La designación del candidato presidencial de Movimiento Ciudadano es un enigma después de la caída de Samuel García, que declinó y regresó a la gubernatura de Nuevo León y será hasta el 20 de enero cuando se conozca si su reemplazo será hombre o mujer sin realizar una precampaña.
Es necesario aclarar el cuestionamiento de saber si el nuevo candidato será hombre o mujer, porque de ello, podría depender el resultado de votaciones y porcentajes para perdedores y ganadores.
Evidentemente quien abandere la candidatura presidencial no alcanzará los números logrados por el gobernador de Nuevo León, qué en poco tiempo de precampaña, logró aumentar porcentajes y preferencias por su perfil y la forma de hacer proselitismo.
La personalidad de Samuel es muy peculiar para los procesos electorales, pero aún muy cuestionable para muchos como gobernante, por ello logró mantenerse en la escena nacional de la publicidad electoral con mensajes y discursos que confrontaban y requerían respuestas al menos de la candidata del bloque opositor.
Sin duda que la presencia y acompañamiento de su pareja le permitió un mayor y mejor crecimiento sobre todo en el segmento de redes sociales de internet con mensajes e imágenes que proyectan a una pareja joven que «actúa» sin aparentes desparpajos en temas serios y otros no tanto.
Se observa complicado y difícil que Movimiento Ciudadano encuentre un perfil parecido o con un impacto similar para mantener los puntos que logró en las encuestas y por consecuencia más complicado crecer en esos números.
No hay a la vista, al menos, perfiles parecidos o incluso puedan superar lo logrado, además de que se han perdido al menos 30 días de precampaña para posicionar al nuevo o nueva abanderada presidencial naranja.
En el poco tiempo de precampaña naranja de Samuel, el perfil masculino no pareció marcar una diferencia en una contienda femenil, pero sí logró restar puntos en las encuestas a la candidata del frente opositor.
Más allá de algunas interpretaciones respecto a la verdadera intención de la candidatura presidencial para restar votos a la oposición y casi garantizar el triunfo de la candidata oficial, el Movimiento Ciudadano podría tener una buena oportunidad de aumentar su posicionamiento político-electoral en comicios municipales, estatales y del poder legislativo para el próximo año.
De lo contrario corre el riesgo de convertirse en comparsa de un movimiento oficialista y negociar posiciones para el próximo sexenio a cambio de restas de votos y con una imagen pública altamente cuestionable.
La interrogante respecto al género de la candidatura presidencial se explica porque puede ser un pronóstico para los porcentajes finales de las votaciones presidenciales, pero también para las del Poder Legislativo (Senado y Cámara de Diputados) además de gubernaturas y alcaldías.
Si la candidata es mujer, en género podría competir en igualdad de circunstancias, pero si es masculino, el curso de contienda podría cambiar en la resta de votos y el crecimiento o descenso de números de las candidaturas femeninas ya definidas.
En ambos casos la candidatura presidencial naranja, mujer o hombre, se antoja aún débil, endeble y sin la fuerza del anterior, con un sabor a derrota adelantada y sin posibilidades siquiera de competir.
La última posibilidad es no presentar candidatura presidencial y así concentrar recursos y fuerzas en candidaturas legislativas, algo que se antoja difícil, porque hay recursos y compromiso de por medio.