AMLO mueve ficha en Coahuila para la sucesión del gobernador

El subsecretario de Seguridad Pública centra su discurso en el moreirato y la administración de Riquelme, denuncia asfixia política, crisis financiera y reciclamiento de cuadros, temas que ignoró mientras el clan abusaba del poder. La incorporación de Morán a su equipo revive a la Burbuja que perdió la candidatura en 2005

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La fruta prohibida de la revocación y el pecado de Adán

En «¿Sucesión adelantada o sucesión pactada? Proyecto transexenal llegaría a 24 años», Espacio 4 (685) advierte que mientras el PRI había precipitado la designación de Manolo Jiménez para las elecciones del gobernador de 2023, cuya campaña inició como alcalde de Saltillo y ahora continúa desde la Secretaría de Desarrollo Social, el presidente Andrés Manuel López Obrador seguía sin mover ficha. Pues ya lo hizo. Envió al subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, no solo para promover la revocatoria de mandato, sino para enviar un mensaje a toda luz irrefutable: Morena quiere gobernar Coahuila y poner fin al moreirato.

AMLO ganó holgadamente el referéndum, marcado por un elevado abstencionismo y sin efecto vinculante, para terminar su mandato el 30 de septiembre de 2024, tal como lo establece la Constitución. En Coahuila participó el 15.7% de la lista nominal, pero ocupó el octavo lugar nacional en votos favorables al presidente (94.3%). El gobernador Miguel Riquelme, el líder del Congreso, Eduardo Olmos, y el oficialismo pidieron a la ciudadanía desairar la consulta por considerarla una «farsa». Mejía reasumió la Subsecretaría de Seguridad después del proceso. Durante los 15 días previos recorrió el estado, celebró actos masivos y se reunió con representantes de los sectores social, empresarial, obrero y magisterial. También se entrevistó con líderes del PRI agraviados por la falta de oportunidades en su partido y en el Gobierno, pero sobre todo con el proyecto continuista.

El discurso de Mejía se caracterizó por su tufo futurista y las críticas al clan Moreira y al gobernador Riquelme, con quien se reunió el 24 de marzo en Palacio de Gobierno, sin ocultar sus diferencias. El funcionario amlista denunció la crisis financiera, la asfixia política del estado y el reciclamiento de cuadros. Culpó de la situación al grupo que se apoderó del Gobierno en 2005, con el tándem de Humberto y Rubén Moreira a la cabeza. En ese docenio, la deuda de Coahuila se disparó de 350 millones de pesos a más 40 mil millones de pesos con bancos y proveedores. También ocurrieron las masacres en Allende y Piedras Negras y la desaparición forzada de millares de personas, temas por los cuales el Gobierno federal ha mostrado nulo interés.

El aspirante de Morena a reemplazar a Riquelme dio un golpe de efecto con la incorporación de Jorge Luis Morán a su equipo. Se trata de un hombre vinculado con el moreirato, pero quizá todavía más afín al exsecretario de Gobierno, Raúl Sifuentes, a quien apoyó —junto con Mejía— en la sucesión de 2005. La dimisión del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera del Estado sorprendió a tirios y troyanos. Cuando Riquelme pidió licencia como alcalde de Torreón para ser candidato a la gubernatura, dejó a Morán en su lugar para cuidarle las espaldas.

El Gobierno y su delfín se habían centrado en el control de daños por la inminente renuncia de Jericó Abramo al PRI, para neutralizarlo. Disconforme por la imposición de Jiménez, el acoso a sus seguidores y el trato de un sector de la prensa, el diputado federal busca la candidatura por otro partido, sin descartar una alianza con Ricardo Mejía. Empero, nadie contaba con que la primera crisis presucesoria vendría de dentro. Aunque Morán ya no formaba parte del grupo compacto de Riquelme, el rompimiento podría alterar los planes de la sucesión pactada. Los efectos se verán en los próximos meses, pero sobre todo en las campañas.

Mientras el PRI y Morena ya mostraron sus cartas —la eventual nominación de Mejía empezó a presionar a Jiménez—, el PAN sigue sin dar señales de vida. Quizá aguarda el resultado de las elecciones de gobernador en seis estados (el 5 de junio) y cómo votará el PRI la reforma eléctrica para decidir si participa en la coalición «Va por México». Si lo hace, solo para evitar el triunfo de Morena en Coahuila, sería una apuesta perdida. Líderes de Acción Nacional se resisten a ser comparsa del moreirato. Es preferible jugar solo y perder con dignidad.

Las redes del clan

El moreirato ha sido muy astuto para captar a líderes de oposición adictos al presupuesto. Esa habilidad le permitió a Humberto Moreira hacerse con la gubernatura y heredarle el cargo a su hermano Rubén, quien a su vez nombró a Miguel Riquelme para continuar el proyecto transexenal. De otra manera no se explica la actitud complaciente de las oposiciones (el PAN y ahora Morena) con el clan a pesar de sus múltiples desmanes. Se ha especulado sobre pactos entre el poder y figuras panistas como Guillermo Anaya, Rosendo Villarreal, Marcelo Torres y Alfredo Paredes —cuyo nexo es obvio— e incluso con el senador Armando Guadiana, el delegado federal Reyes Flores y el neomorenista Luis Fernando Salazar.

Una revisión somera de las estructuras de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial permite identificar a militantes o exmilitantes del PAN en el Gobierno y en los órganos autónomos. Tener tantos diputados como el PRI en la pasada Legislatura le brindaba a Acción Nacional la oportunidad de empujar una agenda agresiva para investigar la megadueda, las empresas fantasma y las matanzas en Allende y Piedras Negras, delitos aún impunes. El PAN pagó su incuria en las urnas: de nueve diputados locales bajó a tres; y de 11 alcaldías, a cuatro. En cambio, Morena duplicó su presencia en el Congreso y en los ayuntamientos.

Antes de que el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, plantara cara al moreirato, confrontara a Riquelme y demandara un cambio político en el estado, la única voz discordante era la del diputado panista Rodolfo Walss. Ambos recibieron respuesta inmediata en columnas y medios alineados al poder. Pero a diferencia de Mejía, uno de los funcionarios cercanos al presidente López Obrador, quien ha sido arropado por liderazgos de Morena e incluso del PRI, Walss libra solo su batalla contra los Moreira, Riquelme y sus acólitos, lo cual parece confirmar la vigencia del pacto con el clan.

El problema del Gobierno, en el caso de Mejía, es que difícilmente podrá atraer a un funcionario federal allegado al presidente López Obrador, como en el pasado lo hizo con adversarios de otros partidos. Mejía está desarraigado del estado, pero conoce el entramado político local y además quiere ser gobernador. Javier Guerrero renunció al PRI en vez de doblegarse para oponerse desde fuera al moreirato. El actual director de Operación y Evaluación del IMSS le disputó a Humberto Moreira la nominación en 2005, y en la elección pasada compitió por la gubernatura como candidato independiente. Por su trayectoria, experiencia en el Congreso federal y en la administración pública, Guerrero es hoy el mejor cuadro de Morena en el estado.

Sin embargo, el exsecretario de Finanzas del Gobierno que dejó en cero la deuda bancaria, esta vez podría tener otros proyectos. Como laguneros y compañeros en la administración de Enrique Martínez, Mejía y Guerrero, a quien en columnas políticas se ha enfermado «de gravedad» para dejarlo fuera de la sucesión de 2023, podrían formar un frente en favor de la alternancia. El mes pasado se reunieron en Ciudad de México para analizar la situación del estado. En su gira por Coahuila para promover el referéndum, Mejía pudo corroborar el repudio contra el moreirato, al cual combate ahora que desea ser candidato, después de haber guardado décadas silencio.

El factor sorpresa

Los círculos del poder reaccionaron con sorpresa y enojo ante el destape de Ricardo Mejía para la gubernatura del estado y la renuncia de Jorge Luis Morán a la jefatura de la Unidad de Inteligencia Financiera del Estado, una entelequia semejante al Sistema Estatal Anticorrupción. Morán conoce los entretelones del moreirato. Inició su carrera como secretario del rector Jaime Isaías Ortiz, cuando la Universidad Autónoma de Coahuila era todavía un hervidero de porros. Más tarde se incorporó al grupo del secretario de Gobierno Raúl Sifuentes —en la administración de Enrique Martínez—, entre cuyos operadores figuraban el ahora gobernador, Miguel Riquelme, el líder del Congreso, Eduardo Olmos, y otros funcionarios de la administración.

Resuelta la sucesión de 2005 en favor de Humberto Moreira, la mayoría de los operadores de Sifuentes chaquetearon para abrazar el moreirato, atraídos por Rubén Moreira, y asegurar su futuro. Pocos permanecieron fieles al jefe de la «Burbuja», entre ellos, José Luis Dovalina, quien fue acosado e incluso detenido por una de las policías siniestras del clan. Ricardo Mejía emigró a Guerrero y luego a Ciudad de México donde entró en contacto con Andrés Manuel López Obrador, antes de ser presidente. Experto en espionaje, Morán desempeñó varios cargos y ha estado siempre en el ojo del huracán.

El 17 de septiembre de 2012, durante la gestión de Morán como secretario de Seguridad Pública —nombrado por Rubén Moreira—, 132 reos se fugaron del penal de Piedras Negras. En el libro El Yugo Zeta. Norte de Coahuila 2010-2011, Sergio Aguayo y Jacobo Dayán, investigadores de El Colegio de México, narran el control del cartel sobre la cárcel fronteriza, las atrocidades cometidas y el disimulo de las autoridades en la matanza de Allende. En un principio supuse que el Gobierno federal había pedido a Riquelme la cabeza de Morán para ser investigado. Pero no, el funcionario dimitió para integrarse al cuadro de operadores de su antiguo compañero de la Burbuja con vistas a las elecciones del año próximo.

Morán tiene olfato político y guarda secretos del moreirato, valiosos para la oposición. Como hombre del sistema y alcalde sustituto de Torreón, conoce detalles de la compra de terrenos a precio inflado para la nueva Presidencia Municipal y del contrato para modernizar el alumbrado público. Pero como el poder podría cambiar de manos en 2023 y su posición en el Gobierno estatal ya no le brindaba garantías, prefirió buscar nuevos horizontes.

El subsecretario de Seguridad Pública se ha rodeado de «burbujos» que antes eran adeptos del moreirato y ahora son enemigos declarados. El ejemplo de Morán podrían seguirlo otros funcionarios de la administración estatal, según se acerque la sucesión y el final del sexenio. El retorno de Mejía al estado con la marea alta y el velamen desplegado, después de 15 años de ausencia por la inquina de los Moreira, no había sido contemplado por el círculo rojo. Hasta el 24 de marzo, el PRI daba por sentado que retendría la gubernatura otros seis años. Ya han empezado a surgir dudas. En el marco de la revocatoria de mandato, el Gobierno federal y Morena movilizaron al estado y demostraron lo que pueden hacer en la elección del 4 de junio de 2023. Mejía ha dado los primeros pasos para volver por los fueros. ¿Lo conseguirá? E4


Avalancha morenista, respuesta al boicot vs. la consulta

El presidente López Obrador envía a Coahuila a un emisario para promover el voto a su favor, antes de que Riquelme llamara a la abstención

Para el presidente Andrés Manuel López Obrador, la movilización de funcionarios de su Gobierno y de Morena a Coahuila para promover la participación en la revocatoria de mandato del pasado 10 de abril la provocó el gobernador Miguel Riquelme, del PRI, cuando pidió a la ciudadanía abstenerse de votar. Entonces, «Ricardo Mejía dijo: “yo voy, porque a mí me importa el proyecto”», declaró en la mañanera del 4 de abril. Sobre la posible comisión de delitos por algunos de sus colaboradores en el contexto de la revocación, el Ejecutivo acusó al Instituto Nacional Electoral (INE) de «no actuar con rectitud», pues mientras impedía manifestarse a quienes apoyan la transformación, los partidos y agentes contrarios jamás fueron cuestionados.

«Ricardo Mejía dijo: “yo voy (a Coahuila a promover la revocatoria de mandato), porque a mí me importa el proyecto”».

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México

López Obrador puso la espada de Damocles sobre la cabeza de Riquelme: «(Lo que hizo) no es solo violatorio de la norma sobre la revocación del mandato, no solo violatorio de la veda, sino es violatorio (…) del espíritu y de la letra de la Constitución; y además, antidemocrático». Es la primera vez que el presidente acusa de esa manera a un gobernador. Con respecto al subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, quien provisionalmente se separó del cargo para organizar el referéndum en Coahuila, mientras en el país la violencia continúa desatada y la titular del ramo, Rosa Icela Rodríguez, estaba ausente por enfermedad, el presidente se escabulló: otras personas realizan sus funciones, dijo.

Sin embargo, entre la licencia solicitada por Mejía para impulsar las elecciones revocatorias y el exhorto de Riquelme a no participar, existe un desfase. El funcionario federal ya realizaba tareas proselitistas en Coahuila cuando el gobernador, en el consejo político del PRI del 25 de marzo, declaró que el ejercicio era una farsa. La investidura, acotó, no es «para cumplir caprichos personales, arbitrariedades ni ocurrencias». El mismo día, en Castaños, Mejía anunció haber pedido permiso «para, como coahuilense, impulsar esta consulta (…) la obra que ha hecho el presidente en este tiempo ha sido histórica», aseguró (Reforma, 27.03.22).

Para demostrar su lealtad al «proyecto» —¿el propio o el de la 4T?— y avanzar en la carrera por la gubernatura —las elecciones serán el 4 de junio de 2023—, Mejía le regaló el oído a AMLO: «No hay corrupción, es un Gobierno sensible, cercano al pueblo, con un presidente muy trabajador que todos los días empieza desde primera hora a revisar los problemas del país». El 2 de abril, Mejía recibió en el aeropuerto de Torreón al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien viajó en un avión de la Guardia Nacional (GN) y más tarde encabezó asambleas informativas en La Laguna ante millares de personas para promover la consulta. Al acto asistió el general Luis Rodríguez Bucio, comandante de la GN.

De ese tamaño fue la respuesta del presidente López Obrador al gobernador Riquelme por su intento de boicotear la revocación de mandato. Los otros mandatarios no llamaron a desatender la consulta; y si lo hicieron, sería de manera soterrada. En cambio, los 18 gobernadores de Morena salieron a las calles para motivar la participación en el revocatorio —marcado por el abstencionismo— cuyo resultado favoreció al presidente. La pregunta es si con ese resultado el Gobierno federal tomará represalias contra los opositores, arrasados de nuevo por la ola guinda. E4


La fruta prohibida de la revocación y el pecado de Adán

El activismo político del secretario de Gobernación eclipsa el destape de Ricardo Mejía, quien, antes de pensar en la candidatura, deberá ordenar la casa

En su doble campaña, una para incitar a la participación en las elecciones revocatorias del 10 de abril, y otra para promover su candidatura al Gobierno del estado, el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, recorrió todos los distritos electorales, donde celebró «asambleas informativas», «diálogos y encuentros con la sociedad civil». Como el segundo partido más votado en Coahuila, Morena prepara el terreno para las elecciones del gobernador del año próximo, pero si el delfín del presidente Andrés Manuel López Obrador es Mejía, primero deberá ordenar la casa y conciliar al senador Armando Guadiana, a Reyes Flores, quien supone que la delegación federal es el pase para la candidatura, y al expanista Luis Fernando Salazar, quienes ven a Mejía como un oportunista.

«Es un honor que me corran por apoyar a Andrés Manuel López Obrador».

Adán Augusto López, secretario de Gobernación (02.04.22)

Mediáticamente, el destape del subsecretario lo opacó el escándalo por la participación del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y del comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio, en las asambleas celebradas en Torreón y otros municipios laguneros para promover el voto en favor de AMLO. Los funcionarios utilizaron un avión oficial para realizar proselitismo en horas laborales. Interrogado sobre el tema en la rueda de prensa del 4 de marzo, el presidente dijo que el titular de la Segob visita los estados «para cumplir su responsabilidad», pero no celebró ninguna reunión de seguridad o de otro tipo. El mandatario tampoco pudo explicar si Mejía estaba de vacaciones o de permiso.

La gira de Adán López a Coahuila, en compañía del jefe de la Guardia Nacional y del gobernador de Tabasco, Carlos Merino, fue de carácter político-partidista, no de trabajo. El secretario adelantó que la reforma eléctrica del presidente López Obrador será aprobada, respaldó la candidatura de Mejía para la gubernatura y pintó anticipadamente de guinda al estado. Después de la consulta del 10 de abril, aseguró, en Coahuila iniciará «el amanecer». Será —dijo— «una travesía corta por un camino lleno de obstáculos, pero sin duda el año próximo habrá una verdadera fuerza (…) todo el pueblo de México va a estar con Coahuila».

El presidente López Obrador refutó lo evidente. La prueba de que el titular de la Segob utilizó un avión de la Guardia Nacional para trasladarse a Torreón y después a Sonora, es irrefutable. Aun así, replicó: «No están promoviendo la revocación. Y si así fuese, lo debe resolver la autoridad (…) para que no haya impunidad». Según AMLO, Adán López no asiste a mítines. Después de encabezar actos proselitistas en La Laguna, el secretario de Gobernación encabezó una concentración en Hermosillo junto con el gobernador Alfonso Durazo. Desde Sonora, el funcionario retó al INE y al Tribunal Electoral: «Es un honor que me corran por apoyar a Andrés Manuel López Obrador».

Opositores, analistas y expertos demandaron la renuncia del responsable de la política interior por violar la veda, mientras arreciaban la campaña para desacreditar el revocatorio. La afluencia a las urnas no fue la esperada por la Cuarta Transformación. El presidente permanecerá en el cargo hasta el final de su mandato, pues la mayoría votó por esa opción y no por la revocación, la cual para ser vinculante, requería la participación del 40% de la lista nominal, y apenas alcanzó el 17.7%. El mensaje del Gobierno y de Morena para Coahuila es que emplearán todos los recursos a su alcance para hacerse con la gubernatura el año próximo. ¿Aceptará Luis Fernando Salazar a Ricardo Mejía o lo hará perder como lo hizo con Guillermo Anaya en 2017? Y si el líder morenista Mario Delgado no le cumple el capricho, ¿le llamará traidor como a Ricardo Anaya? «Las veredas quitarán, pero la querencia, ¿cuándo?». E4

Torreón, 1955. Se inició en los talleres de La Opinión y después recorrió el escalafón en la redacción del mismo diario. Corresponsal de Televisa y del periódico Uno más Uno (1974-81). Dirigió el programa “Última hora” en el Canal 2 de Torreón. Director del diario Noticias (1983-1988). De 1988 a 1993 fue director de Comunicación Social del gobierno del estado. Cofundador del catorcenario Espacio 4, en 1995. Ha publicado en Vanguardia y El Sol del Norte de Saltillo, La Opinión Milenio y Zócalo; y participa en el Canal 9 y en el Grupo Radio Estéreo Mayrán de Torreón. Es director de Espacio 4 desde 1998.

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