Código de ética para la IA; amparo de nuestro futuro

Urge establecer normas morales en el desarrollo de la tecnología actual; Europa, Asia y Norteamérica llevan la delantera en este camino

Alejandro Nava Femat

Ciudadanizar la creación, construcción y evolución de códigos de ética vigorosos y con valores humanistas para la Inteligencia Artificial (IA) debe ser tarea de todos, una actividad permanente y proactiva de intercambio de ideas, propuestas y experiencias internacionales entre el ciudadano común desde su ámbito de competencia, estudiosos expertos en materias diversas, programadores y tecnólogos que vayan en forma paralela y de la mano a la actualización de la innovación para el desarrollo científico y tecnológico, con una visión prioritaria siempre pensada e inducida para el beneficio del ser humano.

Elevar la ética a la n potencia como pilar y eje fundamental para establecer las normas morales necesarias en el desarrollo de la IA, es conjuntamente el espíritu y alma necesarios ante el salto cuántico que la humanidad experimenta. Esta poderosa herramienta se programa para recolectar todo tipo de datos e información, incluida la personal del más mínimo detalle, para alimentarse y llegar no solo a pensar y aprender por sí misma, sino poder hacerlo en muchos ámbitos de forma incluso más rápida que el cerebro humano; para posteriormente interactuar de manera autónoma en áreas diversas, al grado de que el ser humano se encuentra en franca competencia contra esta superinteligencia que hoy ya lo desbanca en una serie de labores y empleos de diversa índole.

Si los alcances de la IA impactan directamente en la vida diaria de la sociedad en su conjunto tales como leyes, economía, finanzas, empresa, trabajo, alimentación, gobernanza, movilidad, comunicaciones, medicina, medio ambiente, seguridad civil y militar; procesa datos del comportamiento humano en forma aleatoria, y en la actualidad ya sustituye algunos puestos de trabajo que los humanos desempeñaban, es obligado preguntarnos ¿con qué ética se programa, desarrolla y construyen los códigos de las diversas herramientas y plataformas tecnológicas de Inteligencia Artificial? y ¿con qué ética se manejan los datos e información personal y qué códigos se implementan y/o acompañan para el desempeño del las nuevas actividades y empleos robotizados con decisión autónoma?

Para ejemplificar lo anterior y en un ánimo crítico pero de orden constructivo, tenemos que en el pasado mes de julio del año 2019, el prestigiado Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) dio a conocer que su exalumno, Luis Videgaray Caso, quien fuera secretario de Hacienda y también canciller de México durante el Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, se incorporó a esa importante institución para encabezar los Proyectos de Política de Inteligencia Artificial para el Mundo y la Iniciativa de Investigación de Políticas de Internet.

Lo más probable es que el MIT considerará a Videgaray con las mejores cartas credenciales derivadas de su experiencia en los altos cargos públicos ostentados en México para dirigir los proyectos de Política de Inteligencia Artificial para el mundo, pero en la práctica su comportamiento ético ha quedado maltrecho dada la constante sospecha que lo persigue por una estela de corrupción de cuando fungió como director de Finanzas en el Estado de México, triangulaciones financieras al coordinar la campaña del entonces candidato a la presidencia de la república, su desempeño como secretario de Hacienda que culminó con su renuncia y finalmente acusado de financiar la compra de una planta chatarra de agro nitrogenados a sobreprecios por conducto de instituciones financieras del Estado mexicano como Bancomext y Nacional Financiera cuyos Consejos de Administración eran presididos por él.

La psiquiatría indica que los patrones de conducta del ser humano son repetitivos, por lo que al caso de Videgaray se refiere, no está exento de repetir esa conducta al dirigir programas tan importantes, ¿está facultado el dos veces secretario de Estado éticamente para desarrollar e implementar políticas internacionales de IA para el mundo?

Desafortunadamente, este caso no ha sido el único, en Reino Unido la empresa Cambridge Analytica utilizó la recolección de datos personales de más de cinco mil puntos del comportamiento humano de alrededor de 87 millones de usuarios sin su consentimiento en la red social Facebook con fines electorales, violando su derecho humano a la privacidad, llevar a cabo una manipulación del comportamiento, experimentar el primer ejercicio de vigilancia y control humano masivo en línea, así como la peor caída en el valor de las acciones de esa plataforma tecnológica estadounidense.

Hoy los datos son los bienes más valiosos del mundo, su valor supera al del petróleo, y para citar un ejemplo; tenemos que de los gigantes tecnológicos de Silicon Valley, Apple, por sí sola, ostenta un valor de capitalización de mercado de tres billones de dólares, esto equivale a más de la totalidad del PIB de México. Los datos además, son un insumo estratégico para el desarrollo y funcionamiento de la IA, por lo que cuidar éticamente su nutrición, integración, procesamiento, almacenamiento y uso debe ser prioritario, que no ponga en riesgo los derechos humanos y evite cualquier tipo de vigilancia, control, manipulación, o monopolio, específicamente de aquellos datos más sensibles como los relacionados con el ADN, los datos clínicos, la comunicación, el armamento militar autónomo y hasta del pensamiento, es decir; hackear el cerebro. Se trata de que, mediante la incrustación de códigos de ética robustos en la programación de códigos de la IA, colocar al ser humano por encima de la tecnología y el mercado para impedir que las empresas interesadas en comerciar con nuestros macrodatos —big data— personales obtengan la manera de saber lo que hacemos, decimos, y hasta lo que pensamos, con la finalidad de mantener el derecho a la privacidad y evitar así el sometimiento del género humano.

El derecho a la privacidad de los datos debe elevarse de rango y ser considerada como un derecho humano reconocido por Naciones Unidas (NU), debemos de tener el derecho a que la automatización y la robótica estén dotadas y equipadas de conciencia ética y humana, para en la práctica presente y futura evitar que la IA manipule al ser humano y poder distinguir a los humanos de las máquinas en una conversación telefónica para la contratación de un servicio y/o realización de un trámite público y privado.

Esto solo podrá lograrse siendo actores proactivos en la construcción ciudadana global de códigos de ética para el desarrollo de la IA desde lo local; como ya lo hacen en Europa desde su ámbito de competencia el filosofo alemán Thomas Metzinger, el científico Jürgen Schmidhuber y el neurobiólogo español Rafael Yuste; en Asia, el japonés Tetsuzo Matsumoto y en Norteamérica el cosmólogo sueco-estadounidense Max Tegmark con el objetivo de construir un mundo mejor. E4

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