Apología de la violencia en México, influencia perniciosa fuera de control

El crimen organizado gana influencia y popularidad por los corridos y las series dedicadas a los narcos. El presidente López Obrador hace hincapié en la necesidad de orientar a los jóvenes. «No nos vamos a quedar callados», asegura

La ciberapología campa por sus fueros

«Mujeres, olvídense de príncipes y castillos que lo que hay es ranchos y narcos». Se trata de una de las tantas frases sacadas de un narcocorrido y que ahora pulula por la red, rebotando de celular en celular entre millones de mexicanos. La apología de la violencia, la exaltación al consumo de estupefacientes junto con la búsqueda de la riqueza material a cualquier costo, y la inversión de los valores humanos —donde se glorifica al criminal y se condena a las fuerzas del orden— son tres elementos constantes en este tipo de composición musical, cuya popularidad ha rebasado las fronteras nacionales para propagarse también en países de Centroamérica y Estados Unidos.

El fenómeno ya trascendió el ámbito cultural y hoy preocupa su impacto nocivo en la sociedad, especialmente entre los más jóvenes que encuentran en las letras de estas canciones una guía engañosa hacia un nuevo concepto de «éxito», marcado por el acaparamiento de dinero, lujos y poder obtenido a corto plazo, pero que siempre se erige sobre los cadáveres de quienes se interpongan en el camino.

«Valor, dinero y astucia

lo sacaron de envigado.

En 5 y 10 mil millones

su fortuna calcularon.

¿Cómo es que tanto dinero

los gringos no lo notaron?»

Muerte anunciada. Los tigres del Norte

Estas canciones presentan a los delincuentes como figuras admirables y triunfantes, construyendo una imagen distorsionada y peligrosa de la realidad. Los jóvenes, en busca de identificación y pertenencia, son susceptibles a la influencia de estos mensajes y se ven tentados a emular el estilo de vida criminal retratado en las letras de sus composiciones preferidas, en lugar de aspirar a metas legítimas y positivas.

Otro aspecto preocupante es el impacto de los narcocorridos en la normalización de la violencia y la desensibilización hacia ella. Las historias narradas describen con detalle situaciones brutales, sin ofrecer una visión crítica o reflexiva sobre las consecuencias de dichas acciones. Esta representación romántica y sin cuestionamientos de la violencia acarrea un efecto perjudicial en la percepción social, contribuyendo a la aceptación pasiva de comportamientos delictivos.

«No queremos esa sociedad vacía, materialista, de consumo, que no le importa que los jóvenes pierdan la vida por la drogadicción. Hay muchísimas otras formas de ser felices, muchas, muchas, muchas, empezando, como siempre lo hemos dicho, porque en nuestras familias, en nuestros pueblos hay muchos valores, una gran reserva de valores culturales, morales, espirituales, muchos valores».

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México

Del mismo modo, los narcocorridos socavan la seguridad que se tiene en las instituciones legales y el Estado de derecho al retratar a los narcotraficantes como personajes intocables y poderosos. Esta distorsión de la realidad puede minar los esfuerzos para combatir el crimen organizado y debilitar la confianza en las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley.

No es de extrañar que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya optado por meter las manos en el asunto y aunque ha sido reiterativo en que no promoverá la censura, tampoco considera correcto quedarse de brazos cruzados. «Con todo respeto, como aclaro, no hay censura, prohibido prohibir; nada más es que tengamos todos la posibilidad de opinar, que todos pensemos sobre este asunto y que no se abran espacios sin obstáculos, sin que haya otra opinión. ¿Por qué no vamos a debatir sobre este tema? Vamos a abrir el debate», expresó en Palacio Nacional durante la conferencia matutina del 26 de junio.

«Las canciones que se ponen de moda, y a lo mejor no les va a gustar a los jóvenes, nosotros nunca vamos a censurar, son libres, pueden cantar lo que quieran, pero no nos vamos a quedar callados cuando dicen de que sean buenas las tachas y que tienen un arma calibre .50, y que son sus ídolos los narcos más famosos, y ese tipo de corridos», agregó.

El mandatario consideró que hay otras formas para divertirse y alcanzar la felicidad, sin la prevalencia de los bienes materiales. Asimismo, enfatizó en la necesidad de orientar a los jóvenes, promover otro tipo de valores y abrir el debate para que la sociedad formule nuevas propuestas culturales. En este sentido anunció también la realización de una encuesta nacional sobre consumo de drogas en donde se parte del hecho de que la promoción de la idiosincrasia y la unidad familiar ayudan a inhibir el consumo y las adicciones.

«¿Saben qué? Quedamos de que vamos a presentarles a los jóvenes para que no los enganchen con la música que fomenta el consumo de droga, que fomenta la violencia, para que no los enganchen con esa música, sin prohibir, prohibido, prohibir, no hay censura, no, no, pueden seguir produciendo esa música, cantando esa música, difundiendo esa música libremente, pero tenemos derecho y además la obligación de orientar a los jóvenes o dar nuestra opinión de que no debe de aceptarse nada que lleve a consumo de droga, porque eso es sufrimiento, eso no es felicidad, es sufrimiento y es utilizar el dolor humano para enriquecer a una minoría», retomó el tema en su mañanera del 27 de junio.

«No queremos esa sociedad vacía, materialista, de consumo, que no le importa que los jóvenes pierdan la vida por la drogadicción. Hay muchísimas otras formas de ser felices, muchas, muchas, muchas, empezando, como siempre lo hemos dicho, porque en nuestras familias, en nuestros pueblos hay muchos valores, una gran reserva de valores culturales, morales, espirituales, muchos valores. La gente de nuestro pueblo es gente sana, honesta, gente trabajadora, de muy buen corazón, muy humanos somos los mexicanos y sabemos también ser amorosos y sabemos ser felices», concluyó.

Orígenes y popularidad

Desde los cantos sobre el pelida Aquiles hasta la actualidad, suele ser común que las historias giren en torno a una figura principal, generalmente un héroe que los hombres suelen imitar. ¿Cuándo el criminal se convierte en héroe dentro de la cultura popular es la pregunta a solventar hoy en día?

Si bien el cancionero nacional ya recogía odas a figuras relevantes de la Revolución Mexicana, todo apunta a que fue Chalino Sánchez (Rosalino Sánchez Félix​.1960-1992) en la década de los 80 quien sentó los precedentes del narcocorrido moderno. Muchos de los cuales compuso por encargo de los propios capos y que, a la postre, terminaron por costarle la vida. Lo asesinaron pocas horas después de recibir una nota amenazante mientras estaba en el escenario de un concierto en Culiacán, México.

En las décadas posteriores a su muerte, los narcocorridos se popularizaron de manera constante. Spotify señala que el volumen de reproducciones del género ha aumentado mucho más del doble desde 2019 para alcanzar los 5 mil 600 millones, el 21% de los cuales proviene de Estados Unidos.

«Los narcocorridos forman parte de una tradición poética popular, la de los antiguos romances de ciego, las baladas de crímenes y bandoleros, o de ajusticiados», señala el antropólogo mexicano Enrique Flores, autor de Rimas malandras: del narcocorrido al narco rap.

El seguimiento y exaltación de la vida de criminales reales o la invención de algunos no se restringe a México. Ha sido fuente de éxitos para canciones como «Pedro Navajas», del panameño Rubén Blades; «Pivete», la historia de un chico de la calle en medio de las drogas y la violencia, inmortalizada por el brasileño Chico Buarque; o «Tony presidio», compuesta e interpretada por el icono de la música hispana en Estados Unidos, Vico C.

Sin embargo. más allá de las representaciones de los bandidos, «hay trazos, tópicos que se mantienen: la disputa de honor con las autoridades y, en especial, con la policía, por ejemplo, y la mirada desafiante ante la posibilidad de la muerte violenta», comenta el historiador Diego Galeano, sociólogo y profesor en la Universidad Católica de Río de Janeiro. «Lo mismo puede pensarse de la búsqueda de respeto, que el antropólogo Philippe Bourgois reconoce como valor esencial para los vendedores de crack de Harlem y su vínculo con el hip hop», agrega el especialista.

Por su parte, Osvaldo Di Paolo, profesor en la Universidad Austin Peay, en Estados Unidos, y especialista en literatura de géneros, destaca que «el bandolero crea una subcultura, dándoles a los miembros de su grupo elementos culturales que lo redefinen». El cancionero y la literatura «reflejan las peculiaridades de los miembros de las bandas y pandillas: el bandolero es el héroe, el santo, el ángel del pobre»; no obstante, «estos fenómenos culturales también expresan homofobia y misoginia y en algunas letras la violencia llega al extremo de la estética del gore», donde se resalta la estética de la violencia con escenas sangrientas, torturas y asesinatos brutales.

Cine y televisión

La profusión y exaltación del mundo del narcotráfico no se restringe a la música. Vale decir que incluso dentro de la música, tampoco se limita a los narcocorridos, otros géneros como el reguetón, el rap y el trap también lo impulsan. Pero el cine y la televisión son manifestaciones artísticas que se sirven con cuchara grande en el mismo contexto.

La enorme abundancia de series televisivas y películas en la pantalla grande que se aprovechan del tema dan abasto para demostrarlo, a pesar de que sus argumentos suelen abordar el universo en que se mueven las bandas del crimen organizado desde una perspectiva idílica y edulcorada, evitando tocar los puntos sensibles que puedan crear rechazo en la audiencia. De ahí su popularidad, especialmente en los medios televisivos que buscan generar sintonía, priorizando el rating sobre la influencia negativa que pudiera originar los contenidos en los adolescentes.

Se trata de propuestas mediáticas que generan críticas y opiniones divididas en el público, pero arrastran masas y generan millones en ganancias. El crítico de televisión Álvaro Cueva, en una de sus columnas para el periódico Milenio, al intentar responder por qué como sociedad consumimos este tipo de producciones, argumenta: «Nosotros en México, y en general en toda Latinoamérica, tenemos una relación muy diferente con nuestros delincuentes a la que pudieran tener los hombres y las mujeres de otras partes del mundo. Aquí, veneramos a nuestros bandoleros, los queremos, los respetamos y no lo hacemos porque seamos estúpidos, porque seamos malos o porque vayamos en contra de la ley. Lo hacemos porque en este rincón del universo hay algo podrido en el sistema y nuestros criminales, muchas veces, han sido mejores, en muchos sentidos, que nuestras mismísimas autoridades». (En «Televisión y narcocultura. Cuando los narcos se ponen de moda» 09.11.16).

Sin embargo, el especialista en producción televisiva, Mauricio Icaza, agrega que la televisión refleja una falsa moral en el tratamiento de estos programas. Evitan ex profeso proyectar documentales o programas educativos porque pone en riesgo el rating y los ingresos de la televisora. Los directores de programación y gerentes de producción se esfuerzan por asegurar la estabilidad financiera de los canales de televisión y se enfocan en lo que vende más, minimizando el impacto social que puedan generar este tipo de series y piezas audiovisuales. E4

Narcotráfico en los medios de comunicación

SeriesPelículasCorridos
Narcos: México
El Chapo
El señor de los cielos
La reina del sur
Pablo Escobar: el patrón del mal
Sobreviviendo a Escobar: Alias JJ
Rosario Tijeras
Señores de la droga
El cartel de los sapos
Breaking Bad
El infierno
Uno de los nuestros
Tráfico
Sicario
El infiltrado
Escobar: La traición
Barry Seal: sólo en América
Ciudad de Dios
Caracortada
La mula
«A mis enemigos», Valentín Elizalde
«Cruz de marihuanas», Grupo Águilas del Norte
«Muerte anunciada», Los Tigres del Norte
«Jefe de narcóticos», Duelo
«El niño sicario», Calibre 50
«Miguel Ángel», Dareyes de la Sierra
«Asesino a sueldo», Cardenales de Nuevo León
«Baraja ensangrentada», Los Huracanes del Norte
«Carga blanca», Alegres de Terán
«El contrabando del Paso», Los Alegres de Terán

La ciberapología campa por sus fueros

Puede ser a favor de la violencia, la misoginia, el racismo, la xenofobia, la intolerancia religiosa o el crimen más mundano, pero la realidad es que la ciberapología —alabanzas a favor de temas diversos que se transmiten por canales digitales— cuenta cada vez con mayor presencia en las redes sociales para ensalzar o defender posiciones radicales que afectan los valores morales elementales. Se nota con más claridad en aquellas plataformas como Twitter, Instagram o Facebook, donde los mensajes se pueden extender con más rapidez, aunque también suele encontrarse en foros temáticos y blogs.

  • Los elementos clave de estas tendencias conductuales son:
  • Promover y defender actos violentos y/o posiciones radicales
  • Sectorizar a la comunidad de seguidores
  • Humillación y desprecio a las víctimas
  • Interés en la mayor difusión posible del mensaje: fenómeno de la «viralidad»

En cualquier caso, el tema ha despertado una creciente preocupación en varios sectores de la sociedad actual. Las plataformas digitales, que han amplificado la voz de millones de personas en todo el mundo, también han brindado un espacio propicio para la difusión y promoción de mensajes violentos que han generando un impacto negativo en el tejido comunitario.

La naturaleza instantánea y viral de las redes sociales facilita la rápida propagación de contenidos que glorifican y justifican actos violentos. Desde videos que muestran agresiones físicas hasta discursos de odio que incitan a la violencia contra determinados grupos, estos mensajes encuentran un alcance masivo en cuestión de segundos, lo que puede generar un efecto de normalización y desensibilización hacia la violencia.

De acuerdo con el Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres (Banavim), 2 mil 515 casos de agresión digital se han registrado en México de enero 2022 a mayo 2023. «La violencia digital se ha incrementado muchísimo en el último año y medio, se han registrado en promedio cinco denuncias todos los días de mujeres que han vivido algún tipo de violencia digital», explica María Fabiola Alanís Sámano, titular de la Conavim.

Por su parte, el Inegi señala que, solo en 2021, alrededor de 17.7 millones de cibernautas mexicanos sufrieron algún tipo de acoso en redes sociales, desde comentarios ofensivos hasta la exposición de imágenes privadas, el linchamiento mediático o la difamación.

La falta de regulación efectiva y la dificultad para monitorear y controlar el contenido en las redes sociales han permitido que proliferen comunidades virtuales que celebran y aplauden la violencia. Twitter acaba de anunciar que, bajo su nueva filosofía de moderación de contenido, que llevará por nombre «Libertad de expresión, no de alcance» aquella publicación que pueda ser considerada como dañina (y que previamente habría sido eliminado de la plataforma), seguirá siendo pública, pero se añadirá una etiqueta de advertencia y se limitará su alcance, no se eliminará por completo.

No obstante, al margen de las estrategias de contención tecnológica que se desarrollen, lo más importante es lograr que la sociedad comprenda que la violencia virtual no solo tiene un impacto negativo en la percepción social, sino que también puede tener graves consecuencias en el mundo real. E4

La Habana, 1975. Escritor, editor y periodista. Es autor de los libros El nieto del lobo, (Pen)últimas palabras, A escondidas de la memoria e Historias de la corte sana. Textos suyos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es columnista de Espacio 4 y de la revista hispanoamericana de cultura Otrolunes.

Deja un comentario