbonífera y norte.
En las únicas elecciones para gobernador de este año, la prioridad de Morena es Estado de México, el territorio más poblado del país. Llegar a las presidenciales de 2024 con Delfina Gómez en el despacho que ahora ocupa el priista Alfredo del Mazo le daría al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la 4T mayores posibilidades de conservar el poder otros seis años. Coahuila y Edomex son los únicos estados donde no ha habido alternancia, pero aquí el panorama para el partido guinda se ha complicado. Guadiana y Mejía mantienen posturas irreconciliables y el impacto de sus candidaturas entre el electorado las ahonda. Las encuestas reflejan esa realidad, la cual, por de pronto, favorece al candidato de la coalición PRI-PAN-PRD. E4
Intención de voto % (al 31 de enero)
- Manolo Jiménez 40.0
- Armando Guadiana 24.5
- Diferencia 15.5
- Armando Guadiana 24.5
- Ricardo Mejía 16.2
- Diferencia 8.3
Fuente: Massive Caller
Riquelme le dio la vuelta a la tortilla; falta el 4 de junio
Al gobernador le funciona la reconciliación política y le permite llegar al último año de su gestión sin conflictos graves; pero el veredicto final se dará en las urnas
Miguel Riquelme asumió el Gobierno en condiciones críticas. No solo por la deuda de alrededor de 40 mil millones de pesos la cual limitaría los alcances de su gestión en materia de obras, servicios e infraestructura, sino por la profunda división generada en el docenio de Humberto y Rubén Moreira, reflejada en las elecciones de 2017. Por primera vez en casi 90 años, el PRI estuvo a punto de perder la gubernatura y recibió menos votos que las oposiciones juntas. Coahuila había sufrido también descrédito nacional e internacional por los escándalos de corrupción y las masacres en Allende y Piedras Negras.
La matanzas fueron denunciadas ante la Corte Penal Internacional (CPI) por el Centro de Derechos Humanos Fray Juan de Larios y la Federación Internacional de Derechos Humanos el 6 de julio de 2017, cinco meses antes del final del sexenio de Rubén Moreira, actual coordinador del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados. La comunicación a la CPI, titulada «México: Asesinatos, desapariciones y torturas en Coahuila de Zaragoza constituyen crímenes de lesa humanidad», la presentaron el entonces obispo Raúl Vera López y Ariana García Bosque, de Familias Unidas en Busca de Personas Desaparecidas.
Los Moreira ejercieron un Gobierno excluyente y cometieron múltiples agravios contra la sociedad, las oposiciones y liderazgos críticos como el obispo Vera. En su toma de posesión, el 1 de diciembre de 2017, Riquelme se comprometió ante el Congreso a gobernar para todos los coahuilenses. «La sociedad —dijo— no se alimenta del enojo y del encono. (…) demanda resultados. (…) Trabajemos todos para que a Coahuila le vaya bien». La polémica sobre elección, cuyo resultado partió en dos al estado, la zanjó en seis palabras: «La contienda electoral ha quedado atrás».
Para restañar heridas y emprender «una transformación institucional y ordenada», el gobernador lagunero empleó la ruta de la reconciliación política. El método le permitió apaciguar al estado y recuperar la confianza. A menos de cuatro meses para las elecciones de gobernador, la administración no ha afrontado conflictos políticos graves. Los desacuerdos con el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador tampoco han provocado problemas mayores. Sin embargo, la eliminación de fondos federales impacta más en estados altamente endeudados como Coahuila.
El Gobierno salió bien librado de la pandemia de COVID-19, la cual puso en evidencia las limitaciones del sistema de salud abandonado por sus predecesores. Rubén Moreira inauguró a bombo y platillo hospitales que hasta hace poco fueron puestos en servicio. Riquelme conocía la situación. «Tomé como reto la problemática del sistema de salud. Asumiré con determinación e implementaré soluciones que estén a altura», dijo en su toma de posesión ante Moreira, cuyo Gobierno desvió más de mil millones de pesos a empresas fantasma, documentó el Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte en el reportaje «Frontera de papel: Desvío de empresas fantasma en el norte de México». Riquelme es percibido como un buen gobernador de acuerdo con las encuestas sobre el desempeño de los ejecutivos locales. Empero, habrá que esperar el juicio de las urnas el 4 de junio. En todo caso, podría ser menos severo del que fue con Rubén Moreira. El voto de castigo contra el PRI colocó al PAN en la antesala de la gubernatura en 2017. Hoy la situación es otra y eso debe tranquilizar a Riquelme y a su delfín Manolo Jiménez. E4