AMLO sí resultó ser un peligro para México

Ya es urgente que el presidente Andrés Manuel López Obrador dosifique y atempere sus conferencias mañaneras porque repite siempre lo mismo, culpando de todos los males que padecemos a los conservadores, a los neoliberales, a Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto. A cinco años de su triunfo electoral hay temas estructurales que el propio presidente no ha podido resolver y peor ha sido el retroceso en asuntos tan delicados como el de la seguridad, empleo, salud, educación y la gobernabilidad. Este no es el cambio prometido. Estamos en reversa.

En noviembre de 2012 publicamos en este espacio que el sexenio de Felipe Calderón sería recordado como el más sangriento en la historia de México por los 70 mil asesinatos cometidos durante su Gobierno. Y mire cómo nos equivocamos porque en los cinco años del actual sexenio ya van más de 159 mil homicidios y 41 mil personas desaparecidas. En promedio, cada día son asesinadas 85 personas y desaparecen 35, algo nunca visto en este país.

El asesinato de Hipólito Mora, líder de las autodefensas en Michoacán, y el atentado terrorista con un coche bomba ya rebasan todo límite de barbarie en este país con alertas de viaje de los países más civilizados de la tierra. Tenemos ocho de las diez ciudades más peligrosas del mundo. Y la incapacidad de los Gobiernos de Morena-PT-PVEM acabaron con la paz y la seguridad de las entidades donde, por desgracia, se han convertido en estados fallidos.

«No sabiendo los oficios los haremos con respeto…», dice un poema de León Felipe, y de verdad que el oficio de gobernar no se le da a López Obrador. En el mundo nos miran con horror, el país de la barbarie, un país ensangrentado, corrupto y de escasa educación. Y en verdad que la verborrea del presidente en las mañaneras ya es un escándalo que ofende. Eso de decirles a los delincuentes que han secuestrado no a uno, ni a dos personas, sino a 16 trabajadores de Chiapas, que los liberen porque si no los va a acusar con sus papás y sus abuelos es el colmo del acabose.

El presidente López Obrador no ha podido mantener la gobernabilidad y ha permitido el ascenso de poderes fácticos a los límites del Estado fallido, pues uno de esos poderes, el de la delincuencia, ha establecido un régimen de terror fuera de control en gran parte del territorio nacional.

Los mexicanos esperábamos que Andrés Manuel aplicara firmemente el apotegma de James Madison: «La gran dificultad para idear un Gobierno que ha de ejercer unos hombres sobre otros radica, primero, en capacitar al Gobierno para dominar a los gobernados, y después, en obligar al Gobierno a dominarse a sí mismo». Pero este presidente no ha podido dominar a los gobernados, peor aún, a los delincuentes, y ha llegado a perder el dominio de sí mismo.

Este es un país donde cada 16 minutos asesinan a una persona. Donde se han disparado los feminicidios, los secuestros y la más rampante impunidad. A diario hay 85 homicidios y 35 personas están desaparecidas. Hoy parece saludarnos don Daniel Cosío Villegas desde el más allá: «Salud, joven e ilustre pueblo de asesinos. ¿Qué dice el olor a sangre? ¿Les sigue gustando? Maten más gente que al cabo todavía queda mucha, y si les hiciera falta podemos ir los que estamos fuera».

Y mire lo que son las cosas, AMLO sí resultó ser un peligro para México.

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