Coahuila y Texas fueron un solo estado en los albores de la nación mexicana. Este gran estado, inmenso en su territorio, tuvo como capitales a Saltillo y Monclova hasta la Guerra de México y Texas, cuando los texanos se independizaron y fundaron la República de Texas en 1836, que luego se anexó a los Estados Unidos en 1846. Un drama que aún afecta nuestra relación fronteriza en el río Bravo.
A pesar de todo, hay lazos indisolubles que nos unen a coahuilenses y a texanos. Coahuila es de Zaragoza en honor al héroe de nombre Ignacio, que nació en Texas. Asimismo, el símbolo histórico más venerado en Texas, que es la fortaleza de El Álamo, en San Antonio, debe su nombre en honor a San Carlos del Álamo de Parras, de donde salieron los soldados españoles que fortificaron ese presidio.
Pero también hay resquemores entre coahuilenses y texanos que parecen infranqueables. El monumento de mampostería más alto del mundo, la columna de San Jacinto, Texas, conmemora el triunfo de los texanos sobre los mexicanos y lleva inscrito un reclamo: «¡Recordad El Álamo!». Tras la independencia de Texas muchos mexicanos fueron despojados y desplazados hacia el sur del río Bravo, incluidos los que pelearon a favor de Sam Houston contra Antonio López de Santa Anna.
Estados Unidos nos despojó de la mitad del territorio nacional. México perdió su inmenso territorio por un problema inicial de inmigrantes anglosajones hacia Coahuila y Texas. Hoy los migrantes de todo el mundo cruzan Coahuila para llegar a Texas. Reverso del problema original que enfurece al gobernador texano Greg Abbott.
Cierto es que la policía y los famosos Rangers de Texas son la fuerza de seguridad estatal más temida de ese país. Dice José Vasconcelos que Sam Houston formó a los Texas Rangers inspirado en La Acordada, la cruel policía colonial de la Nueva España. La dureza texana contra México se ve al cruzar la frontera y en carreteras se lee un mensaje que advierte «¡Don’t mess with Texas!». ¿Qué caso tiene seguir en esa divergencia?
Muy grave para nosotros es el problema fronterizo entre Coahuila y Texas. Peor será si Donald Trump gana la presidencia el próximo año. Dada la insignificancia de nuestras candidatas a la presidencia de México, es necesario que nuestro gobernador Manolo Jiménez emprenda un trabajo de acercamiento, estudio y conciliación, en la medida de lo posible y legal, con el gobierno y habitantes de Texas. Ojalá que el gobernador y su gabinete lean Vecinos distantes, de Alan Riding o que relean el capítulo 16 titulado «Y tan cerca de los Estados Unidos».
Hay que hacer política de Guayulera y también política palaciega, a nivel de estadista. Franklin D. Roosevelt dominaba la grilla del bajo Bronx, pero también fue el estadista mundial del «New Deal». En 1985 Alan Riding nos advirtió: «El problema secular más antiguo entre México y EE. UU. es el de la migración ilegal». Y hoy mismo está afectando nuestra relación con Texas.
Don Daniel Cosío Villegas nos dijo que nuestra vecindad con Estados Unidos era el drama más sombrío de nuestra historia. Pero también nos instó a lo siguiente: «Si hay un país que haya tenido, tenga y tendrá la necesidad de estudiar en Estados Unidos, ese país es México». Y de ahí concluimos que si alguien está obligado a estudiar a los texanos esos somos nosotros, sus vecinos coahuiltecos.