Caballerosidad del ciudadano Kane mexicano

Considerada por muchos críticos del séptimo arte como la mejor película de todos los tiempos, El ciudadano Kane es un filme que arroja enseñanzas lo mismo en ética personal y social aplicada a la política que en los medios de comunicación.

Los más recientes acontecimientos en este proceso electoral mexicano me recordaron una de las escenas más ilustrativas de dicha cinta: Charles Foster Kane, ya rico magnate de los medios de comunicación, decide postularse como gobernador de Nueva York. Sus discursos mediáticos con promesas de honestidad, firmándolas como compromiso ineludible a cumplir, amplían sus posibilidades de triunfo. Su contrincante, Jim Gettys, investiga y descubre que Kane tiene una amante y lo denuncia ante la esposa, refinada dama sobrina del presidente de EE. UU., citándola en casa de aquella. En esa incómoda reunión se presenta Gettys que exige a Kane que renuncie a la postulación o publicará su romance en todos los periódicos. Cuando la esposa le pide que haga caso al «caballero», este se burla aclarando que ahí no hay ningún «caballero», reconociendo su vileza como político, seguido por la de Kane, quien se queda con su amante repudiando a su esposa.

Golpes bajos siempre han existido, la ética política es destruir al adversario, incluso con la muerte física, civil o la muy dudosa honorabilidad de casi todos los políticos. Estamos viviendo esos tiempos en nuestro país; los ambiciosos pseudointelectuales, emisarios maiceados en administraciones pasadas, odian, critican y buscan destruir con sus comentarios a quienes no abonan a sus ambiciones. En sus truqueados análisis políticos solamente ven la paja en el ojo ajeno, sustrayéndose del tronco en el suyo y del de sus mecenas.

Y no me refiero al insólito hecho de que megalómanos líderes de corrientes ideológicas completamente contrarias se unan para defender exclusivamente sus privilegios, sino que destruyan a su propia militancia con tal de conservar ellos un fuero que les libre de persecuciones judiciales por múltiples delitos cometidos, el «corazón» que presumen es idéntico al de los reyes asirios que pasaban a cuchillo a todos los habitantes de ciudades conquistadas empalando a sus dirigentes.

Dos expriistas de la ciudad de México se lanzan contra los dirigentes de la alianza alcanzando patéticamente aspectos personales, incluso íntimos, denotando vicios, ciertamente conocidos, pero no publicados. Son acusaciones ocurridas desde adentro, no desde los adversarios; estas han desatado furia, furor, odio y hasta deseos de provocar la muerte de los denunciantes, pero también implican que, en breve, aquellos y sus incondicionales se defenderán replicando agravios a sus adversarios políticos de esas y hasta peores degeneraciones. Por lo pronto ya vilipendiaron a su antigua «amiga» delatora, acusándola de utilizar el erario que maneja para comprar la lujosa vestimenta que recientemente utiliza y amenazándola con una «auditoría exhaustiva». ¿Será venganza por lo que delató? ¿Dónde quedó el frente unido? Extensa revancha política.

Estas «damas» y «caballeros», al estilo Kane y Gettys, exclusivamente miran hacia el poder; presumen que a ellos les importa México, sí, ese concepto hueco e intrascendente, pero no los mexicanos, no los seres humanos que lo habitamos, no quienes sufrimos sus saqueos al erario. Ciertamente tienen «hambre de sed de poder» mientras presumen «Fuerza y Corazón». Dentro de esta «caballerosidad kaneana» acaba de suceder entre ellos una nueva travesura fratricida por las legislaturas federales, el PRI se llevó la fuerza y el PAN se quedó con el corazón roto ante el enojo de sus propios militantes quienes aseguran que los dejan con menos de las que poseían: así se llevan ellos.

Los continuos saltos de políticos abjurados de sus institutos políticos; esos que los habían llenado de privilegios, riquezas y honores, provocan rompimientos ambiciosos no solamente por ególatras que no alcanzaron la designación soñada, sino que arrastran «tribus» de miembros del partido abandonado: PRD, en varios estados; Verde, en Guanajuato. Algunos autoexpulsados ahora piden perdón pausando ridículamente su renuncia, esperan devolución de dietas y reelección para seguir medrando del erario.

Burladas, democracia, honestidad y participación ciudadana continúan en ausencia; entretanto los adversarios de cada alianza, felices observan tranquilamente a la distancia este pleito entre los otros «caballeros» destrozándose entre sí, mientras se congratulan recordando la frase de Napoleón: «Cuando tu enemigo esté ejecutando un movimiento en falso, nunca lo interrumpas».

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