Causó una reacción insípida que de inmediato se diluyó lo que en las últimas semanas emprendió el sector oficial en el sentido de que, al fin, dio muestras de que en Coahuila, al menos parcialmente, se quiera desterrar la impunidad conformando a los coahuilenses al encarcelar a dos expresidentes municipales y dejándolos a buen recaudo dentro de las celdas de las prisiones.
La reclusión es lo de menos, lo demás sería que regresaran lo hurtado, incautándoles los bienes que adquirieron al lavar el dinero que sustrajeron del erario.
Esas maniobras datan desde hace muchos años hasta estos días y existen tipos que siguen usufructuando lo robado sin ninguna vergüenza paseándose cotidianamente en forma por demás descarada.
Sin embargo, las autoridades estatales solo se han ocupado de auditar los Gobiernos municipales sin mirar que a su lado hay secretarías estatales que manejan presupuestos de programas de desarrollo, cantidades importantes que erogan y que son susceptibles de tentación con la oportunidad de manejarlos discrecionalmente.
Dentro de la estructura administrativa del estado existen algunas secretarías que son apetitosas, hablando económicamente, como por ejemplo la Secretaría de Infraestructura Desarrollo Urbano y movilidad, otra más la Secretaría de Inversión Pública Productiva, cuyo funcionamiento de las reglas de operación deben ser absolutamente transparentes, pues donde intervienen manos del Gobierno y manos privadas se puede caer en acuerdos de ganar ganar, de ahí la opinión de que este tipo de instancias son riesgosas, sobre todo ahora mismo por estas fechas de fin de sexenio, ya que puede haber alguien que al no ser invitado al banquete le recuerde que la venganza es un plato que se sirve frío.
Algunos funcionarios han aplaudido la detención de los malos exalcaldes y pugnan por que la justicia detenga a todo aquel que cometa actos antijurídicos, la pregunta inmediata sería y ¿quién va a cerrar la puerta? Esa retórica puede hundir a varios. Palabras estamos en vísperas de elecciones.
Sin necesidad de hablar en sentido figurado sino en sentido recto, no todos cometen ilícitos y algunos de los que los cometen no los tocan ni con el pétalo de una rosa, y si no ahí está nuestro estado que lo han saqueado y todavía se resiste a morir, a pesar de los miles de políticos corruptos que de vez en cuando lo siguen destripando.
Ojalá que las instancias encargadas de la justicia en verdad actúen con eficacia sin miramientos ni recomendaciones de los poderosos, de manera que los que se apropien de los dineros ajenos les sean quitados además de recluirlos en la cárcel como vulgares ladrones.
Si estas personas, si es que se les puede llamar así, que gustan del dinero fácil y ajeno ostentan una piel obesa, por supuesto que no harán caso de los aturdidores martillazos dentro de su ser de las palabras que Benito Juárez dejara para la posteridad al decir: «Los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas, ni gobernar con impulsos caprichosos, sino sujetarse a las leyes, no pueden improvisar fortunas, sino consagrarse al trabajo de manera honrada, y no hacer su voluntad de hombres viciados, sin rendir cuentas».
Los medios de información en infinidad de ocasiones han revelado nombres de burócratas que se han adueñado del dinero público con el que han adquirido bienes muebles e inmuebles, logrando fama de ricos nuevos y que en algunos casos lo que hacen es renunciar a sus cargos sin que la autoridad intervenga privilegiando la impunidad.
Si pregonan valores de honestidad practíquenlos, no se conviertan en viles ladrones escudados en un detestable cinismo.
Ahora mismo recorren el estado los que quieren ser gobernador de nuestra entidad, y en su interés proselitista deben demostrar realmente que son honestos en sus discursos a fin de no caer en la frase que estampó Henry Kissinger cuando dijo: «La sinceridad es relativa, en política lo que le dices al electorado es la verdad, aunque no sea cierta». Se lo digo en serio.