Anhelo

Gélida noche de manos ásperas,

envuelta en una sombra de soledad.

Mirando el cielo de romero,

afligida por la reminiscencia

y esperando la llegada de la vida que anhelo.

Añorando los días de belleza,

de aquella primavera brillante y eterna que ríe.

El sereno que apenas coexistía

y pronto se esfumaba en el espacio,

reposa en la fría naturaleza

e inunda la grandeza con pesar.

La palabra me la otorgan ellos,

me adoran si encuentran en mí algo bello.

Rezo porque mis manos se queden congeladas,

con esa apariencia que anhelan.

Temo por la inevitable decrepitud temida.

Río de lágrimas gélidas,

las flores quedan abandonadas al borde.

Reina de los prados junto a Ofelia,

una locura que brinda quietud

y un silencio de paz tan esperado.

(Saltillo, Coahuila 2002) Estudiante de Comunicación. Con amplio gusto por el arte, pintura, música, cine y la literatura. Ha participado y destacado en proyectos escolares de lectura y redacción, como lo es este poema de la época del Romanticismo.

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