Calores perros

La canícula es la temporada del año en que el sol se siente más fuerte, cuando hace más calor, son los días del «tiempo de perros». Coincide con el solsticio de verano, es decir, cuando el semieje del planeta, ya sea en el hemisferio norte o en el sur, está más inclinado hacia la estrella de su órbita y el sol hace su recorrido durante el día, por encima del ecuador de la tierra.

La palabra canícula deriva del griego kynos, canis, perro. Su alusión meteorológica a los «calores perros», no se debe a la, para algunos humanos, envidiable capacidad sexual de estos animales, tiene fundamento astronómico, el inicio de la canícula, antiguamente coincidía con la reaparición de la estrella Sirio, la abrasadora, de la constelación Can Mayor, cuyo orto helíaco, es decir, cuando esa estrella aparece por primera vez en el horizonte y se hace visible por la mañana, coincide con el calor abrasivo, es decir, «calor de perros». Probablemente el término se utilizó por primera vez en la antigua Babilonia, en Mesopotamia, hoy Irak.

Se sabe además que el fenómeno de la canícula abrasadora, hace miles de años aparecía el 21 de junio en el solsticio de verano, hoy aparece el 5 de septiembre, un desfase de 75 días, esto se debe a la precesión del eje terrestre, o cambio de la dirección del eje alrededor del cual gira un objeto. De esto se deduce que el fenómeno de la canícula se denominó así, hace unos 5 mil 300 años, porque solo entonces fue cierto que la canícula coincidió con la aparición de la estrella Sirio, la abrasadora, al hacerse visible en el horizonte por la mañana.

En concreto, el que haga más calor o frío en determinado lugar de nuestro planeta, no depende de que estemos más lejos o más cerca del sol, sino de la inclinación del eje terrestre respecto al sol. Por ello, cuando en el hemisferio norte se sufren las mayores temperaturas, julio y agosto, en el sur se alcanzan las mínimas.

¿Y qué tiene que ver este rollo con la medicina?, se preguntará más de un lector. En aquellos tiempos ya se empezaron a relacionar ciertas enfermedades con la canícula como maleficios: infecciones como la peste y tumores malignos, así lo afirma Hipócrates en el Corpus Hipocraticum.

Hoy, la canícula también favorece la presencia de enfermedades infecciosas por diferentes virus y bacterias invadiendo con más frecuencia vías digestivas y respiratorias. Además, a pesar de los avances tecnológicos para la comodidad con los poderosos sistemas de aire acondicionado, privilegio de algunos cuantos, con mucha asiduidad se presentan cuadros de deshidratación principalmente en niños y adultos, paradójicamente sanos, ¿increíble? Sí, pero cierto. ¿A qué se debe este fenómeno? ¡Pues al cambio climático y al calentamiento global! Dicen los políticos. No me compete disertar en ese terreno, pero vale la pena exponer algunas ideas. A la sociedad nos endilgan la culpa de la basura, la contaminación ambiental, de la destrucción de los bosques, de usar automóviles personales para el transporte, del derroche de energía eléctrica. Esos políticos no se hacen responsables de repartir los derechos humanos en forma equitativa a esa sociedad: primordialmente educación y cultura, pues sin educación no puede haber democracia; ni salario digno o casa habitación con aire acondicionado, transporte público cómodo y seguro, atención médica buena, bonita y barata, trabajo seguro, nutrición de calidad óptima y otros derechos no menos importantes.

¿Y qué tiene que ver esto con los calores perros? Mucho. La población económicamente activa, el 20% aproximadamente, sostiene al 80% restante, entre ellos los políticos que son muchos y muy despilfarradores, además, los niños y los adultos mayores improductivos. Estos dos grupos, los niños y los adultos, en el momento actual sufren un abandono existencial, pues la mayoría de los miembros de una familia se ven en la necesidad de trabajar, tanto hombres como mujeres, incluso hasta emigran a otros países. El agotamiento y el estrés de la vida cotidiana les impide satisfacer directamente las necesidades de alimentación y líquidos diarios de eso niños y adultos, los abandonan. Padres y madres trabajando estresados se desentienden de esos grupos vulnerables. Muchas veces ni ellos mismos ingieren las cantidades diarias necesarias de líquidos y electrólitos. Este simple fenómeno sociológico desencadena deshidratación constante, a la cual, si se añade una infección aguda intestinal o respiratoria, viene a ser la «gota que derrama el vaso» y al hospital si es que tiene atención médica, o al cementerio… si bien le va… porque ¿vale la pena vivir en este inseguro y endiablado entramado social en el cual estamos insertos?

Recomendaciones para prevenir la deshidratación e insolación: en estos días de calores perros, procure ingerir no menos de dos litros de líquidos diariamente, si tiene actividad física debe aumentarse a tres, cuatro, cinco o seis litros según necesidades. El ejercicio debe ser en lugares sombreados, con ropa ligera y de colores claros como la de nuestros totonacas. Agregue sal normal a los alimentos, el jugo de tomate, los plátanos y los cítricos son ricos en potasio, éste y el sodio (sal) se pierden con el exceso de sudor, hay que reponerlos, puede ser también con suero oral, pero es muy costoso y los botes de plástico empeoran la contaminación.

Lea Yatrogenia

Egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Veracruzana (1964-1968). En 1971, hizo un año de residencia en medicina interna en la clínica del IMSS de Torreón, Coahuila. Residencia en medicina interna en el Centro Médico Nacional del IMSS (1972-1974). Por diez años trabajó como médico internista en la clínica del IMSS en Poza Rica Veracruz (1975-1985). Lleva treinta y siete años de consulta privada en medicina interna (1975 a la fecha). Es colaborador del periódico La Opinión de Poza Rica con la columna Yatrogenia (daños provocados por el médico), de opinión médica y de orientación al público, publicada tres veces por semana desde 1986.

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