Coahuila, el quinto estado con mayor número de suicidios infantiles: INEGI

En 2021 se registran más de 20 decesos diarios en el país por esa causa. Reportarlos como accidentes encubren la cifra real. La mayor tasa, entre jóvenes de entre 18 y 29 años. El fenómeno demanda la atención conjunta de gobiernos, sociedad civil e Iglesias

La industrialización como factor de riesgo

Temor a la violencia

Ansiedad, estrés, soledad, desesperanza, presión social, pérdida de la fuente de ingresos o nivel de vida, conflictos familiares y sentimentales —de pareja—, bullying y sentimientos de culpa son, entre muchos, elementos cuya interacción puede detonar depresión, misma que a su vez impulsa desde la ideación hasta la consumación de un suicidio. No escapan de esta tendencia niños que interiorizan crisis familiares de los adultos, problemática que en Coahuila, por el número de muertes autoinfligidas, ha avanzado hasta colocar a la entidad en la quinta posición a escala nacional, solo por debajo de Chihuahua, Aguascalientes, Yucatán y Sonora, según informe publicado en septiembre de 2021 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Con una tasa anual de suicidios que llega a 8.6 decesos por cada 100 mil habitantes, Coahuila supera en un 39% el promedio nacional de 6.2, pero con la agravante de que, entre los suicidas, el número de niños y adolescentes es cada vez más notorio. La estadística histórica señala que en 2010 en esta entidad se registraron cinco suicidios de niños y niñas menores a 14 años, pero al paso del tiempo aumentó la incidencia; en 2011 se registraron seis; en 2015 también fueron seis; en 2017 hubo siete casos y en 2018 nuevamente seis.

En un referente más reciente, en el periodo de enero de 2020 a enero de 2021, según datos de la Fiscalía General de Coahuila, en este estado se llegó al extremo de 24 suicidios de personas entre 11 y 17 años. En particular, esto despierta la duda de si por el encierro en casa por la pandemia o retirar a los jóvenes de su asistencia a clases presenciales jugó un papel determinante.

En opinión de Gabriela Ruiz Serrano, investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, todos estos datos nos deben alertar para pensar que el suicidio de niños y adolescentes no es un fenómeno aislado del resto de los problemas sociales y familiares.

«No sólo tiene que ver con un deterioro de la salud mental a consecuencia de una depresión. Con el confinamiento por la pandemia de COVID-19, los problemas sociales en los que la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades juegan un papel de primer orden, se agudizaron. Innumerables familias han atravesado por condiciones laborales y económicas muy difíciles. Además, al estar fuera del contexto escolar, tanto los infantes como los adolescentes no han podido construir relaciones vinculantes con sus amigos y compañeros. Por si fuera poco, ha habido un incremento de la violencia familiar y muchos niños han sido víctimas de abuso sexual y psicológico dentro de su propio hogar. Esto refuerza la importancia de ver al suicidio de infantes y adolescentes como un fenómeno que somatiza otros problemas».

Por tal motivo el suicidio es considerado un problema de salud social. El reporte del INEGI-2021 registra 7 mil 818 suicidios en todo el país, esto es 21 cada día, y también muestra que la tasa es más notoria en el grupo de 18 a 29 años, pues llega a 10.7 decesos por cada 100 mil jóvenes. Vale señalar que, en muchos casos, ante el dolor y sentimientos de culpa o por intereses económicos, hay familias que encubren sus casos de suicidio y los reportan como accidente, lo cual genera un subregistro. En adición, en México la tasa de mortalidad por esta causa en 2021 (6.2) superó a la de un año atrás, cuando el indicador llegó a 5.6.

Del dicho al hecho

Teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos el suicida no deja razones de su decisión —acaso una disculpa sin detalles a los seres queridos— el intento de determinar la causalidad con base en opiniones de quienes componían su entorno social cercano es fundamental, pues la detección de elementos comunes permitiría renovar y reorientar las políticas de prevención, pues suicidio es altamente prevenible, porque un hecho así resulta de un proceso no inmediato, cuyo punto de partida implica una ideación que escala a preocupaciones autodestructivas y luego pasa a la planificación del acto letal que, o queda en intento o se consuma.

Según Ruiz Serrano, en los niños la intencionalidad los divide en dos grupos: los más pequeños, de cinco a siete años, en quienes no se reconoce aún la capacidad de conciencia respecto al acto que podrían cometer. A estos infantes se les contextualiza en un mundo «de fantasía». La influencia de lo que observan, sobre todo en programas de televisión y juegos de superhéroes que en la pantalla «mueren y resucitan» puede promover actitudes, desde moderadas hasta altamente riesgosas de atentar contra su vida confiados en que podrán revivir.

Por otro lado, en el caso de los niños de nivel primaria en adelante, sobre todo en aquellos que ya interactúan socialmente a través de dispositivos electrónicos como tabletas digitales o teléfonos celulares, el aumento de los riesgos se vuelve exponencial por todo a lo que se exponen electrónicamente, especialmente cuando acceden a grupos de internet donde, en lugar de disuadir a quien anuncia que atentará contra su vida, se le alienta, se le pregunta cuándo y cómo lo piensa hacer y si permitiría grabar.

Señales de alerta

Algunas alertas en niños y adolescentes incluyen trastornos del sueño —insomnio—, terrores nocturnos, enuresis —incontinencia urinaria—, encopresis —incontinencia fecal—, cambio de hábitos alimenticios, aislamiento, comportamiento inestable, irritabilidad y enojo sin causa aparente.

«Los niños no expresan las emociones igual que los adultos. Un niño “demasiado enojado” puede ser síntoma de depresión. El enojo puede enmascarar algún trastorno emocional. El cuidado de los niños es una responsabilidad social, y si la familia advierte señales, debe pedir ayuda a un especialista en salud mental», explica la investigadora.

En México hay alrededor de 40 millones de personas con un rango de edad de cero a 18 años; y de éstas, por lo menos 20 millones no logran satisfacer sus necesidades ni sus derechos fundamentales, donde ocho de cada 10 niños han sufrido abuso corporal en sus hogares como medida de crianza, según informe de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

Ruiz Serrano añade que «hoy en día, como los niños y adolescentes dedican mucho tiempo a las redes sociales e internet, sus padres o tutores están obligados a conocer los contenidos que ven y a examinar la manera en que establecen relaciones con sus pares y personas adultas, eso ofrece información que permite orientarlos, porque si bien su exploración del mundo es absolutamente válida, también implica riesgos».

En ese contexto, la participación de las Iglesias, particularmente la católica, se vuelve un bálsamo que aminora el sufrimiento de quienes padecen depresión diversa. La diócesis de Saltillo, a través de su Pastoral Social, recibe y atiende casos de personas de todas las edades que buscan su respaldo. A la par, también las parroquias por cuenta propia ofrecen orientación espiritual y canalizan a quienes requieren de atención clínica.

Regreso a clases

Por la pandemia, muchos niños han vivido en el ámbito doméstico en condiciones no propicias para desarrollarse integralmente y ejercer a cabalidad sus derechos. Basado en el análisis de los daños que pueden acarrearles el confinamiento y la falta de socialización, el Gobierno mexicano hizo un llamado para regresar a clases presenciales. Ruiz Serrano añade que «la escuela no sólo se relacionan con la adquisición de conocimientos y la obtención de un certificado para pasar al siguiente grado, sino también con lo que como institución representa: vínculos fraternos, escenarios de socialización y aprendizaje de las habilidades para vivir en sociedad. Con todo, el proceso de desconfinamiento no es fácil. En este momento, nuestro cerebro piensa en la sobrevivencia y, claro, no pocos padres sienten temor de que sus hijos puedan contagiarse en la escuela. Pero si ponemos en una balanza la afectación social de la pandemia y los beneficios del regreso a clases, se pueden crear las estrategias para que el regreso sea lo más seguro y exitoso posible».

Mitos

Rosa Ofelia Sisbeles Alvarado, psicóloga forense de la Fiscalía General del Estado de Coahuila, dictó la conferencia «El hogar no es un lugar seguro para muchas mujeres y niñ@s» con motivo del confinamiento. En temas afines, resalta la importancia de conocer los mitos relacionados con el suicidio. En los jóvenes, «pensar que quien habla de suicidio no tiene la intención de cometerlo es falso; el riesgo es alto», comenta.

Señala que «quizás no digan directamente que se quieren suicidar, pero empiezan a comentar “¿qué se sentirá no estar en este mundo?”, “¿qué se sentirá si desapareciera?”, o se manifiesta interés por irse lejos. El hecho de abordar el tema ya es una señal de alerta, por lo que es importante hablar con ellos, no cortar la comunicación, pues permitirles hablar aligera la ansiedad».

Otro mito es que quien lo ha intentado una vez nunca dejará de intentarlo. Sisbeles explica que «con atención y terapia para que pueda manejar la situación es posible impedirlo». Por ello en el protocolo de atención a posibles suicidas las terapias no siempre son voluntarias, hay casos en que la persona debe ser obligada a recibir atención, pues su condición no es problema exclusivo de él o ella, sino de todos quienes le rodean.

«Por ejemplo, ante los terapeutas, a veces lo primero que dicen es que no quieren que se entere la familia, pero se les explica que, aunque todo servicio médico es confidencial y se guarda secreto profesional, hay dos cosas donde eso no aplica: cuando hay riesgo de suicidio o un delito», indicó.

Aunado a lo anterior, dijo que su obligación es hablar, y como apoyo se le ofrece acompañamiento y asistencia ante la familia, porque no solo es importante que todos estén enterados, sino que deben ofrecer el compromiso de estar vigilantes.

Al final, el llamado también es a las autoridades estatales para reforzar la atención, pues en Coahuila los menos de 40 millones de pesos anuales que se destinan vía presupuesto a este tema apenas sí alcanzan para dar mantenimiento a los Centros de Salud Mental y sueldos del personal que ahí labora. E4

Avisos de un potencial suicidio

  • Cambio repentino de la conducta habitual.
  • Se abandonan mucho las actividades que le gustaban y causaban alegría.
  • Empieza a desprenderse de cosas que atesoraba.
  • Cambian sus hábitos de alimentación y sueño.
  • El consumo de alcohol u otras sustancias pueden sumarse para conformar una mezcla fatal.

Líneas de asistencia

  • Centro de Salud Mental en Saltillo: 844 415 07 63 y 844 416 97 60
  • Facultad de Psicología de la UAdeC: 844 412 35 28
  • Centro de Orientación Psicológica, Pedagógica y Tanatológica (Oppta, A.C.): 844 2122037 y 844 2837268
  • Instituto de Atención Integral de Desarrollo Humano: 844 403 20 32
  • Dirección de Atención de la Fiscalía General de Coahuila: 844 434 06 91 y 911
  • Centro de Consulta Familiar de la Diócesis de Saltillo: 844 4128176

La industrialización como factor de riesgo

El crecimiento económico del estado de Aguascalientes, que marcó la industrialización automotriz, pudo haber propiciado un aumento de suicidios entre los habitantes. De 2010 a 2012 —año en que se instaló el complejo automotriz— la tasa bruta anual de suicidios se disparó en 96.5%, pasando de 4.5 a 9.4 por cada 100 mil habitantes. Esta tasa ubicó a la entidad en el segundo lugar nacional con mayor problemática, mientras que, en 2010, Aguascalientes ni siquiera figuraba entre los 10 primeros estados.

En ese periodo muchos indicadores económicos mejoraron con el establecimiento de nuevas empresas, pero también arribaron personas de otros estados que generaron desplazamiento y mayor competencia por fuentes de trabajo, lo que alteró a los aguascalentenses, considera Alicia Edith Hermosillo de la Torre, investigadora del departamento de Psicología de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA): «Este modelo económico imprimió un estrés repentino al que la población no estaban acostumbrada», apunta.

Añadió que de acuerdo con el Anuario del Comportamiento Suicida en Aguascalientes es preocupante la forma en que se registró el incremento y el que la población más afectada hayan sido las personas en edad productiva (60%) de 20 a 39 años. Este fenómeno social ha generado teorías en el orden macrosocial, microsocial e individual, entre las que destaca la industrialización que se ha experimentado en las últimas décadas. «Aunque parece políticamente incorrecto evidenciarlo, debe reconocerse que la industria automotriz, tan depredadora de la fuerza laboral joven, genera ciclos de contrato y despidos que alteran tanto el bienestar económico como emocional de los trabajadores», apunta la especialista.

Aunque podría ser difícil alcanzar una reducción de las tasas de suicidio, la coordinación intersectorial entre las autoridades sanitarias y de seguridad han logrado contener dicho fenómeno: para 2013, la tasa se redujo a nueve y en 2014 bajó a 8.8 casos por cada 100 mil habitantes.

La especialista detalla que el estudio permitirá diseñar estrategias preventivas para contener el fenómeno. Para la investigación se tomó como referencia la información registrada por la línea 066 en torno a llamadas de emergencia por suicidios consumados, tentativas e ideación.

Hermosillo de la Torre precisó que también se indaga sobre el sexo, grupos de edad y temporalidad de los comportamientos suicidas: «Los sábados y domingos son los días que registran el mayor número de actos suicidas. «Enero registra alta incidencia, en febrero baja para recuperarse en marzo, se dispara en abril. Junio es el mes más alto, tenemos una bajada súbita en agosto, septiembre y octubre, en noviembre y diciembre vuelve a subir», son periodos que parecen relacionarse con estacionalidades de las contrataciones y despido de personal en las empresas. E4


Temor a la violencia

Al menos nueve de cada 10 menores se sienten inseguros en la casa, la escuela o espacios públicos, de acuerdo con un estudio de World Vision México (WVM), organización que presentó el Informe Nacional sobre la situación de la violencia contra niñas, niños y adolescentes en 2021, basado en encuestas aplicadas en 21 estados.

Miguel Laporta, director nacional de la organización, explicó que documentaron un clima de inseguridad en diferentes espacios para los menores de 18 años y deficiencias de autoridades para proporcionarles tranquilidad. Según el informe, el 55.3% de las mujeres adultas y 47.4% de niñas y adolescentes considera que la casa es el espacio con mayor violencia.

World Vision México indicó que el aumento de las agresiones deriva del confinamiento. El 92.17% de los niños, adolescentes y adultos solicitó ayuda telefónica para prevenir o protegerse de la violencia.

¿Qué es lo que las niñas, niños y adolescentes en México consideran como violencia?

ConceptoPorcentaje
Intento de violación95.3
Violación 94.8
Explotación sexual 94.4
Encerrar            93.8
Tocar partes privadas93.7
Humillar93.5
Exponer las partes privadas93.4
Bullying93.2
Mostrar pornografía92.4
Violencia pandillera91.7
Amenazar o asustar91.3
Decir que no es amado89.7
Golpear 86.9
Descuidar86.8
Trabajo que afecte su desarrollo86.0
Nalguear77.8
Gritar72.5

Frases reportadas por World Vision

«Muchas amigas ya no las han vuelto a ver. Luego traen novios que son narcos y luego ya no sabes de los dos».

Sonia, 16 años, Tamaulipas

«Uno ya no puede estar en ningún lado, si la policía ve un grupo se acerca y les pide dinero».

Mario, 15 años, Puebla

«Ves en la entrada cómo muchos papás no tienen paciencia a sus hijos, y al otro día llegan con moretones».

Luis, 14 años, Edomex

Es ingeniero egresado de la Universidad Autónoma de Chapingo con especialización en el área de Economía. Ha ejercido el periodismo en Saltillo. Trabajó en El Diario de Coahuila; se desempeñó como editor, diseñador, fotógrafo, redactor de editoriales y artículos de economía, industria automotriz, cultura e historia de Saltillo en el periódico Vanguardia.

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